Si usted se sitúa frente a la escuela Artículo 123, en las vías digamos, verá a su izquierda la antigua ESBOM (no la del cocal) que fue donde cursamos la secundaria con aquella plana de maestros como Grajales, Patraca, Hugo Mora, Estudillo, Zafra, Villalobos y otros.
Ese plantel tiene o tenía, un patio enorme, mismo donde al tropezarse cierta ocasión un alumno y excavar para sacar “esa piedra”, lo que desenterró fue una pieza prehispánica en forma digamos de colmillo, como de 15 centímetros de largo y con algunos grabados. La pieza fue reclamada por el profesor Grajales y no supimos más de ella.
Lo que tampoco sabíamos es que desde hace pocos años todo ese enorme terreno ya fue donado –por quién y por qué- en partes es decir fraccionado y entregado –a quiénes- ignorándose si esos beneficiados son personas que en realidad necesiten un lote de terreno para construir su hogar o, en su defecto, les fueron vendidas esas fracciones de terreno –y en dónde está ese dinero, en qué se ocupó, ¿o se los dieron gratis? – porque si se los cedieron o comerciaron a personas que ya tienen propiedades, edificios, posición económica desahogada, negocios, etcétera, ignorándose hay que insistir, cómo a muchas personas sí les hace falta un terrenito para construir; entonces esta sería otra bofetada más de parte de las autoridades correspondientes y, de las “vivaces” personitas que han abusado, una vez más, de esta noble tierra.
Y si no se sabía de este deplorable hecho que a la calladita se ha dado y se mantiene así, nuestra ciudad ¿optará por la comodina posición de quedarse, una vez más también, callada? Pero si por ejemplo las diversas agrupaciones de comunicadores se unen y levantan la voz, se hacen manifestaciones, cartas, marchas y se exige lo que por derecho corresponde a todos y no a unos cuantos ¡que ya tienen!, es seguro que mucho se podría cambiar.
Nos acabamos de enterar de cómo ese terreno, al que no se le veía oficio ni beneficio desde hace muchos años, “ya tiene dueño”, y créame, nos fuimos de espaldas: ya se ha negociado con ese terrenazo. Quién, cómo, por qué, a quiénes, en cuánto, es lo que falta saber de esta acción injusta y, si estoy mal, ojalá y los flamantes nuevos, ricos dueños, nos aclaren el tan calladito asunto del que, créame, seguiremos investigando, pero con esta nueva ley, a ver si no nos matan, lo que ya estará de Dios.
