TAILANDIA: El narco mexicano en el Salón del Opio

Ancestral productor de opio, este país asiático es hoy fabricante de metanfetaminas a pesar de su propia “guerra contra el narcotráfico”; hasta allá fueron los cárteles mexicanos por la droga.

Internacionales

MILENIO - 2012-03-27

Al atravesar la ardiente y húmeda frontera de Camboya a Tailandia un letrero advierte en jemer, tailandés e inglés: “Atención. La producción, exportación y comercio de drogas se castiga con cadena perpetua o con la muerte”. A pesar de estas duras sanciones impuestas por el gobierno tailandés durante casi una década, el tráfico de enervantes se ha visto poco mermado en este país, calificado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como “uno de los mayores y crecientes mercados de metanfetaminas”, en el cual la presencia de narcos mexicanos no es ajena. De hecho, en el Salón del Opio, construido para concientizar sobre los años del consumo de las drogas, algunas fotografías de narcos mexicanos están en las paredes que muestran “a los asesinos” de personas por la venta de productos ilícitos.

En este país ha aumentado el tráfico de píldoras y psicoestimulantes en su forma más pura en los últimos años. De acuerdo con el Informe Mundial sobre Drogas 2011 de la ONU, el decomiso de tabletas de metanfetaminas en este país se incrementó de 14 millones en 2007 a 27 millones en 2009, mientras que las incautaciones de la misma sustancia pero en su forma cristalina pasó de 47 kilogramos en 2007 a 209 en 2009. Estos números se suman a los recientes y cuantiosos decomisos llevados a cabo por las autoridades locales y a los datos que señalan a 1.4 por ciento de la población nacional como consumidora de estos estimulantes. Actualmente los también llamados psicotrópicos, normalmente pastillas de colores que alteran el sistema nervioso central, son una droga de moda a escala global.

Para la misma ONU establecer el número de consumidores de metanfetaminas en el mundo parece complicado, pues calcula que existen entre 13.7 y 56.4 millones de usuarios de esta adictiva droga. En esta zona del sureste de Asia los traficantes de drogas sintéticas lo saben, y para esparcir la nueva mercancía aprovechan las rutas que por siglos fueron utilizadas para comerciar con opio. Por mucho tiempo Tailandia fue productor, consumidor y paso legal de drogas dentro de Asia y el mundo. Sin embargo, durante los últimos años la producción de esta droga ha tenido lugar en Myanmar y Laos para ser traficada hacia Tailandia y luego exportada a mercados tan remotos como Europa, Estados Unidos (EU) y América Latina, incluido México.

MILLONES DE TABLETAS

El pasado dos de marzo la policía de esta provincia de Chang Rai, ubicada al norte del país, logró el mayor decomiso de metanfetaminas de la historia de Tailandia. Luego de recibir una llamada anónima que advertía del trasiego de un gran cargamento, los uniformados lograron detener una camioneta tipo pick up en la carretera que une las localidades de Mae-Ai y Mae-Chan, esta última ubicada a unos kilómetros del famoso Triángulo Dorado, compuesto por Myanmar, Laos y Tailandia. En el interior del vehículo encontraron 34 maletas repletas de tabletas de metanfetaminas con un total de 4.8 millones de pastillas. De acuerdo con las autoridades tailandesas, cada pastilla tendría un valor en el mercado de 320 bahts (unos 131 pesos); es decir, que lo incautado el dos de marzo alcanzaría un gran total de mil 280 millones de bahts, alrededor de 110 millones de pesos. Este fastuoso decomiso, de acuerdo con la Comandancia Nacional de Drogas de Tailandia (CNDT), sería parte de los 26 millones de tabletas de metanfetaminas, 600 kilogramos de cristal, 200 kilos de heroína, 4.6 toneladas de cocaína, 4.2 millones de tabletas de pseudoefedrina y 4.6 toneladas de marihuana que se han incautado en el país tan sólo del 11 de septiembre de 2011 al 15 de marzo de este año. Además, en estos seis meses, las autoridades han detenido a 321 traficantes de “Ya Ba” o “Droga loca” (nombre con que se le conoce aquí a las píldoras de metanfetaminas) y a 143 contrabandistas de cristal, quienes habrían traficado el alcaloide a pesar de saber que se jugaban la vida.

CAPRICHOSA HISTORIA

Tailandia cuenta con una historia larga y tornadiza de producción, tráfico, venta y uso de narcóticos. En este país de contrastes económicos y sociales, hasta 1959 la producción y uso de drogas fue completamente legal. Por más de 100 años la antigua Siam —nombre anterior que recibía el reino que comprendía los territorios que hoy ocupan Camboya, Laos y Tailandia— logró ordenar a quienes utilizaban opio de manera regular. En 1939, mil 527 tiendas en todo el país contaban con licencia para vender la droga extraída de la cabeza de la planta conocida como “adormidera”. En 1937 estos establecimientos, anteriores a las coffee shops holandesas, aportaban ya el nueve por ciento de los ingresos totales del país. No obstante, para 1944 el negocio del opio creció a tal punto que el impuesto a la venta de esa droga llegó a significar 21 por ciento del total que recaudaba el reino.

