Reina inquietud entre republicanos tras un deslucido Supermartes
Internacionales
El Universal - 2012-03-08
Envalentonados con la victoria de Ohio en las elecciones primarias del Supermartes, los principales asesores de la campaña de Mitt Romney aseguraron ayer que tendría que ocurrir un cataclismo para que el ex gobernador de Massachusetts pierda la nominación presidencial republicana a la presidencia de Estados Unidos.
“Dicho de otra manera, la nominación de Rick Santorum o de Newt Gingrich, es hoy algo imposible”, enfatizaron al defender los resultados obtenidos por Romney en 6 de los 10 estados en disputa en la jornada del Supermartes, donde Romney se alzó con una agónica victoria en el estratégico estado de Ohio.
Sin embargo, este exceso de confianza no coincidía con la sensación de inquietud y nerviosismo que priva en el Partido Republicano, donde la falta de un liderazgo convincente y la probabilidad de que el calendario de primarias se alargue y cueste más de lo esperado preocupa a quienes no están muy convencidos de la posibilidad de ganar a Barack Obama.
Romney no logra convencer a un vasto sector que cuestiona su tendencia extremista, lo que ha colaborado para ahuyentar a los independientes, acentuar las divisiones al interior del partido y reforzar la campaña de Obama. Romney “no está ganando” en los estados importantes, sino que “atraviesa cojeando la línea de meta”, dijo el director de campaña de Obama, Jim Messina.
Además, al nerviosismo de la tribu republicana se han sumado las inseguridades del propio Romney, quien ha decidido encastillarse en la defensa de las matemáticas que le favorecen con el mayor número de delegados. El ex gobernador se ha consolidado a la cabeza de los aspirantes republicanos con un total de 415 de los 1 mil 144 necesarios para hacerse con la nominación. Es decir, muy por delante de su más inmediato contendiente, Rick Santorum, quien acumula un total de 176; Newt Gingrich tiene una bolsa de 105 y Ron Paul es el último en el desfile de delegados conquistados, con un total de 47.
“No creemos que Santorum consiga alcanzarnos en el número de delegados”, dijo el equipo de Romney para confirmar así que la carrera del ex gobernador de Massachusetts a la Casa Blanca será de carácter táctico y enfocada en el número de apoyos y delegados que deberán conquistar para tratar de compensar la falta de empaque de una candidatura que sigue sin convencer a las bases conservadora y evangelista.
En este contexto, el equipo de Romney dio ayer la bienvenida al respaldo ofrecido por el ex gobernador de Nueva York, George Pataki. “Creo que ha llegado el momento de que todos los republicanos cerremos filas en torno a nuestro nominado. Mitt Romney es el mejor preparado y tendríamos que poner fin a este espectáculo de aspirantes republicanos atacándose mutuamente, mientras el presidente Obama sale beneficiado”, aseguró Pataki.
Pero tanto Santorum como Gingrich dijeron ayer a medios en EU que no renunciarán y que pueden ganar. Precisamente, el hecho de que Romney haya sido incapaz de conquistar el voto de la base evangelista y conservadora ha dado aliento a estos dos aspirantes, convencidos de que su popularidad entre la base más radical les permitirá seguir con vida.
La batalla por la nominación presidencial se libra así desde varias trincheras. La que defiende Romney para no perder el liderazgo en la contabilidad de victorias y delegados, y la que libran Santorum y Gingrich para disputarse el apoyo de la base evangelista y conservadora.
Los votantes se están aglutinando en dos grupos bien diferenciados: los que dan prioridad a la ideología y apoyan a Santorum y los partidarios de respaldar al candidato más “elegible”, que apuestan por Romney.
En el curso de las últimas horas, y tras sus victorias en Dakota del Norte, Tennessee y Oklahoma, también el equipo de Santorum pidió a Gingrich que se retire de la contienda para permitir la consolidación de una base conservadora en torno a las aspiraciones del ex senador por Pennsylvania, quien se mantiene en el segundo puesto y sería el único con oportunidades para alcanzar a Romney. Gingrich insiste en que se queda.