El presidente de Perú, Alan García, dijo que no le costará dejar el poder, pues “esa película ya la vi”; además, confía en la buena voluntad del presidente electo, Ollanta Humala, y está dispuesto a ser el mejor defensor de lo que éste haga durante su gestión
Internacionales
- 2011-07-26
Al hacer un balance de su gestión gubernamental, el presidente peruano Alan García dijo que le habría gustado abatir la pobreza en el país a 20%. También dijo que no le costará dejar el poder a su sucesor Ollanta Humala el próximo día 28, porque “esa película ya la vi”.
En seguida, extractos de la entrevista concedida por el mandatario:
El gobierno entrante le atribuye la desaceleración por las políticas que ha implementado el Ministerio de Economía, ¿usted a qué la atribuye?
Al cambio de gobierno y a la incertidumbre que existe sobre su orientación. No olvidemos que por cada sol que el Estado invierte, la empresa privada invierte más de tres soles.
Así, aunque el Estado redujera una mínima parte de sus inversiones, eso frente a la incertidumbre que todavía existe en el sector privado, casi no tiene significación. Las ventas de cemento, de automóviles han comenzado a declinar, y estoy seguro de que eso se revertirá a partir del 28 de julio con buenas señales por parte del nuevo presidente. Pero resulta casi natural que una propuesta más radical o, tal vez, más centrada en la acción del Estado, cree incertidumbres y retrase ciertas inversiones. Y me parece un poco injusto, comprensible como argumento político, pero desacertado económicamente.
Usted dice que el próximo gobierno es más tendiente a la acción del Estado, así que ¿podemos interpretar que el suyo fue lo contrario? Al cabo de estos cinco años, usted tiene muchas cifras que mostrar, pero se sigue percibiendo cierto descontento. ¿Qué ha fallado?
Podemos estar satisfechos del desempeño económico y social e inclusivo del país, comparándonos con otros países. El Perú en los últimos 8 años ha acumulado un crecimiento de 72%, Brasil 40%, Chile, 30%. El Perú ha reducido más la pobreza que otros países. Además, la desigualdad entre el 20% más rico y el 20% más pobre es mejor tratada que en Brasil, que es el más injusto del continente. Sólo Uruguay aventaja al Perú. Uno se pregunta: ¿quiénes están descontentos? En la elección, 67% de la población apoyó un modelo democrático de apertura al exterior, de inversión, de empleo y de inclusión. Había un 30% que planteaba un sistema distinto, que era el primer plan del señor Humala. Y tan consciente era de que 67% no estaba de acuerdo con ese plan, que ahora tenemos una hoja de ruta. El Perú en sí no está descontento, yo no me creo eso. La política no es simplemente economía, es también cultura, actitud histórica y forma de entender las cosas.
Usted dijo que Humala no era el cuco que se pensaba. ¿En el fondo usted no quería que un personaje que representaba sus inicios en la política, llegara a ser presidente?
No, yo quiero mucho al Perú, jamás quisiera que la experiencia velasquista se repita, pues aún estamos pagando sus consecuencias. Yo no creo que haya quien quiera detener la velocidad de crecimiento o sumir al país en una tasa de inflación enorme, o aislarlo. Yo no lo creo, y eso se lo decía al presidente (electo) Humala, que estoy convencido de que quiere hacer algo bueno y pasar a la Historia.
Entonces Humala no fue su delfín encubierto...
No, mi delfín encubierto fue primero Jorge del Castillo —bueno, no tan encubierto—, y luego Javier Velásquez. Las contradicciones internas del Apra ocasionaron que buscaran a otra persona. Hasta ahora no sé cómo llegaron a esa conclusión.
En su primer gobierno se sintió orgulloso del irrestricto respeto de la libertad de prensa. En éste, algunos lo responsabilizan de estar detrás del despido de periodistas.
De mí han dicho todo en la vida, salvo que soy idiota. Explíquenme la historia de un presidente que por cinco años escucha cómo despotrican de él en un programa y, faltando poco para irse, se va la periodista. No tiene asidero eso, hay que ser tonto para creerlo. Soy absolutamente respetuoso. Pero eso no significa que tenga que estar de acuerdo con lo que escribe una persona, pero tampoco el presidente va a salir a ponerse pico a pico. Si usted hace las cosas bien orientadas, por más que hubiera mala fe en algunos medios, que no es El Comercio, algunos medios chiquititos y pasajeros y políticos y electorales, por más que hubiera mala fe no se puede contra la realidad. El que se cree tonto o bruto quiere acabar con el adversario cerrándole el periódico o botando al periodista. Por favor.
Con todas las experiencias que ha tenido de recibir y entregar el poder, ¿qué sensaciones de confianza o desconfianza le genera el actual proceso?
Es un proceso de transferencia legal, pacífico. Hay buena voluntad, supongo que también temor de asumir una responsabilidad. Dejamos en limpio las cosas. He sido enemigo de que se nombren personas y soy partidario de que quienes tienen un cargo de confianza renuncien el 28 de julio. Si el nuevo presidente cree que es conveniente los renombrará. La transferencia se produce de manera adecuada y, como le he dicho al presidente (electo) Humala, para que el país le tenga confianza, usted tiene que confiar en algunas personas.