Los negocios ascendieron motivados por el crecimiento exponencial de fumadores de la resina de la planta, de la cual también se produce la heroína. De acuerdo con documentos históricos consultados por M Semanal, en este territorio llegaron a existir 57 mil 532 fumadores de opio en 1939; para 1940 el número de usuarios de esa droga creció a 65 mil 299 y un año después, en 1941, llegó a 71 mil 219 —es decir, uno de cada tres tailandeses fumaban opio. También se sabe que durante la Segunda Guerra Mundial el mismo gobierno fue productor de la adormidera. El escandaloso incremento de fumadores, aunado a otros factores como la firma por parte de Tailandia de la Convención Internacional del Opio décadas antes, en 1912, en La Haya, Holanda, hicieron que en 1959 el país decretara ilegal la producción, transportación, venta y consumo de opio. De los miles de consumidores que llegaron a existir en el país, únicamente mil 401 adictos con dependencia crónica al consumo de ese enervante quedaron registrados ante el utópico pero real Departamento del Opio, perteneciente al Ministerio de Finanzas, y pudieron continuar utilizando la popular droga de manera legal.

CONEXIÓN MEXICANA

De acuerdo con el expediente confidencial 5291-1-060 de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) de México, en 1993 Jesús Amezcua Contreras, conocido como El Rey de las metanfetaminas, viajó por varios países de Oriente con la intención de buscar un proveedor de la sustancia precursora de las metanfetaminas: la efedrina. El también ex líder del cártel de Colima realizó el trayecto empujado por la oportunidad de negocios que representaba entonces la venta de esa sustancia en EU. Amezcua llegó a Tailandia en 1994, luego de haber contactado a un proveedor de efedrina en la India. Según se desprende del documento, el capo instaló una oficina en la capital, Bangkok, desde donde realizaba los pedidos de una a dos toneladas mensuales a una fábrica de la India. En ese tiempo, en México la efedrina era una sustancia completamente legal utilizada por laboratorios en la elaboración de fármacos. El cártel pagaba en la India 48 dólares por kilogramo, pero una vez en México era vendido a los estadunidenses a 400 dólares el kilo. De acuerdo con investigaciones de la Drug Enforcement Administration de EU, Amezcua y su organización llegaron a vender, entre marzo y octubre de 1994, hasta cinco toneladas de ese precursor vía marítima administrada desde Tailandia. Esta fue la primera vez que un narcotraficante mexicano pisaba estas tierras para negociar las drogas sintéticas con organizaciones asiáticas.

En el museo hay fotografías de algunos narcotraficantes mexicanos y cifras de lo que significa México como productor.

GUERRA “TAI” CONTRA LAS DROGAS

Con excepción de Bangkok, caminar por diferentes ciudades de Tailandia regularmente es seguro. Por las calles difícilmente se ve una persona bebiendo y casi nunca drogándose. Este clima de relativa calma se debe más al miedo que tienen quienes consumen drogas que a la verdadera erradicación de los estimulantes de la sociedad. En diciembre de 2002, durante el discurso con motivo de su cumpleaños, el rey Bhumibol Adulyadej hizo notar el alarmante incremento en el uso de drogas y calificó los niveles de consumo de narcóticos —principalmente sintéticos— de su pueblo como una “epidemia”.

En ese momento, el soberano más longevo en el trono de cualquier monarquía existente en el mundo, pidió a llevar a cabo una “guerra contra las drogas”. El entonces procurador general, Phichit Kunlawanit, llamó de inmediato al gobierno en curso a usar su mayoría parlamentaria para crear una corte especial encargada de juzgar a traficantes de drogas. Kunlawanit declaró entonces: “Si ejecutamos a 60 mil, nuestra tierra se levantará y nuestros descendientes escaparán del mal karma”.

Unas semanas después, el 14 de enero de 2003, en respuesta a la petición del Rey, el entonces primer ministro, Thaksin Shinawatra, lanzó una sangrienta campaña para dar con cualquier tipo de droga que se encontrara en territorio tailandés. Para ello ordenó buscar toda sustancia ilegal en “cada rincón del país”. En los siguientes meses las políticas de castigo a drogadictos cambiaron y por pueblos y ciudades se indagó a objetivos específicos. Además, oficiales de la policía recibieron recompensas por acabar con los sospechosos de tráfico y consumo incluidos en las listas negras creadas por el gobierno. De acuerdo con la organización Human Rights Watch (HRW), el número de asesinados tan sólo durante los primeros tres meses de la “guerra contra las drogas” en Tailandia fue de dos mil 275 personas. El gobierno aceptó que únicamente 50 por ciento de esas muertes fueron a manos de la Policía; el resto, argumentaron, “se trató de ajustes de cuentas entre los narcotraficantes y consumidores de drogas”.

