Los ejidatarios tocaron la puerta de las autoridades federales para, primero, obtener apoyos y reforestar los manglares. Entre 2017 y 2021, el programa de compensación ambiental de la Conafor les otorgó recursos para la reforestación de 252 hectáreas de zonas devastadas por el incendio.
La labor fue titánica. Después del incendio, ante la falta de manglar, en el área crecieron especies invasoras como la anea (Typha dominguensis), el bejuco (Dalbergia brownei) y el tulillo ( Eleocharis cellulosa) que hicieron aún más difícil la regeneración natural del mangle. Además, los canales naturales de agua estaban tapados por la falta de desazolve (limpieza) y el efecto de la ganadería.
Elaboración de Chinampas para reforestación de manglar. Foto: Ejido
“Tuvimos que abrir a pico y pala los canales de agua; con el agua al cuello, hacer trabajos de desazolve (limpieza para que fluyera el agua) y (construir) miles de chinampas para asegurar la sobrevivencia de las plantas”, narra Edel Fernández, uno de los ejidatarios y quien estuvo al frente de varios grupos para la reforestación.
Las chinampas, pequeños montículos de tierra que en el centro de México se utilizan para sembrar en zonas de humedales, fueron utilizadas por los pescadores de Veracruz para sembrar hasta cinco plantas de mangle y evitar que se hundieran en el agua, permitiendo la sobrevivencia de los árboles. Así que los pescadores tuvieron que abrirse paso entre la laguna para reforestar 252 hectáreas donde sembraron 244 mil plantas de mangle de tres especies distintas: blanco (Laguncularia racemosa), rojo (Rhizophora mangle) y negro (Acicennia germinans).
Además, los ejidatarios realizaron más de 9 kilómetros de brechas cortafuego y se abrieron más de 12 mil metros de canales de agua en la zona. También se construyó una cerca perimetral, para evitar la invasión de lirio acuático, y una cabaña ecológica donde ahora hacen las asambleas ejidales.
La semilla del mangle ayuda a que se expanda el manglar. Foto Óscar Martínez
Los pescadores aseguran que la primera reforestación tuvo una sobrevivencia del 70%. Para la segunda, lograron una sobrevivencia de plantas de hasta el 95%. “Decidimos usar técnicas propias. Por ejemplo, a las chinampas que habíamos construido para sembrar los árboles les pusimos desechos orgánicos del manglar, para que conservaran la humedad, y luego semillas, así aunque se secaran, había otras posibilidades de crecimiento”, cuenta Edel Fernández.
La reforestación generó trabajo para pescadores de varias comunidades en el Sistema Lagunar. Héctor Mota Velazco, titular de la Conafor en Veracruz, explica que se evitó la migración de pescadores en busca de empleos, pero sobre todo “les dio un aprendizaje y concientización sobre el cuidado y el manejo sustentable de los recursos naturales”.
Edel, Albino y Venancio, habitantes de Costa de San Juan. Foto: Óscar Martínez.
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