El desgobierno envía a Minatitlán cajitas de despensitas. En una de las cajitas viene un paquetito de leche ya caducada, pero, las despensitas se envían al área rural, así como están. Allá, una madre campesina les da a sus dos pequeños hijos un poco de esa leche (basta con una sola nada más, no hay que sr exigente, como Vito Corleone, que quería más cajas de leche caducada) y, a los pocos minutos, esos dos niños comienzan a padecer severos malestares estomacales que requieren, de inmediato, ser atendidos clínicamente. Uno de esos niños acusa más gravedad que el otro niño, entonces se sabe del hecho y, estas serían las declaraciones, tanto de Vito Corleone como de la niña neurasténica y, también de sus corifeos en el “Feisbuck”:
VITO CORLEONE. - ¡Definitivamente aquí la culpa es del alcalde pues su deber es revisar que todos estos alimentos que tan buena y gentilmente manda el gobierno, se entreguen en tiempo y forma!... ¡y pido la palabra otra vez!
NIÑA NEURASTÉNICA. - ¡Pero shi ya tienesh la palabra y no te canshash de pedirla (ella habla como la Paulina Rubio, porque cree que así, she oye mash bonito) y ahora me toca a mí; lo que pasha esh que a ushted alcalde, lo voy a demandar, por negligencia y por haber asheptado esha caja de deshpensha en mal eshtado, esho no she hashe, sheñor!...
VITO CORLEONE. - ¡Pido la palabra!
NIÑA NEURASTÉNICA. - ¡Que te callesh!
En las llamadas “redes”, los corifeos se desatan como chivos en cristalería y se dirigen a Vito Corleone, para darle ánimos (según ellos, pero no lo han visto de grosero en el Cabildo):
USUARIO 1.- Usted no se fije Vito, usted es una gran persona y nadie tiene las pruebas de que esas despensas que tan gentilmente mandó el gobierno, hayan estado en mal estado.
USUARIA 2.- Vito, no te fijes en lo que diga la gente, tú eres un rey de chocolate con nariz de cacahuate, muy trabajador y cumplido y, además te ves súper retratado con el chipujo del Anaya.
USUARIO 3.- Lo que pasa es que el alcalde debe de ponerse a trabajar, por su culpa esos dos niños están en el hospital, la culpa es del alcalde y los cinco millones de pesos que pagó y que por algún desacomodo de los oficios no se sabía de esa deuda, era su deber pagarlos.
(En presidencia suena el teléfono, se escucha una voz):
VOZ. – Si no se retractan, malditos, ya no juego; me llevo mi pelota y a los policías.
