+ Columna del C.P. Renato P. Vázquez Chagoya, director del Semanario Sotavento
Zona Sur
Renato P. Vázquez Chagoya - 2015-02-02
Hernán Cortés llevaba al cuello una medalla de la Virgen de la Candelaria y quizá en el cuello de los marinos que con él venían, que la tenían como patrona y protectora, cuando se inicia la Conquista y Colonia Española en nuestras playas de Veracruz.
A pesar de la devoción que Cortés pudo tener a la Virgen de La Candelaria, no se propagó el culto a ella durante la Colonia Española, aunque sí apareció en nuestra región alrededor de la mitad del siglo XVIII.
Un documento firmado por el ingeniero y militar español Miguel del Corral, en diciembre de 1756, señala que existía en Jáltipan una cofradía erigida a la veneración de Nuestra Señora de La Candelaria.
Hacia 1792, desde Los Tuxtlas hacia el área de Huimanguillo existían 50 cofradías y hermandades. Al Santísimo Sacramento, estaban dedicadas seis a su veneración y seis a la Virgen del Rosario. Tres a la Virgen de Guadalupe y tres a la Virgen de La Concepción. Hubo otras dedicadas a la Virgen de los Dolores, San Pedro, San José y otros santos y vírgenes.
En 1792 Minatitlán no existía como tal. Existía un emplazamiento dedicado a la habilitación de madera, a través de un aserradero, conocido como La Fábrica, donde existía una incipiente población, integrada con gente de la región y de Tabasco.
El culto católico en la región del Coatzacoalcos se concentraba en Chinameca, que era la Cabecera Parroquial y comprendía las iglesias y capillas de: Jáltipan, Oterapan, Cosoleacaque, Minzapan, Moloacán, Ixhuatlán, Soteapan, Mecayapan y el área de Huimanguillo.
Cuando Tadeo Ortiz de Ayala es comisionado para la inspección y colonización de la región del Coatzacoalcos, consigna en su primer informe la propuesta de establecer un puerto, una aduana y una capilla en La Fábrica, que es de donde firmó el informe. Este informe proviene de 1824, sin que se conozca del establecimiento o funcionamiento de la referida capilla. El puerto y la aduana sí se instalaron, producto de un decreto del 8 de octubre de 1825, expedido por el primer presidente de México independiente Guadalupe Victoria.
Charles Braseeur refiere en su obra “Viaje al Istmo de Tehuantepec”, que el 17 de mayo de 1859 se inauguraría la nueva iglesia del pueblo de Minatitlán, construida con planchas de madera e inaugurada por el cura de Acayucan. La iglesia se construyó con fondos aportados en su mayor parte por don Francisco Soto, jefe de la aduana de Minatitlán.
No se puede precisar cuándo se inicia en Minatitlán la celebración de las Fiestas de la Candelaria. Don Viriato Da Silveira consigna como 1880 el año en que se iniciarían las festividades en su honor. Otras fuentes indican el año de 1879.
Lo que sí se sabe es que la celebración se realizaba en Jáltipan en Honor a la Virgen de La Candelaria, a pesar de que su santo patrón era y sigue siendo San Francisco y que a ella concurrían los monteros y sus familias cada año, a finales de enero y principios de febrero. Los monteros provenían río arriba del Coatzacoalcos, donde concurrían para adquirir en la feria que se instalaba, enseres, utensilios, ropa, muebles y objetos para la familia, que utilizarían en el siguiente ciclo de trabajo en las monterías.
Fue entonces, que los comerciantes y las autoridades organizaron festejos similares a los de Jáltipan para atraer a las familias que provenían de las monterías y obtener de ellos la derrama económica.
Al parecer, la maniobra no era tanto de carácter religioso sino de carácter mercantil.
Para 1892 la iglesia de Minatitlán adquiere la categoría de Cabecera Parroquial y tiene jurisdicción sobre los pueblos de Cosoleacaque, Ixhuatlàn, Moloacan, Hidalgotitlán, Zaragoza, Tonalá, Coacotla, y la hacienda del Carmen.
Fiestas del siglo XX
En Casa de Cultura de Minatitlán se conserva un cartel que anuncia “Las Fiestas fin de siglo XIX y principio de Siglo xx”, que incluye festejos desde el día primero de febrero y que nos fue obsequiado por don Cristóbal Gil (+).
