Balzapote, en Los Tuxtlas y la arena de Coatzacoalcos que se “salvó” por estar contaminada

+ CLAROSCUROS, por José Luis Ortega Vidal

2014-05-02

(1)
Desde el punto de vista económico, derribar un árbol implica la generación de empleos: para quien empleará el hacha y para el que afila dicho instrumento; para quien arrastrará las ramas y para el que las comercializa.
Desde el punto de vista financiero, el mismo acto implica una inversión: en los sueldos de los referidos empleados y en el pago al dueño del árbol, ya sea un particular, un ejido, o un municipio o un estado.
En el sistema económico que rige al mundo, es decir el capitalista, toda derrama económica es definida desde la perspectiva financiera como un acto útil por definición, porque genera resultados…económicos.
El dinero es un instrumento frío, ajeno a la moral y a la ética.
No debe ser así. Pero así es.

(2)
Los filósofos y escritores existencialistas han cuestionado tal realidad.
La lógica de explotar los recursos naturales sólo bajo una perspectiva económica y financiera, suele acarrear costos históricos muy altos que paga una mayoría en beneficio de una minoría,
En Xalapa, en días pasados, ocurrió un fenómeno que ejemplifica lo anterior: una granizada fuera de lo común, con bolas de hielo del tamaño de una piedra, dañaron más de 3 mil vehículos cuyos propietarios recibirán sendos apoyos de dos mil pesos de parte del gobierno.
En realidad, el granizo de enormes proporciones es resultado del calentamiento global que vive el planeta.
Y el calentamiento global obedece, entre otras razones, a la deforestación criminal que durante siglos el ser humano ha llevado a cabo sin pensar que un día la naturaleza le cobraría sus excesos.
Un filósofo o un escritor existencialista se preguntarían:
¿Vale la pena impulsar una inversión, generar un empleo, obtener –en efecto- un resultado, a cambio de endeudarse con la naturaleza y heredar a nuestros descendientes el pago de esa factura?

(3)
Desde el punto de vista ecológico, la respuesta a la anterior pregunta es un contundente No. Claro que no vale la pena llevar a cabo una explotación irracional de la naturaleza bajo una perspectiva coja, que sólo atiende un tema económico allí donde hay muchas más implicaciones de carácter vital.
El ser humano es mucho más que dinero, la sociedad, por tanto, es mucho más que ganancias y poder.
Tal situación, donde la ambición, la codicia, se coloca por encima del sentido humano que debe regidor todo acto de explotación de los recursos naturales, no deben ser. Pero así son.


(4)
Meses atrás, en Coatzacoalcos, un grupo de transportistas explotaba una duna como cobro a una deuda oficial por servicios a la obra del inacabado Túnel Sumergido.
Sin más: los transportistas aceptaron cobrarse con tal material, varios millones de pesos que se les adeudan e iniciaron el acarreo a través de sus camiones de volteo.
Finalmente, la acción se detuvo porque los clientes detectaron que la arena está contaminada y no sirve para construir.
El gobierno que ordenó pagar con esa arena una deuda oficial y los transportistas que aceptaron el pago en especie, evitaron observar un detalle: las dunas cumplen una función fundamental en los ecosistemas: protegen a diversos nichos ecológicos –con flora y fauna que conviven en su interior- de azotes del viento, de inundaciones, de lluvias excesivas.
El de Coatzacoalcos fue como el ejemplo del árbol: los protagonistas de la historia vieron la parte económica del árbol e ignoraron la importancia vital de dicho elemento de la naturaleza.
No debieron haberlo hecho. Pero lo hicieron.
Y lo realizaron porque tienen el poder para ello.
Y ya.
Entendido así, el poder es una herramienta negativa y esa no es la esencia para la que nació.
Volvemos a los existencialistas, que se preguntarían:
¿Vale la pena ejercer el poder para causar daño?
Y otra vez, la respuesta es NO.
Claro que no vale la pena ejercer el poder para hacer daño.
Y aunque una acción así surja de la ignorancia -más que de la mala fe- el peligro es el mismo porque la consecuencia es la misma.
Una cosa es lo que debemos hacer con el poder y otra cosa es lo que hacemos con él.

(5)
En San Andrés Tuxtla, el alcalde Manuel Rosendo Pelayo se encuentra ante una disyuntiva semejante a la del árbol.
Hay intereses económicos, financieros y políticos encaminados a explotar un banco de piedra basáltica en la comunidad de Balzapote.
Dicho material se emplearía en el relleno para la ampliación del Puerto de Veracruz.
La de Balzapote es una comunidad con playa, que forma parte de la Reserva de la Biósfera de Los Tuxtlas.
Esto sería motivo suficiente para proteger su rico nicho ecológico de una explotación que a largo podría resultar muy cara para la región de Los Tuxtlas en particular y para el medio ambiente de México y del planeta en general.
Sólo que, como ya hemos planteado, el poder es el poder y a menudo se emplea en forma irracional.
¿Qué ocurrirá en Balzapote?

(6)
Ojalá los poderosos que decidirán por la solución para el relleno en la ampliación del puerto de Veracruz –cuyas afectaciones ecológicas son también una macro tragedia- entiendan que la economía y las finanzas sin un sentido esencialmente humano, no sirven más que para heredar grandes deudas de destrucción y muerte a las nuevas generaciones.
Para derribar un árbol, un solo árbol, es estrictamente necesario haber sembrado un bosque y haberlo cuidado y dejado crecer.
Sólo después de este largo y costoso proceso, tenemos derecho a generar los empleos y repartir el dinero que produce la caída de unas ramas.

(7)
Desde Nietzsche, a los existencialistas les preocupó que la llamada “Edad de la Razón” hubiese convertido al hombre en un ser ajeno a los otros elementos que conforman la vida más allá del raciocinio.
La conciencia es uno de ellos.

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