Que gane el menos peor

2016-06-02


Se acabó el tiempo de campañas. Los candidatos ya dijeron todo lo que pudieron. De cara al próximo domingo, el periódico Reforma declara una elección a tercios. Los dos Yunes y Cuitláhuac García parecen tener el mismo porcentaje de la preferencia electoral. Eso, sin contar a los indecisos, y al millón de jóvenes que votarán por primera vez. Nada para nadie, es el consenso de analistas y encuestadores. La moneda está en el aire.
Lo deseable sigue siendo que los veracruzanos vayan a las urnas. Se espera una participación de poco más del setenta por ciento del padrón. Con una participación nutrida, hay menos margen para la trampa y la manipulación. Sigue circulando la versión de que el actual gobernador espera poder anular la elección, que esa es su apuesta, y su deseo. Los Yunes se dicen preparados para evitarlo.
El voto verde y su estructura son las cartas fuertes del PRI; los inconformes y los jóvenes, las de Morena, y la alianza PAN-PRD espera haber podido inocular sed de venganza en suficientes electores, que hayan creído que su candidato es quien podría poner en la cárcel a Javier Duarte, aunque no sea así.
Ninguno de los tres candidatos, empatados en las proyecciones de la preferencia electoral, se distinguió por su discurso. Ninguno hizo una campaña innovadora en forma o contenido. Los dos Yunes invirtieron notoriamente más recursos que el candidato de Andrés Manuel López Obrador en Veracruz, y obtuvieron el mismo resultado.
Ponderando las necesidades de Veracruz, ávido de salir del estancamiento económico, la inseguridad, la falta de desarrollo, el desempleo y los castigos a la educación, se espera que los veracruzanos salgan a votar por el candidato menos malo. Al parecer no encontraron a ninguno a quien de verdad le pudieran llamar “el bueno”. Acaso se hizo popular la opinión de que el más conveniente habría sido Armando Méndez de la Luz, pero era el mejor piloto, corriendo una carrera de fórmula uno, al frente de un auto compacto: su partido.
El clima de inseguridad se incrementó en las dos últimas semanas. La custodia de la elección estará a cargo sólo de la guardia civil. Se recomienda a los votantes no sucumbir ante el temor de hechos violentos. Es preciso recordar que el domingo 5 de junio es la hora de los ciudadanos. Con el uso extendido de las redes sociales, además de ser ésta una elección histórica, también será muy vigilada. El PRI no cuenta más con el amplio margen del que gozó siempre en Veracruz. Y los ciudadanos han aprendido a utilizar las redes sociales como mecanismo de denuncia y para tender una auténtica red de apoyo cuando las circunstancias lo requieren.
Al margen de los cálculos, las preferencias electorales y las ideologías de uno u otro partido, los veracruzanos deberán ser consecuentes con su responsabilidad de tomar en serio la jornada electoral por venir. En ella se decidirá el futuro de Veracruz que, como ha quedado demostrado, sí depende de quienes llevan la administración pública y la riqueza de las arcas estatales. A este estado, que por su presupuesto se le ha comparado con la economía de todo un país, no se lo puede dejar en manos de cualquiera, porque en ese caso las familias veracruzanas pagan todas las consecuencias.
El próximo domingo sabremos si se aprendió la lección, o si se necesita más para entender que no es lo mismo un gobernador, presidente municipal, diputado o edil, que otro. Veremos si ya se tiene claro que los asuntos públicos repercuten en la vida privada de cada ciudadano, cada comunidad y cada municipio. Que se haya entendido que votar sí sirve, decidir sí cambia rumbos y entender razonablemente de política es preciso. Es preciso que gane el menos peor. ¡Vota Veracruz!

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