La indispensable participación de las mujeres en la vida nacional

evento, denominado “Por una Mayor Participación Política de las mujeres”,

2011-12-12

En días recientes fui invitado, a lado de varios destacados hombres públicos, a una reunión organizada por mujeres para abordar aspectos relevantes de la participación femenina en la vida nacional tanto pública como privada. Este evento, denominado “Por una Mayor Participación Política de las mujeres”, fue convocado por Patricia Mercado, Rocío García Gaytan, Edda Arrez y Mónica Robles, principalmente. Fue una ocasión muy interesante. El espacio transpiraba pluralidad y apertura, haciendo gala de un talante democrático pocas veces visto en eventos de esta índole. Cada uno de los participantes tuvo la oportunidad de exponer con absoluta libertad sus puntos de vista y opiniones sobre el papel de la mujer tanto en la historia de México como en nuestra actualidad.

Llamó mi atención, de manera muy particular, la congruencia expresada por las organizadoras, puesto que siendo un espacio para reflexionar sobre la Equidad de Género, era importante contar justamente con la presencia masculina. Con este propósito, la reunión contó entre los invitados más relevantes, en primer lugar con la participación de nuestro Gobernador, Javier Duarte de Ochoa; también concurrieron otros significados hombres públicos como Enrique Cambranis, Eduardo Robles, Juan Vergel y Cuauhtémoc Pola.

Como expresé en dicho foro, hablar de Igualdad de Género nos obliga a ser congruentes y a identificar el discurso con nuestras acciones a favor de este importante precepto sociológico. En verdad que resulta difícil imaginar a una sociedad realmente moderna en la que prevalezca la discriminación en cualquier forma, pero es aun más inconcebible que algunas personas sigan postulando alguna forma de superioridad inherente a la masculinidad.

Precisamente por esta convicción, en tal ocasión consideré indispensable recordar la trascedente reforma política que llevó a cabo Don Adolfo Ruiz Cortines, quien logró que en México las mujeres tuvieran la justa y legítima posibilidad de votar y ser votadas. Reconocer este derecho, injustificablemente negado a las mujeres, fue sin duda un paso esencial para que la incipiente democracia mexicana de mitad del siglo XX pudiera avanzar hacia su desarrollo. Aquella reforma, que quizá a la distancia difumine su real importancia, ha permitido desde entonces, para fortuna de todos, la participación de las mujeres en la vida nacional. En todos los ámbitos, la participación femenina ha venido creciendo y cada día son más las mujeres que se comprometen con la sociedad para solucionar sus justas demandas. Las organizadoras del foro citado representan un extraordinario ejemplo de ello.

En el PRI, históricamente hemos creído siempre en la gran capacidad de las mujeres para enriquecer la vida nacional y, sobre todo, para transformar la historia de nuestro país. Hemos propiciado el empoderamiento de la mujer al garantizar la paridad de género, 50%, en la postulación de candidatos de elección popular. Actualmente el 73% de la totalidad de diputadas federales priistas fueron electas por mayoría relativa; este dato revela la indiscutible voluntad y la decisión clara de propiciar que las mujeres tengan un papel protagonista en las tareas que México requiere para salir delante de sus problemas.

Somos el partido político mexicano que, en términos absolutos, cuenta con más diputadas federales (55), el PAN tiene 51, 19 el PRD, 7 el PVEM, 3 el PT, 3 el PANAL y 2 el ahora denominado Movimiento Ciudadano. En cuanto a senadoras de la República, contamos con el mayor número de mujeres en nuestro grupo parlamentario, el 24% de la totalidad en la Cámara Alta, siguiéndole el PAN con el 22%. En el Congreso del Estado somos el grupo legislativo con más mujeres, 8 de 15. Además, de los 212 ayuntamientos apenas electos el año pasado en nuestra entidad, 21 son presididos por mujeres, de las cuales 11 son priistas. Adicionalmente por cada hombre que elegimos para dirigir nuestro partido en todos sus niveles, una mujer ocupe la Secretaría General, o viceversa.

Y es que no se trata tan solo de un asunto de justicia elemental; tampoco se trata de cumplir un principio ético que defina nuestro perfil como pueblo. Reconocer a las mujeres su pleno derecho a participar y decidir en todos los ámbitos de la vida nacional, estatal y municipal, está íntimamente relacionado con la posibilidad real de superar nuestros graves problemas y avanzar hacia una sociedad con menos desigualdad, mayor justicia social y mejores oportunidades para todos.

No es, para los hombres en suma, un tema de Moral o de Derecho; se ha convertido ya, incluso, un tema de auténtica viabilidad y conveniencia, porque necesitamos sumar la participación de todas las mujeres en la lucha por un mejor futuro. No es posible, por elemental lógica, suponer que podemos salir adelante sin la participación de más de la mitad de nuestra población; tampoco es plausible asumir que podemos avanzar hacia una nación más desarrollada prescindiendo del talento, la energía y la inteligencia, entre muchos otros valores, que poseen sobradamente nuestras mujeres. Me parece lamentable que aun en nuestros días exista quien pueda seguir escatimando este derecho; peor todavía es que no hayamos sido capaces como sociedad de lograr la plena incorporación de las mujeres en todos los ámbitos de nuestra vida nacional.

La realización de foros como el que nos congregó en esa ocasión es de gran provecho para nuestra vida pública, porque incentivan la participación política de las mujeres e incorporan también un mayor dinamismo en la toma de decisiones. A quienes creemos en el liderazgo y sensibilidad política de las mujeres, reuniones como esa nos entusiasman y nos llenan de esperanza, pues al margen de cumplir con los objetivos de “Desarrollo del Milenio”, la forma femenina de hacer política, más fresca, más comprometida, más vigorosa y sobre todo más honesta, nos ayudará a construir juntos un mejor país.