La noticia convulsionó al mundo entero hace apenas unos días: 53 migrantes murieron asfixiados en un tráiler abandonado Texas, ahí había 27 mexicanos.
¿Quién iba a pensar que esa desgracia iba a tener eco en un pequeño pueblo de las montañas de Veracruz?
Cansados de las pocas oportunidades y con la efervescencia de la Juventud, Misael de 16 años emprendió camino hacia Estados Unidos en búsqueda del sueño americano junto a sus dos primos Yair de 21 años y Yovani de 16 años.
Los jóvenes tenían otras ilusiones, querían un automóvil, una casa, y el dinero obtenido por elaborar zapatos ya resultaba insuficiente, así que hace dos semanas decidieron partir para alcanzar su sueño con mejores salarios en Estados Unidos donde tenían familia.
El gobierno del estado ha confirmado que son cuatro veracruzanos los hallados entre los 27 mexicanos muertos en el tráiler. Misael fue el primer identificado por la familia y la noticia conmocionó a su localidad al grado de paralizarla.
-No estamos acostumbrados a esto-comenta un poblador mientras observa al grupo de periodistas que hacemos guardia- Sí vienen a grabar y tomar fotos cuando es la fiesta o el rodeo, pero nunca por una cosa tan fea como esta.
Ahora la familia espera noticias sobre los hermanos Yair de 21 años y Yovani de 16 años.
Con mucha amabilidad, incluso con cierta candidez, los familiares y amigos de Misael piden a los reporteros un poco de privacidad al mismo tiempo que nos ofrecen refresco, café e incluso comida.
El tiempo pasa y la desesperación es visible y tensa el aire de las montañas naolinqueñas y del hogar de Misael.
De pronto llegan los padres.
Los acompañantes corren a abrazar a la madre que llora pero no pierde la entereza en ningún momento. Han reconocido el cuerpo a distancia y por ahora sólo les queda esperar que la burocracia Estadounidense y Mexicana, que promete ser expedita por tratarse de ese caso , haga las diligencias para que puedan despedir propiamente el cuerpo y alma de Misael.
Cuando la madre se repone un poco, se dirige a su casa. Un sacerdote joven arriba a la casa y dirige unas palabras a los familiares antes de comenzar un rezo. Otro grupo de mujeres toma una imagen de San Marcos y con flores la llevan al altar improvisado en la casa de los padres de Misael donde reposa una foto suya: Joven , con un rostro limpio de bello facial y peinado a la moda, con la mirada galante y al mismo tiempo inocente, justo como son los adolescentes.
Comienzan los rezos y cánticos entre lágrimas y abrazos con pesar.
Queda esperar al dueño de ese rostro envuelto en una caja de madera que habrá cruzado dos países. Habrá sin duda más café, más rezos, más lágrimas y un velorio prolongado que sólo martiriza a una golpeada familia de San Marcos que se ve obligada a despedir a un cuerpo que aún no llega, soportando la peor de las esperas
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