Para el mediodía todo el transporte público de la ciudad se cerrará por la llegada del huracán, al igual que los puentes y túneles de acceso a Manhattan, Brooklyn y Queens
Internacionales
- 2011-08-27
El mayor sistema de trenes subterráneos del país y la llegada de vuelos a los cinco aeropuertos principales de Nueva York cesarían de operar el sábado al mediodía debido a la llegada del huracán Irene a la costa oriental estadounidense.
Con la paralización del sistema de transporte, millones de residentes, desde el distrito del Bronx en el norte de la ciudad hasta los distritos de Manhattan, Brooklyn y Queens al oeste tendrán que valerse por su cuenta para ir y regresar a sus destinos.
El alcalde Michael Bloomberg pidió a los que tengan que partir que lo hagan de inmediato. La ciudad no tiene recursos suficientes para evacuar a todo el mundo cuando empeoren las condiciones climatológicas, insistió, menos de tres horas antes de que el sistema de transporte público quede inactivo.
"Quedarse es peligroso y una locura y va contra la ley, por lo que pedimos a todos los que se encuentren en la zona de evacuación que no esperen hasta que lleguen los vientos huracanados", afirmó en una conferencia de prensa en Coney Island al llegar las primeras lluvias torrenciales. "El momento de marcharse es ahora mismo".
Entre ellos estaba Abe Feinstein, de 82 años, que desde la década de 1960 ha vivido en el octavo piso de un edificio con vista a la avenida costera de Coney Island. Es una de las zonas que deben ser evacuadas, y el viernes aún estaba llena de residentes y visitantes. "¿Cómo puedo salir de Coney Island? ¿Qué haré? ¿Ponerme a correr con esta caminadora (para ancianos)?", indicó.
Empero, Feinstein no estaba preocupado. Recordó haber visto llegar en 1985 un huracán desde un apartamento a poca distancia de donde vive ahora. "No tengo nada de qué preocuparme", dijo Feinstein. "He pasado ya por malas condiciones climatológicas. Para nosotros no será un problema".
Los puentes y túneles podrían ser cerrados a medida que la tormenta se acerca. Los taxis en la zona metropolitana de Nueva York iban a cambiar sus tarifas, de forma que a los usuarios se les cobraría de acuerdo con la zona que visiten, en lugar de hacerlo en base a la distancia recorrida.
Para el sábado por la mañana muchos residentes de la ciudad ya habían obedecido las órdenes por la llegada de la tormenta. Los puentes y las calles estaban casi vacíos, y muy pocas personas caminaban o manejaban vehículos. Los trenes del sistema subterráneo que recorren la parte occidental de Manhattan iban casi sin pasajeros.