#ArrierosSomos: “NUESTROS” CANDIDATOS

+ Columna del C.P. Renato P. Vázquez Chagoya, director del Semanario Sotavento

Zona Sur

Renato P. Vázquez Chagoya - 2015-10-05

La población se pregunta en forma recurrente, ¿quién elige a los candidatos?, ¿quién tiene el poder de nombrarlos?, y ¿debemos votar por ellos?

Y créanlo o no, son preguntas difíciles de responder, máxime que uno no es especialista ni comentarista político.

Sin embargo, ahí va…

Cuando en nuestra vida empezábamos a considerar nuestro deseo de votar, las condiciones del país y de la política eran otras.

Hablamos de la última mitad del siglo XX, la que nos ha tocado vivir.

Recién se estrenaban en el país las organizaciones gremiales: Confederación de Trabajadores de México (CTM), Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP), Confederación Nacional Campesina (CNC), Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), Confederación Revolucionaria de Trabajadores (CRT) y otras que proliferaron porque hicieron alianza con los gobiernos “emanados de la Revolución”.

Se estableció entonces el “corporativismo”, en la que las organizaciones se comprometían a otorgar el apoyo siempre amplio y hasta espectacular de las organizaciones que “necesitaba” el gobierno en determinadas situaciones, a cambio de mantener la “autonomía” de las organizaciones, aparentemente libres de la intromisión gubernamental.

Desde luego que no fue así, porque si al que mandaba en el país, en el estado o en municipio no le era afín el dirigente o los dirigentes de su nivel político, influían para que nombraran a uno de su agrado.

Así era hasta el gobierno de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), que por compromisos internacionales se empezó a desmantelar el corporativismo, pero también porque ciertos grupos sindicales habían logrado un nivel de influencia tal, solo equiparable al de un secretario de Estado.

Tenemos que recordar que antes habían sofocado el movimiento de los ferrocarrileros en la década de los cincuenta, incluso encarcelando a sus líderes, entre ellos a Demetrio Vallejo. Ese sería también el camino que usó Salinas de Gortari para “descabezar” a los petroleros, encarcelando a Joaquín Hernández Galicia “La Quina” y presionar a Carlos Jongitud Barrios para dejarle el camino libre a Elba Esther Gordillo en el gremio magisterial.

No crean que los presidentes panistas fueron diferentes. Vicente Fox y Felipe Calderón desaparecieron a la Compañía de Luz y Fuerza, para también reducir el poder e importancia de su sindicato.

Conocemos la historia reciente con Elba Esther Gordillo para “dejar” la dirigencia del Sindicato Nacional de Trabajadores del Estado (SNTE) y “asilarse” en unas de las cárceles del país.

La influencia del corporativismo

El entendimiento entre organizaciones y gobierno, empezó a crear áreas de influencia que benefició a las partes.

El corporativismo aparentemente terminó con los caciques regionales y dio paso al poder de las organizaciones.

Así, en tiempo de elecciones, la organización de mayor número de afiliados y la más organizada, decidía en su seno al “pre candidato” que iba a contender una vez designado candidato en las elecciones de que se tratara. Y no crea que sólo bastaba la voluntad del líder local. No. Este tenía que consultar con su líder estatal, que a su vez lo hacía con su líder nacional. Obvio es pensar que el gobernante en turno también daba su opinión.

Una vez aprobado o “palomeado” el precandidato, era proclamado como tal por su organización. Ante ese pronunciamiento, las otras organizaciones “se adherían” mostrando sus simpatías para que se le ungiera candidato del partido. Se convocaba a una convención, donde ahí sí, se le nombraba “candidato de unidad”.

El compromiso de las organizaciones era la de llevar a las urnas a sus agremiados y hacerlo ganar en las elecciones. De ahí provenía el término de “acarreados”, tanto por su participación en los mítines que se organizaban como por su voto comprometido.

El procedimiento aparentemente era democrático, porque se elegía entre las organizaciones al que mejor garantizaba la conservación y el avance de los privilegios obtenidos por esos grupos.

Hay que considerar que no existían tantos partidos políticos como los hay hoy en día y que, los intereses políticos no eran tan diferentes entre sus dirigencias, existiendo pactos no escritos de respeto a las instituciones y a cambio de ello, se les facilitaba su participación en la política nacional y en los innumerables negocios que se hacían al amparo de la gestión gubernamental.

Ya no es por corazonadas

Cambiaron las formas, cambiaron los modos.

Sigue persistiendo la influencia de algunos grupos.

Se han erigido ante la pérdida de influencia del corporativismo, nuevos caciques regionales.

Ahora, indistintamente, organizaciones y nuevos caciques, propone a los candidatos que han de participar en los procesos electorales al “gran elector”, en que se erigen los gobernadores de los Estados y hasta el presidente de la república.