Primero de febrero de 1901
Iniciando con la “función religiosa de costumbre”, las bandas de música en varios puntos de la población, el toque de campanas, y la tradicional mojiganga con las músicas al frente y, por supuesto, una lujosa cabalgata. También se elevarán globos, se procederá a la quema del torito encohetado y se harán los 21 disparos con el cañón que el alcalde encargó a la república de Transval. No faltará el izamiento de la bandera mexicana en el mástil del quiosco del parque, así como los bailes de piezas y de sones.
Dos de febrero de 1901
Para el siguiente día, o sea el “día grande”, el festejo se realizó cuando las bandas de música se embarcaron en pequeños vapores, que engalanados flámulas y gallardetes, al primer disparo del nuevo cañón se deslizarán sobre las aguas del río Coatzacoalcos, con el acompañamiento de los acordes de las bandas de música y el estruendo de los cohetes lanzados al aire. Todas las embarcaciones lucirían el pabellón mexicano. Y, también, las campañas de la iglesia se echarán al vuelo y se elevarán dos globos.
A mediodía, a bordo del vapor Mixtán selecto grupo de gentes partirán hacia Coachapa, donde se bailará y se tomará un lunch que ofrecerá el capitán de la embarcación.
En la noche del La Candelaria, se realizarán dos bailes, una de piezas de fantasía y otro de son. A las once de la noche se encenderá un castillo y se elevará un globo. A las nueve de la noche se realizará un baile de piezas de salón.
Tres de febrero de 1901
El tres de febrero, a las cinco de la mañana, las alegres dianas y sonoros pasodobles despertarán al vecindario, inclusive a los trasnochadores. El cañón rugirá, porque en el Transval, las campanas alegres y bulliciosas anunciarán la aurora, como alondras prisioneras. La comisión, en compañía de las bandas filarmónicas, se embarcará en los vaporcitos y lanchas para proceder al embalse del bravo ganado que se lidiará en la tarde. A las cuatro, dará principio la gran corrida de toros.
Cuatro de febrero de 1901
Se realizarán las mismas actividades que los días anteriores, con la variante de que las once de la mañana, en el llano de Tacoteno tendrá lugar una carrera de caballos, entre el caballo rucio Relámpago propiedad del áctivo comerciante Don Manuel Escalante y el hacendado Don Norberto T. Luna, y el alazán Centella, propiedad del hábil ganadero Don Manuel Esteves.
Cinco de febrero de 1901
Este día se celebró el primer aniversario de nuestra Carta Magna, en el siglo XX, festejándola de inusitada manera.
Al despertar la aurora en el Oriente, el cañón dejará oír su voz potente, las campañas sus metálicos sonidos, las bandas filarmónicas sus suntuosas notas, los cohetes sus fuertes estallidos y la muchedumbre toda, sus vivas y sus hurras a la Constitución y a los Constituyentes.
La comitiva compuesta de los empleados federales, del Estado y Municipales, y el pueblo en masa, se detendrán frente al edificio que ocupa la Jefatura Política y a las seis de la mañana, el C. Alberto Ladrón de Guevara, que es el actual jefe, izará el pabellón nacional.
A los señores José D. Tapia y Manuel P. Hernàndez, está encomendado el uso de la palabra en tan solemnes momentos.
A las doce del día se elevarán globos y harán los disparos de ordenanza.
En la tarde, paseo cívico y discursos alusivos a la fecha que se conmemora.
En la noche, además de los dos bailes del zócalo, tendrá efecto un suntuoso baile de salón. Lucirán las señoritas un hermoso lazo tricolor como cinturón y los caballeros, igual adorno en la solapa del frac.
A las once de la noche se encenderá el más hermoso de los castillos, mandado a construir y se elevarán globos..
El cartel lo firma “La Comisión”.
