2018: el año de las incertidumbres

México enfrentará un año lleno de interrogantes, que amenazan con generar una ‘tormenta perfecta’ en la economía.

Nacionales

Enrique Quintana - 2017-12-21

Pocas ocasiones en México hemos enfrentado un año en el que las perspectivas económicas se ven tan inciertas como en 2018.

La incertidumbre tiene que ver con temas externos e internos, que se suman, y que no dejan definir un horizonte claro.

Los factores más importantes son los siguientes: la renegociación del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN); la reforma fiscal en Estados Unidos y los procesos electorales, tanto en México como en el vecino del norte.

Veamos cada uno de estos elementos y su probable afectación en las principales variables económicas del país.

1. La renegociación del TLCAN

Existen fuertes discrepancias entre los expertos respecto al futuro de las negociaciones para modernizar el tratado comercial de Norteamérica. Lo único firme es que ya está calendarizada la Sexta Ronda, que comenzará el 23 de enero en Washington, y los jefes de la negociación han presentado el primer trimestre como un espacio en el que se podría dar pláticas aún.

Sin embargo, algunos expertos han expresado que un escenario que también visualizan es que el presidente Trump tome la decisión de sacar a Estados Unidos del tratado, en algún momento posterior a la conclusión de la siguiente ronda.

Aunque la salida efectiva del tratado tendría que darse seis meses después de que se anunciara, su impacto en el desempeño económico del país sería inmediato, pues se generaría un ambiente de incertidumbre que repercutiría en la inversión y en el consumo. Habría un fuerte impacto recesivo de esa decisión.

Y, además, el tipo de cambio del peso frente al dólar tendría fuertes presiones.

Por el contrario, en el caso de que se consolidara la perspectiva de un cambio en la posición de los negociadores de Estados Unidos, asumiendo una actitud orientada a la búsqueda de un acuerdo, el resultado sería radicalmente diferente, tanto en materia de crecimiento como en cuanto al comportamiento de la paridad del peso frente a la divisa estadounidense.

2. La reforma fiscal en EU

Un asunto central es la reducción de la tasa del ISR corporativo del 35 al 21 por ciento.

Instituciones públicas y privadas han argumentado respecto a las implicaciones de este ajuste para México. Algunos han puesto el énfasis en el hecho de que las tasas corporativas en el país siguen siendo competitivas vis-a-vis a las que realmente se pagan en Estados Unidos, dado que en ese país existen tasas estatales que deben sumarse a la tasa federal. De este modo, a pesar de la reducción que se daría en Estados Unidos a nivel federal, las tasas en la mayoría de los estados estarían más cerca del 30 que del 20 por ciento.

Otros expertos han señalado que, al margen de que las tasas efectivas no sean tan diferentes en los dos países, si se pone el énfasis en la variación sí habría una fuerte caída en Estados Unidos. Bajo una condición ‘ceteris paribus’, como gustan decir los economistas, es decir, manteniendo constantes el resto de las condiciones, tendríamos una mejora en la competitividad fiscal allá, que tendría implicaciones en el resto del mundo.

A ese hecho habría que sumar los incentivos fiscales para la repatriación de dividendos, que también podrían afectar a las filiales de empresas norteamericanas. El impacto tendría que ver con una posible caída en las inversiones, tanto nacionales como extranjeras, así como un impacto recesivo en la producción y una mayor presión sobre el tipo de cambio.

El efecto positivo de la reforma fiscal estadounidense podría ser que bajara la presión en la renegociación del TLCAN, en la perspectiva de que el gobierno de Trump tuviera un gran logro, lo que haría menos relevante conseguir un ‘éxito’ en otro frente.

3. El proceso electoral en Estados Unidos

Tras la pérdida de un lugar en el senado en Alabama por parte de los republicanos, existirá una creciente conciencia de que la baja en la popularidad de Trump podría impactar negativamente en las elecciones de noviembre.

Bajo esta perspectiva, podríamos tener a más legisladores republicanos presionando para la permanencia del TLCAN en vista el impacto negativo que su cancelación tendría entre segmentos importantes del electorado de estados que le dieron el triunfo a Trump, como los del Medio Oeste.

4. Las elecciones en México

El otro gran factor de incertidumbre para 2018, además del TLCAN, es el proceso electoral.

Las encuestas muestran que el candidato favorito es Andrés Manuel López Obrador.

Los inversionistas visualizan que su eventual triunfo podría representar un obstáculo para la continuidad de las reformas estructurales en México. Más allá de darle el beneficio de la duda a una eventual gestión de López Obrador, lo mínimo que abriría sería un periodo de duda que quizás abarcara desde el segundo trimestre de 2018 hasta el segundo trimestre de 2019.

Solo se conjuraría la incertidumbre si fuera muy claro que alguno de los candidatos que podrían garantizar la continuidad de las reformas se perfilara como ganador. Y ese escenario no parece estar tan claro.
De modo que el proceso electoral que tendrá lugar durante el primer semestre de 2018 seguramente va a abrir un compás de espera en inversiones y probablemente también en materia de consumo.

Este es un factor que puede incidir negativamente en la primera mitad del año. Y el efecto en la segunda parte del 2018 dependerá del propio resultado electoral. Un triunfo del PRI o del Frente generaría certidumbre en contraste con la preocupación que habría si el ganador fuera Morena.


¿Cuál puede ser el resultado económico y financiero de México en el 2018?

Creo que el peor de los escenarios podría ser una caída de la economía en un rango de 1 a 2 por ciento si se diera la llamada ‘tormenta perfecta’, en la que se sumaran todas las incertidumbres. Si solo hay una parte de ellas, quizás podríamos imaginar un crecimiento muy débil, que se ubicaría en un rango de 0 a 1 por ciento.

Pero también es factible que tengamos un escenario en el que los astros estén alineados y las dudas se vayan resolviendo una a una hasta configurar un escenario favorable para la inversión y el consumo. En ese caso, el rango para el crecimiento del PIB podría estar entre 2 y 3 por ciento.

En cualquiera de los casos, lo que seguramente tendríamos es una paridad del peso frente al dólar que probablemente tendría fluctuaciones muy amplias, desde niveles de más de 20 pesos en los escenarios de más riesgo hasta 17 a 18 pesos en los casos en los que la perspectiva resulta más cierta.

En medio de todo, lo positivo es que no se ve, por lo menos para 2018, un horizonte en el que la economía mexicana caiga en proporciones equiparables a las que descendió en 2009 o previamente en 1995.
Los cambios institucionales que se han hecho dan pie a que aun las peores noticias no tengan capacidad suficiente de producir tales desastres.

Pero, con todo lo anterior, la incertidumbre será el atributo más notorio del próximo año. 

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