Con este sistema, igual que el anterior, el poder se concentra en las autoridades gubernamental que dan su complacencia de que tal o cual personaje sea el candidato. Y ya ninguna organización lo proclama precandidato, las demás organizaciones no publican su adhesión y sí son elegidos en convenciones de partido.

Hay una diferencia que los neófitos no percibimos. Las corazonadas de los dirigentes cambiaron por las encuestas.

Los gobernantes y los partidos políticos “echan mano” de este nuevo instrumento, científico dicen algunos, para saber quién de sus prospectos es el mejor “posicionado” respecto a los demás aspirantes y “jugar a la segura” en las elecciones.

En el caso de las elecciones para los ayuntamientos, para la conformación de la planilla se considera quién podría “acarrear” votos y el número de afiliados que tenga su organización estimando el número de personas “comprometidas con la causa”.

Influye, desde luego, la procedencia de los precandidatos. Quien esté mejor organizado, tenga mayores recursos y tenga los mejores aliados “allá arriba”, es el que tendrá derecho a poner a los puestos más importantes en los ayuntamientos. En el caso de los diputados sólo se elegirá a uno o dos, por aquello del suplente.

Estamos pues, ante cacicazgos personales y de organizaciones.

El poder ya no es absoluto

Uno que no está empapado en eso de la política no lo observa.

Sabemos sí, que los partidos políticos que contienden, tiene derecho a ocupar regidurías según la cantidad de votos que alcancen en la elección, y observamos que hay elementos de diversos partidos en los ayuntamientos.

Pero… Si antes una fuerza política tenía el poder de elegir y nombrar los componentes de un cabildo, ahora ya no es así.

En Minatitlán, además de los puestos “clave” que obtiene el grupo dominante, ya observamos la presencia de aliados de personajes locales, estatales y nacionales.

Vemos por ejemplo que hay gente identificada políticamente con los petroleros, con los maestros, con Flavino Ríos Alvarado, con Guadalupe Porras David, con Marcelo Montiel Montiel, con José Luis Almanza Kats y así por estilo.

En Coatezacoalcos casi es igual: Suenan Montiel Montiel, los Chagra, los Hillman, los Vasconcelos, los Anaya, los Theurel y sígale contando.

Es decir, el poder se está pulverizando y cabe preguntarse hacia dónde va a parar el usufructo del poder..
Antes, era un solo grupo el que decidía. Ahora ya son varias fuerzas políticas, que regatean derechos y privilegios, estableciendo los compromisos para lograr sus objetivos.
Todo cambia y esperamos que para bien.

¿Por quién votar?

Viene la parte más delicada.

Ya están en las planillas de votación los candidatos. No los conocemos y apenas si hemos oído hablar de ellos. No sabemos quiénes son ni que hacen. No sabemos cómo piensan ni cómo actúan. Tampoco sabemos de sus méritos para que los hayan registrado.

Y por principio de cuentas, uno se pregunta: ¿Quién les dijo que participaran?

Porque de repente, alguien descubre que “quiere” ser presidente, síndico o regidor., o de pérdida, diputado.

¿Quién le dijo que tiene la capacidad para serlo?
¿Quién lo impulsó a participar?
Todos piensan que si los que están ahora en el puesto, están menos capacitados que ellos, ¿por qué no intentarlo?

Pero esa premisa es falsa, porque por eso a los ayuntamientos, a los estados y a la república les está yendo como les va.

No basta con ser simpático, no basta ser buen tipo, ni basta ser “amigo” de…
Pero eso no lo vamos a cambiar a menos que empecemos a participar en los grupos de decisión. Nada se logra desde afuera. Hay que estar adentro para opinar, elegir o decidir.

La pasividad como camino no ha llevado a nadie a ningún destino… salvo que sea usted Ghandi.

Tenemos que empezar a integrarnos a los grupos de nuestra ciudad, sean religiosos, sociales, deportivos o políticos para saber cómo se hacen las cosas y cómo comprometer las decisiones de quienes nos dirigen.
Nada nos va a llegar de pura suerte.

Tenemos que prepararnos y organizarnos.
Pero, ¿mientras?
Averigüe como son los candidatos. Apunte cuáles son sus méritos y cuáles sus capacidades. Haga comparaciones y califíquelos.

No es mejor candidato el que sólo descalifica, el que insulta o el que recrimina. El mejor candidato es el que ha participado, el que propone, el que convoca y el que de siempre ha estado en el quehacer social y político y el que está dispuesto a comprometerse.

En el plano de oportunidades, el de mejores intenciones, no porque él lo diga, sino porque lo ha demostrado en su vida, será el mejor candidato.

Quizá se equivoque, porque el poder corrompe, pero tendrá la oportunidad de votar por el más coherente, entre su pensar y su actuar.

O, podrá usar la corazonada o, bien, empezar a hacer sus encuestas.
Qué tenga éxito.

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