La Candelaria en la Revolución
Dice Alfredo Delgado Calderón en una “Semblanza histórica sobre el son jarocho y La Candelaria en el Istmo Veracruzano”, artículo incluido en una recopilación realizada por la Casa de Cultura de Minatitlán, con el título de “La Candelaria, fiesta que enaltece”, para celebrar las fiestas en el año de 1992:
“Durante los agitados de la revolución mexicana se sigue celebrando La Candelaria, aunque ya no con la misma fastuosidad de los primeros años del siglo XX. Eulogio P. Aguirre nos cuenta que el rebelde Cástulo Pérez y su compadre Álvaro Alor en una ocasión, en vísperas del festejo, secuestraron a la banda de música que iba a tocar a Minatitlán y se la llevaron a sus campamentos asentados en la rivera del Coatzacoalcos, para poder celebrar ellos La Candelaria a su modo.”.
“El fandango también estuvo presente en los campamentos revolucionarios, sobre todo en los alrededores de Hidalgotitlán y El Manatí, y en los campamentos de la Sierra de Soteapan.
“El acta levantada luego del asesinato de Hilario C. Salas, asienta que sus asesinos después de cometer su fechoría asistieron a un fandango en El Aguacate, hoy municipio de Hueyapan de Ocampo. Las botas del difunto Hilario C. Salas le sirvieron a sus asesinos para zapatear en la tarima que vibraba en el fandango de esa noche”.
Los festejos en honor a la Virgen de La Candelaria desaparecen cuando, a consecuencia de la expropiación, los extranjeros abandonan la producción agrícola en nuestra región y en el país, allá por 1940.
Los mejores fandangos en Minatitlán
Minatitlán, durante los primeros setenta años fue considerado como un lugar donde se disfrutaban los mejores fandangos de la región.
El antropólogo Antonio García de León, lo describe:
“Aquí estamos otra vez en Minatitlán, lugar que fue famoso por sus fandangos. Aquí recorrimos desde hace veinte años los barrios más bullangueros, con la tropa de Don Arcadio Hidalgo, caminando a golpe de jarana y guitarra de son los rincones de esta ciudad en crecimiento. Quién no recuerda los fandangos de Santa Clara, donde Chagoya, donde llegaba la música y el tablado; o los fandangos de La Bomba, Tacoteno o aquel últimos que vimos en La Curva, allá por 1972. Por aquellas callejuelas se arrimaban los músicos al tablado”.
Escrito en 1988, García de León diría:
“Ahora podemos decir que el trabajo de algunos –principalmente de Juan Meléndez y del grupo Mono Blanco, herederos de tío Arcadio– empieza ya a rendir frutos; los nuevos retoños están creciendo y pronto tendremos fandango de nuevo por todos lados, allí donde los viejos tablados se pudren atrás de las sinfonolas, en Jáltipan, en Acayucan, en Chinameca, en Coatzacoalcos.
Lo anterior nos da pie para recordar que la festividad de La Candelaria toma impulso en el gobierno municipal de Perfecto Aguirre Santiago (+), en el periodo 1986-1988.
Ya para 1992, la fiesta recobra su esplendor con un festejo coordinado por la Casa de Cultura de Minatitlán, donde hubo la participación de la autoridad municipal, del gobierno federal y del estatal, la Unidad Regional de Culturas Populares del sur de Veracruz, el Instituto Veracruzano de Cultura y otros organismos de tipo social, deportivo y cultural, como son Petróleos Mexicanos, la Asociación Deportiva Minatitlán, clubes de servicio y sociedades istmeñas.
El evento se distinguió por incluir en las festividades, la participación de productores primarios de satisfactores a través de la vendimia de productos del campo, desfile de carros alegóricos con la inclusión de sociedades istmeñas hermanadas con las jarochas, encuentro de jaraneros, paseos en lanchas, verbenas populares, pelea de gallos, carrera de caballos, concurso de pandorgas, jaripeo, gastronomía y artesanías. Y se conjugaron las tradicionales fiestas del istmo veracruzano con las del istmo oaxaqueño.
Existen en Minatitlán iglesias dedicadas a San Pedro, a Cristo Rey, a la Divina Providencia, al Divino Niño, a Judas Tadeo, al Espíritu Santo, a la Esperanza, a la Virgen de Guadalupe y otros santos y vírgenes, pero sería hasta el año 2011, cuando se consagró al culto de la Virgen de la Candelaria una capilla ubicada en la colonia Salubridad.