+ Columna del C.P. Renato P. Vázquez Chagoya, director del Semanario Sotavento
Zona Sur
Renato P. Vázquez Chagoya - 2015-09-28
Muchos son las maneras de gobernar, tantos como políticos existan.
Eso sí, todos presumen “sus logros”, costándole al erario público más de lo que erogan en cada acto de generosidad que demuestran.
Desde el presidente de la república hasta el más modesto subagente municipal “presume” sus acciones gubernamentales, como símbolo de “preocupación y generosidad”.
Sin embargo, quizá porque no somos políticos, nosotros en esos alardes de “preocupación y generosidad” de nuestros gobernantes vemos los bueno y lo malo.
Para no cansarlos, ahí les va nuestro análisis.
Crecen los pensionados de 65 y más
LO BUENO.- Siendo un programa federal, los delegados en los Estados presumen que cada mes, el número de beneficiados en su área de influencia, crece.
Leemos o escuchamos en los diversos medios que en tal comunidad aumentó el número de personas que tienen estas características que se ha beneficiado de las bondades de este programa. Y qué bueno que algunas personas tengan ese beneficio, que no debe darlo el gobierno federal ni los estatales ni los municipales.
LO MALO.- Cada vez que el gobierno eroga esos recursos, está demostrando que todos los días crece el nivel de protección que necesitan los ancianos.
Eso no es un orgullo, es la medida del fracaso de la administración pública.
Y lo mismo puede decirse de los demás programas que se han implementado para erradicar la pobreza, haciéndola más extensa.
El otorgamiento de todos esos recursos no hace más que enmascarar la falta de compromiso y responsabilidad de los familiares más cercanos de procurar una subsistencia y protección adecuada para sus mayores.
Y lo peor, enmascara el hecho de que los sistemas económicos y políticos que han impuesto los gobiernos, nada más no han funcionado y que en vez de mejorar a la sociedad, la han empobrecido.
Recorte de personal en entidades públicas
LO MALO.- Con esto de la crisis, los gobiernos de todos los niveles se han dado cuenta de que existen en su nómina, una gran cantidad de personas que no desquitan el sueldo, que no tienen función específica y que en nada benefician a la administración pública.
Son los famosos “aviadores”, que por muchas razones están incrustadas en la administración pública, quién sabe desde cuándo. Incluidos porque son amigos de…, sobrinos de…, parientes de… amiguitas de…etc., etc.,
Y desde luego, para justificar la medida que se toma, hay que señalar el origen de esas “desviaciones”, que al fin y al cabo son erogaciones fuera de norma, y que mejor que provengan de administraciones anteriores.
Tiene sus desventajas tomar esas medidas. Como son medidas forzadas por una crisis económica mundial y nacional, donde los presupuestos de “achicaron”, los que crearon derechos laborales y están muy cómodos cobrando sus quincenas, se sentirán afectados y recurrirán a las instancias de impartición de justicia laboral a reclamar un trato “digno a su esfuerzo y dedicación”. Traerá en algunos casos, un convenio de liquidación y en otros casos, un juicio laboral, que irremediablemente la institución pública pierde, teniendo que pagar una indemnización.
Lo malo es que no existe capacidad en las instituciones gubernamentales de administrar adecuadamente los dineros públicos, que por complacencia permiten el exceso de personal, creyendo que esa permisividad les dará simpatía y votos en el futuro.
Lo malo, es que la administraciones públicos tomaron mucho tiempo en darse cuenta de que estaban gastando lamentablemente los recursos públicos que pudieron haberse empleado en soluciones benéficas para la sociedad.
LO BUENO.- Lo que parece bueno, es que por fin dejarán de pagarse sueldos a gente que no las devengan. Dejarán de “trabajar” en los pasillos y dejarán de andar quitándole el tiempo a los que sí tienen que hacer en las oficinas públicas.