Y estoy dispuesto a ser el mejor defensor de lo que haga usted, y no sumarme a las críticas, a los cargamontones fáciles. Las personas cuando son acosadas reaccionan con lo más instintivo que tienen, y cuando confían desarrollan más su buena voluntad, y yo creo que el presidente (electo) Humala la tiene. No todos somos unos malvados que queremos que usted fracase. Mi deber es respaldar todo lo positivo.
Dicen que defiende a Humala para evitar que la fiscalización que le harán sea muy dura.
A mí si algo me ofende es cuando dicen… Yo no sé a cuántos candidatos he apoyado. Y últimamente ya no sé cuántas novias tengo. El periodismo puede ser el más vil de los oficios. Manchando honras, diciendo barbaridades, no se llega a mucho. No sé a cuántos candidatos he apoyado. Que apoyé a Castañeda, a Kuczynski. Es más... que los inventé, los inflé, los convencí. Soy un taumaturgo (mago) con unas fuerzas extraordinarias. Una especie de demonio.
¿Dónde vivirá después del 28?
Estoy alquilando una casa.
¿Va a vivir solo presidente?
Sí, claro.
¿Y a qué se va a dedicar?
Vuelvo a la universidad. Quiero hacer algo menos de gestión de Estado y más de historia.
¿Pero se queda en el Perú?
Sí. Salí cinco años para estudiar y después nueve años porque no podía vivir acá. Pero no tengo mejor lugar para vivir que el Perú y el único miedo que tengo es morir fuera.
¿Le va costar dejar el poder?
No porque esa película ya la vi.
Presidente, ¿cómo le deja a su sucesor el tema militar?
Primero, una perspectiva histórica del asunto. Por una cábala o maldición en los últimos 100 años ha tenido una sucesión de 10 años de poder militar, dos gobiernos civiles, diez años de poder militar. Después del primer gobierno de Fernando Belaunde tuvimos doce años de militares, luego Fernando Belaunde de nuevo. Alan García, luego una enorme influencia militar en el gobierno de Fujimori, que era un gobierno cívico-militar durante diez años. Después de eso Toledo y García, entonces el peligro era que se repita el ciclo.
Hay quienes dicen, mire el presidente Humala es del Ejército, como su hermano y tienen esa influencia. Pero ha salido elegido. En segundo lugar, creo que después de la experiencia de la dictadura no le queda a los profesionales militares mucho deseo de meterse en ninguna aventura política, porque eso siempre termina mal. En tercer lugar, creo que tanto en el régimen de Toledo como en el mío ha habido un equilibrio exacto, lo que se llama subordinación funcional de las instituciones no deliberativas al poder democrático civil. Creo que eso se ha mantenido y espero que así se mantenga.
¿Ha menguado también la amenaza belicista?
Ha menguado.
Se hizo a nivel regional.
Sí, con Ecuador tenemos una relación de hermandad absoluta que debería, desde mi punto de vista, partir ya desde una relación humana, de confianza, que imparta carácter hacia los pueblos. Yo sí creo que deberíamos pasar ya con el tema de Ecuador a retirar nuestras fuerzas más lejos (de las fronteras), desmilitarizar y hacer zonas regionales.
¿El narcotráfico sigue siendo un flagelo durísimo?
Sí lo es, pero no comparto el pesimismo de algunas personas que dicen que hay 10 mil hectáreas más. No se olvide que la acción de (Álvaro) Uribe (en Colombia), pero con 2 mil 500 millones de dólares del gobierno americano, empujó el globo a otra dirección. Entonces nos aparecen 4 mil hectáreas en el Putumayo.
Los narcotraficantes y cocaleros se refugian en el área peligrosa del VRAE (Valle del Río Apurímac y Eme) y zonas aledañas, entonces obviamente no se ha tenido éxito, a pesar de que anualmente se retiran a mano plantones [de hoja de coca] en 10 mil hectáreas. Además, se han abierto nuevos mercados (para la droga), el mercado ruso, chino, más pequeño, pero el europeo ha crecido exponencialmente.
Entonces por más que usted captura cantidades inmensas, toneladas de clorhidrato, a pesar de esto, continúa la presión de los precios jalando la producción.
¿Está soltero o tiene pareja?
No. Estoy solo.
Está de moda el tema de la familia y el poder, ¿desde su experiencia cómo ve eso?
Mi hermano Carlos, que murió al comenzar mi gobierno, nunca entró a palacio de gobierno porque yo era muy cuidadoso. Yo venía de España, donde había el “hermanísimo”, el “cuñadísimo” y, en el caso del nuestro país, “el primer amigo”. Entonces, había que ser muy cuidadoso. Además, al comienzo de mi gobierno derogamos la existencia del despacho de la primera dama, constitucionalmente no existe este cargo.
Se le puede dar un trato de cortesía a la primera dama y mi mujer, la señora Pilar (Nores) lo entendió muy bien. No puede ser que tenga el despacho con funcionarios como si fuera una ministra. ¿Qué pasa si mañana el presidente se separa?
A dos semanas de dejar la presidencia, ¿qué le hubiera gustado hacer que no pudo concretar en estos años?
A mí me hubiera gustado dejar la pobreza en 20%, pero el riesgo de gastar más en políticas sociales o infraestructura era poner al país en trance de inflación. Además, habría preferido que no ocurrieran algunos temas, ni los “petroaudios” ni el infausto suceso de Bagua, que para mí sigue siendo un asesinato sanguinario de policías.