A finales de 2003 el trabajo de Shinawatra, quien fuera derrocado en 2006 tras un golpe militar, fue elogiado por el rey Adulyadej, quien calificó la cruzada como buena: “ellos (HRW) deberían culpar a nuestros enemigos de los más de dos mil 500 muertos; éste es el pequeño precio. Si el Primer Ministro no hubiera actuado, con el paso del tiempo la cuota hubiera sido más alta”, señaló exactamente un año después durante su discurso de cumpleaños. Según la organización Hands Off Cain, una ONG encargada de monitorear a los países que aplican la pena capital en el mundo, la última vez que Tailandia ejecutó a una persona luego de ser detenida por tráfico de enervantes fue en 2003. No obstante, hoy 832 personas se encuentran en espera de recibir la inyección letal. La semana pasada el gobierno volvió a mostrar el músculo cuando al presentar el decomiso de 2.5 millones de pastillas en esta misma ciudad, el viceprimer ministro, Charlem Yoobamrung, dijo que los sentenciados deben morir a más tardar 30 días después del veredicto. Esto pareció no inmutar a las dos mujeres y al joven detenidos que eran presentados a la prensa local.

El Mayel, en el muro de los envenenadores

El punto donde concluyen casi todos los tours en el norte del país es el famoso Triángulo Dorado. A este lugar hordas de turistas llegan atraídos más por las historias relacionadas con el opio y sus capos que por la grandeza y belleza del río Mekong. Desde los paraderos de los autobuses turísticos, decorados con algunas bancas donadas por la DEA que pasan desapercibidas para la mayoría de los turistas, se puede apreciar claramente la “Y” que forman el río y los límites territoriales de Myanmar, Laos y Tailandia.

Escondido en este lugar y construido por órdenes de la fallecida princesa Srinagarindra, debajo de una colina, en una superficie de 40 hectáreas se encuentra un espacio educativo alejado del bullicio turístico: el Salón del Opio, inaugurado en 2004 luego de 10 años de trabajo y 12 millones de dólares de inversión. En este lugar los narcotraficantes mexicanos tienen cabida.

Desde la primera sala del museo se da cuenta de los principales países productores de la planta de adormidera en el mundo, entre ellos la propia Myanmar, Laos, Afganistán, Venezuela y México. Además se menciona a nuestro país como el principal distribuidor de heroína hacia EU, el más grande consumidor de esa droga en el mundo. Sobre un gran mapa instalado al fondo del salón se menciona que las organizaciones afganas prácticamente distribuyen droga a todo el mundo, con excepción de Centro y Sudamérica, “región controlada por los grupos mexicanos”.

Dentro de sus seis salas se hace mención de historias como la de Ismael Higuera Guerrero, El Mayel, ex líder de una célula de los Arellano Félix, detenido en el año 2000 y condenado en México por tráfico de cocaína. Además, se señala que el también conocido con el alias de El 30 fue acusado en EU de liderar varias células criminales encargadas del traslado “día a día, de grandes cantidades de cocaína” a San Diego, al condado de Imperial, y de esos puntos, trasegarla a Los Ángeles, California.

Se le encontraron dos credenciales del IFE, una de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Baja California que lo acreditaba como agente de la Ministerial, y otra de la Procuraduría General de la República (PGR) con el nombramiento de primer subcomandante de la Policía Judicial Federal, adscrito a la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos contra la Salud. Está detenido por transportación e introducción clandestina de cocaína y por facilitar el aterrizaje de aeronaves utilizadas en actividades ilícitas.

En una pared del museo se exhibe también la vida casi desconocida de Mario César Maldonado Silva, también colaborador de los Arellano Félix, sentenciado por los delitos de delincuencia organizada y contra la salud en la modalidad de suministro específico de clorhidrato de cocaína. Sus fotografías del momento de su aprehensión se exhiben en una sala dedicada a mostrar a famosos narcotraficantes, “quienes —dice la ficha museográfica— envenenan a nuestra sociedad”.

Maldonado Silva fue detenido junto con otras personas en un operativo militar en Ensenada, Baja California, en mayo de 2000. Brindaba protección a El Mayel en los lugares y casas de seguridad donde se realizaban actividades relacionadas con el narcotráfico. Se enfrentaron a tiros con el Ejército.

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