La pandemia del COVID-19 dejará, para finales de este 2020, 100 mil muertos en México.
Estos 100 mil muertos son personas con historia familiar. Padres, madres, hijos, abuelos y niños que pasaron a ser simplemente números que alimentan las estadísticas.
Pero y ¿qué pasa con los dolientes que perdieron a sus seres queridos? ¿Las victimas que lloran su pérdida y su coraje porque muchos perdieron la vida por no ser atendidos en un hospital?
Está muy claro que el discurso no empata con la realidad; han politizado la crisis sanitaria, y la sociedad vive con la angustia y la incertidumbre de qué es lo que realmente está haciendo el sector salud del gobierno de la transformación.
En medio de esta pandemia los datos oficialistas son cuestionables, pues incluso en el seno del gobierno hay contradicciones.
Esta crisis sanitaria ha venido a desvelar la ineficiencia del sector salud y, al mismo tiempo, ha dado vida a una crisis económica que dejará a por lo menos 12 millones de desempleados para finales de este año.
El Banco de México se ha visto obligado a bajar las tasas de interés –hoy en día a 4.25%– propiciando una salida de capitales golondrinos que gozaban de tasas hasta de 8%
No hay inversión que venga de fuera por la incertidumbre y poca credibilidad en las políticas del gobierno actual.
El año próximo el gobierno pagará por el servicio de la deuda externa poco más de 700 mil millones de pesos, cifra mayor a los 600 mil millones de pesos que se destinarán al sector salud.
Al gobierno le falta dinero, mucho dinero, por eso están exprimiendo el gasto de programas estratégicos y, con la desaparición de fondos y fideicomisos públicos, sólo obtendrán alrededor de 68 mil millones de pesos, dizque para destinarlos a la salud. Y digo dizque, porque no tenemos la certeza de que esos recursos realmente vayan con ese destino y, al mismo tiempo, desaparezcan centros de investigación científica y tecnológica, el fondo para desastres, el fideicomiso para atletas de alto rendimiento –y luego querremos que nuestros atletas tragan muchas medallas olímpicas en año que viene.
Muchos de los fideicomisos se sostienen con recursos propios y, en este caso, su desaparición se traduce en expropiación por parte del gobierno.
Los recursos producto de la cancelación de los fideicomisos van a aumentar la bolsa discrecional que administra el Presidente de la República.
Es una lástima que haya un desprecio por el arte y la cultura al desaparecer el fondo que sirve para promover el aprendizaje y difusión de las artes.
Lo que ocurre es que esos recursos van a ir al “cochinito” que se usara pata las campañas electorales de MORENA.
El Presidente Andrés Manuel López Obrador ha manifestado que, con 100 mil manifestantes que pidan su salida, él se va; se retira a “ La Chingada”, nombre con el cual bautizó a su finca en Tabasco.
Extraña que el Presidente López Obrador se refiera con frecuencia a dejar la Presidencia si el pueblo lo manifiesta, pues suena a ingenuidad o desconocimiento respecto a que él no puede abandonar su puesto, al que llegó por el voto democrático de 30 millones de mexicanos, salvo que pida licencia, cometa un delito de lesa Patria o le aqueje un padecimiento que le impida ejercer el poder.
En medio de esta situación convulsa, de manifestaciones violentas por parte de agrupaciones sociales que demandan atención, como: las mujeres, los campesinos, y los padres de familia que reclaman medicamentos para curar el cáncer que sufren sus hijos, se suma la lucha política en el seno de MORENA, partido que no es partido del Presidente López Obrador para elegirá su dirigencia .
MORENA ha sido un movimiento político disfuncional que no ha logrado la institucionalidad como partido.
La lucha por la presidencia de MORENA es una lucha desfondada por el poder y no garantiza una gobernabilidad; ni siquiera conocemos su plataforma política. Este movimiento del lopezobradorismo incluye distintos temperamentos que polarizan las diversas corrientes lo que podría llegar a erosionar el sistema de partidos en nuestro país.
Preocupa la disputa interna de MORENA. En el realismo político es que se trata de una reyerta entre grupos por un proyecto del poder por el poder.
Mientras tanto, el Presidente López Obrador evade hablar en su mañanera de los problemas reales que enfrenta el país. Vuelve con la cantaleta de que España y el Papa le escriban pidiendo perdón y luego anuncia los festejos que vendrán el próximo año para conmemorar el nacimiento de Tenochtitlán y los 200 años de la consolidación de nuestra Independencia.
Todo esto para desviar la atención de los temas centrales como el combate a la inseguridad y a la pobreza.
No se aborda con puntualidad que lo presupuestado para las becas a 6 millones de jóvenes no alcanzará y lo que se ha hecho es un uso político de los programas sociales. Hay opacidad en el recuento de los pobres que reciben las dádivas del gobierno.
Este año los pobres serán más pobres; la pobreza extrema se convertirá en indigencia aunque se resistan a hablar de ello, y la clase media –como ya lo he mencionado– se ha proletarizado.
Hoy los políticos se convierten en empresarios del poder.
Tendremos un invierno frío con 100 mil muertos por la pandemia; con mujeres demandando seguridad pues hoy en día se registran 10 feminicidios cada 24 horas, cuando en la fuerza laboral del país, el 15% de los hogares, tienen como sostén a una mujer.
Urgen políticas públicas que atiendan de verdad el problema de género, los hombres y las mujeres que realizan el mismo trabajo, ellas ganan menos que los hombres, sólo por poner un ejemplo.
El año 2020 será un hoyo negro en el calendario de la humanidad y para México un año perdido, con estancamiento en la educación, con mayores carencias económicas y una crisis social con efectos que pueden ser desgarradores!
A seguir cuidándose del contagio; sigan las medidas sanitarias y no declinen el derecho a que hablemos y Digamos la Verdad!