#ArrierosSomos: MINATITLÁN ,CIUDAD DEL PRIMER MUNDO

+ Columna del C.P. Renato P. Vázquez Chagoya, director del Semanario Sotavento

Zona Sur

Renato P. Vázquez Chagoya - 2015-09-07

Cuando Fernando Arturo platicaba -mi hermano recién fallecido el pasado día primero de este mes- daba gusto oírlo decir que “Minatitlán merecía ser una ciudad del primer mundo”. No admitía que los minatitlecos fuéramos catalogados como ciudadanos de segundo o tercer mundo.
-“No nos merecemos menos”, decía sobre el tema.
Y eso se comprobó con la asistencia a su velorio de sus amigos y conocidos. También de los que por circunstancias diversas enviaron mensajes o llamaron por teléfono, haciendo presencia. Pura gente de primer mundo, gente de vanguardia, gente inquieta que siempre ha luchado por mejorar Minatitlán, personas que han mantenido el progreso de nuestro pueblo como premisa en beneficio de las nuevas generaciones.
Todos, a su manera, desde distintas actividades, han sumado esfuerzos para sacar adelante a este pueblo generoso que nos ha visto nacer, crecer y desarrollarnos en muchos campos.
Todas ellas, personas de primer mundo.
Si eso significa calidad humana, debo decirles, que mi hermano Fernando Arturo tenía amigos de primer mundo.
La familia completa está agradecida por sus sentimientos.

Semblanza personal

Desde pequeño fue inquieto.
En secundaria, junto a Carlos Alejandro (+), nuestro hermano mayor, practicaron el fútbol, donde Fernando Arturo era un excelente centro delantero y magnífico goleador.
Estudiaría la preparatoria en la ciudad de México y como nuestro padre Palemón Vázquez Atilano (+) nos había enseñado algebra, taquigrafía, mecanografía e inglés, esos conocimientos le permitieron trabajar con gente de gran capacidad intelectual, como es el caso de Octavio Paz (+). La carrera de Arquitectura le absorbió el tiempo y se dedicaría totalmente a terminar sus estudios.
Con otros jóvenes minatitlecos, entre los que me incluyo, se formó el Ateneo de Minatitlán, A. C., que promovió junto al inolvidable Maestro Pablo Hernández Pérez, la primera biblioteca que tuvo el pueblo, en la Escuela Morelos.
Fue creador, junto a Abel Luciano Cruz y Luciano “Chanito” Vázquez, y otras gente, del primer INJUVER que hubo en Minatitlán. Se le recuerda por haber establecido talleres que permitieron a jóvenes formarse en la mecanografía, taquigrafía, costura, cocina y otras disciplinas que abrieron un mejor campo laboral.
Fernando Arturo fue fundador y presidente de la Sociedad de Arquitectos de Minatitlán, A. C.
Trabajó profesionalmente con el arquitecto Roberto Mora Erdman (+), a quien le decían “El Chacho” y después de un tiempo muy corto, empezó a trabajar por su cuenta, construyendo residencias en todo el sur de Veracruz, imprimiendo su estilo característico que lo sigue distinguiendo de los demás constructores.
Ejemplo de su genio arquitectónico es el proyecto de la Casa de Cultura de Minatitlán, Ver., y diversas construcciones diseminadas en la región sur de Veracruz.
Participó en la Alianza de Organizaciones de Minatitlán, A. C., que promovió distingas actividades en beneficio de este municipio.
Integrante activísimo del Club de Leones de Minatitlán, A.C., encargado y supervisor de la construcción de aulas en el área rural.
Fue integrante importante de Ejecutivos de Ventas y Mercadotecnia de Minatitlán, A. C.
Fue maestro o catedrático de dibujo técnico en la Escuela Secundaria y de Bachilleres Minatitlán.
Junto a otras personas, gestionó la construcción del Instituto Tecnológico de Minatitlán y de la Unidad de Ciencias de la Salud de la Universidad Veracruzana.
Estudió la carrera de Especialista en valuación de Bienes en la Universidad Veracruzana, obteniendo su título profesional como tal, y fue miembro del Instituto de Valuadores de la República Mexicana, A. C.
Presentó importantes iniciativas en el Instituto de Valuadores de la República Mexicana, A. C., que le valieron que la Universidad Popular Autónoma de Veracruz (UPAV), lo distinguiera con el título de “Doctor Honoris Causa”, que le fue entregado en la ciudad de Xalapa, Ver., por el entonces rector Dr. Guillermo Héctor Zúñiga Martínez (+), que a mi entender es el primero que recibe una persona residente del sur de Veracruz. El segundo lo sería don Tomás Enríquez Núñez, por su permanente aportación a las mejores causas de Minatitlán.
Y si creen que esas actividades le eran suficientes, fundó con Blandelino Alor Alor (+) el grupo que ahora lleva el nombre de “Café Literario de Casa de Cultura de Minatitlán, Ver., Blandelino Alor Alor”, organizando diversos eventos literarios con la presentación de connotados literatos y de los miembros integrantes del grupo. Este grupo ha logrado imprimir algunas obras, en las que se incluyen trabajos literarios de sus miembros y Fernando Arturo, es autor de varias publicaciones que han estado en el ánimo del público.
Incursionó en las artes plásticas y en la poesía.
Su mejor verso colgó en las paredes de su domicilio: “Dios, tu primer mandamiento es imposible, la amo más a ella”.
Quizá falte algo que señalar de su fructífera y productiva vida profesional y personal y lamento no poder recordarlas.
Baste decir que era una persona brillante, íntegra y realizada.

De cuerpo entero

Formó familia con la Profesora Teresa Castellanos Ronzón, con quien tuvo dos hijos Fernando Alberto y Jorge Arturo, quienes le sobreviven.
Fernando Arturo era un realzador. No se quedaba en la palabra ni en la recomendación, sino que tomaba acción para hacer lo que se proponía.
Con el espíritu joven, reía de todo y con todos. Le gustaba guasear con su familia, con sus amigos y conocidos. Era bromista por naturaleza. Mi abuelo Regino Chagoya Escudero (+) siempre nos decía que él había llegado a los 105 años porque reía y se burlaba de lo intrascendente, hasta de él mismo y que eso lo mantenía sano y vivo.
Siempre habló claro y si había que decir lo que era necesario, lo hacía. El compromiso era ser leal consigo mismo y con los demás. Las mentiras ni las medias verdades eran de él. En eso se distinguió.
Vivió intensamente, fue amiguero y sembró afectos duraderos y permanentes.
Tuvo, desde luego, sus defectos, pero quién nos los tiene.
Sabía comprender a sus iguales y le encantaba jugar con los niños de la familia, con los que se llevaba bien.
Fue -como todos mi hermanos- mi preferido.
No fue perfecto. Sólo fue un ser humano.

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