12 años han pasado de aquella noche del 15 de septiembre del 2008 en la plaza Melchor Ocampo de #Morelia, y aún queda la duda y la sospecha de lo sucedido. El dolor y el recuerdo no se fue, aún permanece en los que estuvimos de cerca a este terrible momento.
Recuerdo aún las carcajadas y risas de los comensales en la verbena de Palacio de Gobierno, quienes por la emotividad del festejo, no se habían percatado de la desgracia que había sucedido afuera de este recinto.
Hubo uno que otro asistente, que omito el nombre, que incluso se burló de quienes arríbamos al festín en busca de una respuesta del ex gobernador Leonel Godoy Rangel, quien en el momento justo de una de las dos detonaciones, intentaba con enojo replicar una campaña para emular la arenga de Hidalgo, mientras abajo en la plancha, el olor a muerte y los gritos de dolor se mezclaban con la incertidumbre de los que estamos ahí.
Recuerdo mi llegada a ese festejo, los saludos con algunos funcionarios que incluso se les notaba nerviosos, ante la amenaza que ya había sido dada a conocer en un nivel “discreto” en el ámbito de gobierno, que incluso, meses después provocó despidos en funcionarios por la omisión de la misma.
La explosión que para algunos se confundió con un estallido de una planta de luz del campamento de Antorcha Campesina instalado a poco metros de la zona cero, fue lo que movió a los cuerpos de rescate y seguridad, quienes al igual que nosotros ( la prensa) nos adentrábamos en la multitud, comenzamo a ver otra escena, que podíamos sentir hasta en la suelas de nuestros zapatos, ya manchados de sangre proveniente de los más de decenas de heridos en este sitio.
Hoy, es un día para recordar ese momento de dolor, más que una fiesta o celebración, incluso algunos personajes políticos intentan borrar ese momento, y seguir en su ambición política para continuar en el poder.