México es uno de los países con la mejor infraestructura normativa para impulsar la transición energética, pero al mismo tiempo tiene una de las matrices energéticas más sucias del mundo por la quema de combustibles fósiles, afirmó Henry Jiménez Guanipa, abogado venezolano con más de 25 años de experiencia en el sector.
El jurista impartió la ponencia “Las brechas entre países y el cambio climático”, el pasado 21 de junio, en el marco de la Escuela Internacional de Verano de la Universidad Veracruzana (ISSUV) que en esta edición llevó por título “El cambio climático ¡está aquí!”, desarrollada del 20 al 24 de este mes en la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información (USBI), por iniciativa de la Dirección General de Relaciones Internacionales de esta casa de estudios.
En este evento también colaboró el Programa de Estudios de Cambio Climático (PECCUV), el Centro de Ciencias de la Tierra (CCT) y la Cátedra UNESCO sobre Ciudadanía, Educación y Sustentabilidad Ambiental del Desarrollo de la UV.
Henry Jiménez, promotor y cofundador de la Red Internacional sobre Cambio Climático, Energía y Derechos Humanos (RICEDH), subrayó que la lucha contra el cambio climático no es aleatoria, pero sí aislada y todos los países deben cooperar.
Recordó que hace 50 años, dentro de la Cumbre de Estocolmo, se inició un gran proceso con antecedentes importantes y estudios científicos que alertaban de lo que podía ocurrir en los próximos años con respecto al cambio climático.
En todo este transitar se llegó al Acuerdo de París, donde se establecieron dos estrategias importantes para enfrentar el cambio climático: la mitigación y adaptación.
La mitigación se refiere a las acciones que deben emprenderse para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, a través de una transformación radical en la forma en cómo se produce, genera y se consume la energía.
“Por cierto, el planeta se ha debilitado en la medida en que acabamos con los bosques, con los océanos que son los grandes depósitos, receptores de CO2.”
Subrayó que el mercado energético está dominado por las fuentes fósiles que irrumpieron en el siglo XIX. Aunque cambiaron la forma de vivir, actualmente la cantidad de gases y quema de combustibles fósiles han agotado completamente las capacidades del sistema climático de la tierra.
“Se debe cambiar radicalmente la forma en que generamos energía para hacer efectiva la acción de mitigación.”
Enfocándose en materia energética respecto a América Latina (AL) y el Caribe, Henry Jiménez dio a conocer que Costa Rica es el país con la mayor generación de energía eléctrica, en un 70 por ciento.
Por su parte, Brasil supera el 65 por ciento y es el segundo país después de China que más produce energía eléctrica a través de la fuente hídrica.
América Central promedia cerca de un 40 por ciento; la región Andina, un 60 por ciento; y el sur ronda el 42 por ciento, con excepción de Argentina que sólo tiene un cuatro por ciento.
Recalcó que dichas cifras son relevantes para analizar el tema de las brechas entre países, pues en el caso de México, caracterizado por su gran riqueza de caudales de ríos y lluvias, apenas alcanza el 12 por ciento, y el Caribe un cinco por ciento.
Resaltó que esta nación es una de las matrices energéticas más sucias del mundo por la quema de combustibles fósiles, lo cual representa una brecha importante.
De igual forma, mencionó que cuatro países en el mundo ya generan el 100 por ciento de la energía eléctrica a base de fuentes renovables: Uruguay, Costa Rica, Islandia y Noruega, “eso no quiere decir que hayan emprendido una transición energética, pero sí una transformación”.
Tan sólo Uruguay ha logrado incorporar más del 30 por ciento de energía eólica a su matriz energética. El resto se produce con materia eléctrica y solar.
También apuntó que en AL y el Caribe, el petróleo y sus derivados alcanzan casi el 50 por ciento de la matriz energética regional; el carbón, cinco por ciento; gas natural, 12 por ciento; y la biomasa, 17 por ciento.
La participación de la electricidad es menor al 20 por ciento, donde se combinan fuentes renovables, térmicas y quema de combustibles fósiles.
En cuanto al consumo, el transporte tiene el liderazgo, seguido del sector industrial, residencial, agricultura, comercio y servicios.
Por ello, en el sector de transporte debe haber una transformación en cuanto al consumo de energía para lograr un efecto de reducción de gases de efecto invernadero.
En su ponencia, expuso que de acuerdo con una simulación hecha por la Organización Latinoamericana de la Energía (OLADE), el escenario para 2050 es catastrófico, pues la región aportaría muy poco a la reducción de gases de efecto invernadero.
“Estarían incumpliendo con las contribuciones nacionalmente determinadas, de acuerdo con esta simulación que se acerca mucho a la realidad.”
Centrado en esta misma parte geográfica, dijo que la principal fuente de energía es la hídrica. De hecho, a nivel mundial AL produce más energía eléctrica a base de fuentes hídricas.
Sin embargo, las grandes hidroeléctricas erigidas entre 1970 y 1990 ya no son sostenibles porque en el proceso de construcción se han detectado muchos problemas relacionados con derechos humanos, desplazamiento de poblaciones indígenas, inundaciones de grandes territorios cultivables, y desaparición de pueblos enteros.
Por ello, hoy en día hidroeléctricas con esas dimensiones ya no se construyen y son muy cuestionadas, incluso muchas están sometidas a control, revisión y demandas, enfatizó Henry Jiménez.
En la actualidad la generación térmica ocupa un 40 por ciento, cifra cercana a la hídrica; la térmica renovable y la eólica tienen un cinco por ciento; la nuclear, dos por ciento; y la solar, uno por ciento.
“En términos de energías renovables estamos muy lejos de lo esperado, deberíamos estar mejor posicionados.”
No obstante, reflexionó en torno a que esta fuente energética renovable también se encuentra amenazada por el cambio climático, ya que muchos ríos potentes se están quedando sin sus cauces. Se calcula que para 2040 se podría perder más de una cuarta parte de los afluentes y la capacidad de producir energía
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