ARNULFO PÉREZ RIVERA

Pasillos del Poder César Augusto Vázquez Chagoya Leanos en www.pasillosdelpoder.com www.enlaceveracruz212.com.mx vazquezchagoya@prodigy.net.mx 23 de JUNIO de 2013

César Augusto Vázquez Chagoya

Pasillos del Poder

2013-06-23

En 1976, estando como responsable de la CNOP juvenil mientras nuestro dirigente Edel Álvarez Peña atendía una comisión del gobernador Rafael Hernández Ochoa, nos entrevistamos con el director de Educación Popular, Guillermo Zúñiga Martínez, a quien le solicitamos que un maestro nos enseñara a escribir bien, pero que no fuera aburrido.

En la CNOP juvenil se daban tres conferencias semanales con personajes que aportaron a nuestra incipiente carrera política, estando siempre alentados por el dirigente de la CNOP grande, Virgilio Cruz Parra.

La entrevista con Zúñiga Martínez, aparte de ser amena por su enorme cultura, en contestación a nuestra petición fue una fuerte carcajada y nos manifestó que tenía el hombre indicado en el Consejo Estatal de Educación y ese era el maestro Arnulfo Pérez Rivera.

Nosotros pensábamos que Pérez Rivera era alto y casi güero, pero qué sorpresa porque su grandeza no se medía en estatura, color de piel o credo. Zúñiga nos presentó al que por años nos consideraba unos niños. Era bajo de estatura, moreno, pelo lacio y con rasgos de la población originaria de Xalapa.

Nunca le preguntamos dónde había nacido, pero lo que no sabíamos en esos momentos, era su grandeza como maestro, pedagogo y la sabiduría que da leer mucho, pero sobre todo su generosidad hacia los demás. Nació con el don de la humildad a pesar de su sapiencia.

Ya sabe cómo los jóvenes tomamos el hecho de saber escribir y nos imaginamos que sus clases serían aburridas, pero el que quería ser político tenía que saber leer y escribir porque los discursos ante los demás no se hacen solos y ahí entra lo aprendido.

Mire: éramos muchachos de 18 y máximo 25 años. El local era pequeño para sesenta personas en el auditorio de la CNOP en el edificio del Pasaje Tanos. La primera clase con Arnulfo Pérez Rivera, de dos horas, se nos fue como agua y con sencillez se quedaba al terminar para que le preguntaran alguien si tenía dudas.

No podemos imaginarnos cuántos jóvenes amigos hizo en ese periodo de tres años. Siempre era puntual. Traía siempre traje o guayabera si había mucho calor, además dependiendo de la hora. Tenía un don de la palabra o el buen decir, sin pedantería.

Cada cosa la ponía en su lugar. Su cultura lo llevaba a saber no estorbar. No acostumbraba hablar de sí mismo y, siempre respetuoso del tiempo de los demás, era directo en sus exposiciones. Claro que era un hombre serio con un excelente humor.

Los que logramos convivir con él, sus pláticas, orientaciones, eran una delicia, llenas de anécdotas y risas. Nunca lo vimos en un carro. Vivía en el centro de Xalapa, en el centro histórico, a unos metros de la facultad de Pedagogía. Lo más lejano era su amada Normal Veracruzana y es cuando fue maestro de secundaria.

En 1979 nos separamos, pero no nos olvidamos por razones de trabajo. Cierto que cada semana mandaba un artículo perfectamente escrito al DIARIO DE XALAPA, donde colaboró por años y así sabíamos de él.

Por razones profesionales de 1993 al 95, se necesitaba mandar información o trabajos confidenciales, lo que nos hizo juntarnos nuevamente y él se encargaba de capacitar; cuando se requería, todo lo importante pasaba por sus manos, ya que unas de sus virtudes era ser discreto y saber guardar secretos. Era un hombre muy pulcro.

Arnulfo Pérez Rivera fue lo mejor en su ramo. Primer alumno en inscribirse a la facultad de Pedagogía y posteriormente fue su director. Dos veces estudió en la Normal Veracruzana: para maestro y otra para académico de Secundaria. Cumpliendo sus metas, fue el director de la Normal de 1968 a 1971, cuando estaba en efervescencia la rebeldía estudiantil.

Pérez Rivera no tenía partido político. Él era maestro y pedagogo. Si alguna vez sirvió al estado mexicano, fue al pertenecer al Consejo de Educación Estatal, director de la facultad de Pedagogía y director de la Normal Veracruzana, fundada por Enrique C. Rébsamen, en 1886, junto a otros pedagogos famosos.

Nació con el don de la enseñanza. Murió a los 82 años el 20 de junio del 2013 a las 14 horas. En todos los aspectos cumplió como profesional y su gran tarea de padre, abuelo, bisabuelo. Sus amigos podemos decir que conocimos a un ser excepcional.

A los veracruzanos nos dejó una herencia pública, pero a su familia le dio todo, como debe ser, que se guardan lo mejor de él. Nos legó a los jarochos, aparte de su forma de ser, los libros: “Enseñemos pensando qué educamos”; “Ética”, “Didáctica General”, “Principios Fundamentales de Educación” y “Páginas pedagógicas”.

Como no pensaba morir, preparaba el libro “Los valores de la convivencia”.

Arnulfo Pérez Rivera fue homenajeado por el Diario de Xalapa; la facultad de Pedagogía de la UV y su casa: la Normal Veracruzana. Que descanse en paz este gran hombre.