Lo bueno, es que el dinero que pagamos vía impuestos y derechos, se tendrá que usar racionalmente y adecuadamente en resolver necesidades de la población.
Audiencias públicas
LO BUENO.- Cada mes o cada dos meses, los políticos “ofrecen audiencias públicas” para escuchar las demandas de los ciudadanos.
Se llenan los pasillos de los palacios municipales o los parques públicos para atender estos quehaceres.
Movilizan a cientos de vecinos que se pararán frente a la autoridad, llámese presidente municipal, regidores o directores de área, para plantearle sus necesidades, formularles sus peticiones y escuchar las evasivas del caso.
Estarán horas y horas esperando ser atendidos.
En algunos casos, se les ofrecerá una bebida refrescante o un frugal alimento para mitigar el efecto de la espera.
Algo de bueno tienen esas audiencias públicas: Los ciudadanos, aunque sea, son “escuchados” por sordos. Y con esos basta.
LO MALO:- Uno de esos presidente municipales me presumía –he tenido la oportunidad de tener acceso a ellos– que la audiencia que había hecho en su municipio había sido la más copiosa del Estado y que por eso estaba contento.
Y quizá por mi tipo de respuesta es que no me quieren algunos funcionarios públicos, le comenté que debería estar preocupado y no contento.
Quiso saber de la razón de mi punto de vista y le dije que si tanta gente había ido a la audiencia pública, era consecuencia de la falta de atención hacia esa misma gente de parte de las autoridades que él encabezaba.
Desde luego, que esa respuesta incomodó a mi interlocutor, que no me ha vuelto a invitar a eventos públicos ni de otro tipo.
Como dicen mis amigos: -Sólo que sea por eso.
Cobros excesivos del personal
LO BUENO.- Las mismas medidas de austeridad que se están tomando en la actualidad en las entidades públicas, ha desatado un análisis razonado de las erogaciones que se hacen con los recursos públicos.
De todo se ha encontrado. Desde funcionarios que consumen excesivamente productos o servicios que no son aplicados en la función pública, ya que no se reflejan en la atención ciudadana ni en la solución de los problemas comunes, hasta sueldos que por excesivos son indecorosos, deshonestos y escandalosos.
Un ejemplo aparte, es el gasto de comidas de los funcionarios, sólo por el hecho de reunirse a platicar o a “cotorrear”, cuando bien puede pagar cada quien lo que consumen, o, en el mejor de los casos, ir a tomar sus alimentos a sus respectivos domicilios. A menos, que ahí, tampoco los quieran.
Lo bueno es que ya se sacaron a la luz pública y pueden discutirse y hasta convenirse de volver a un nivel adecuado según la función y de la utilidad del funcionario en cuestión. También de la capacidad actual de pago de la institución pública.
LO MALO.- Es que tratándose de un empleado municipal, estatal o federal, algún funcionario con autoridad suficiente, convino, otorgó o regaló esa prebenda al que está cobrando esos excesivos emolumentos, que ha dañado la economía de la entidad de que se trate.
Peor es, que abusando de los “compromisos” extra legales, donde se han beneficiados antiguos funcionarios, no se establezcan sanciones o castigos por tanta liberalidad en sus atribuciones, perjudicando de paso de manera casi permanente a la población que tiene que pagar el exceso de sus autoridades.
Lo peor en estos casos, es que aunque esos pagos son excesivos no se tomen medidas para evitarlos o reducirlos.
Y no faltará el cínico que diga: Lo malo es que a mí no me salpicaron.
Conclusión
En cada aspecto de la política, se dijo, tiene tantas aristas como políticos existan.
No es el caso particular de nuestros ayuntamientos. Es un efecto general que han ido “brotando” de la exhaustiva investigación que se está haciendo de las erogaciones del presupuesto público, debido a que los impuestos y derechos que se están captando son cada día menores y la capacidad de pago de nuestros gobiernos también se reducen.
Al que le venga el saco…