+ Columna del C.P. Renato P. Vázquez Chagoya, director del Semanario Sotavento
Zona Sur
Renato P. Vázquez Chagoya - 2015-12-01
Bueno, eso de decir ¡Arrancan!, no que más que eso, un decir.
Ya tiene varios meses que los aspirantes a puestos públicos andan más movidos que Adalberto Martínez “Resortes” cuando se decidía bailar el Mambo número ocho... y eso, con acompañamiento de Tongolele. Esos sí que sabían moverse.
En todo el territorio veracruzano, los aspirantes a gobernar nuestro Estado se cruzan a cada rato, unos para arriba, otros para abajo y otros, nos bombardean a través de la televisión y la radio, para hacernos saber que “la quieren” y que si ellos llegan a ganar la elección, ellos si podrán.
De todos los sabores y de todos los colores pasan los puentes y los ríos para decirnos que son más buenos que el pan y que si “les hacemos el favor” de votar por ellos, ellos sí resolverán los problemas que los que fueron y los que están no han podido, no han querido o no se les pega la gana resolver.
La verdad que todos los aspirantes a gobernarnos nos dicen maravillas de sus intenciones, de sus generosos propósitos y de su inmaculada conducta pública y privada, así como de su “brillante trayectoria” en los puestos públicos, sea a la diputación local o a la gubernatura del Estado.
Y los promotores de esos personajes, como cada elección nos hacen creer que el que ellos promueven “ese, sí es el bueno”.
Y tenemos que creerles, hasta que llegue el siguiente aspirante a decirnos que él está una rayita arriba del anterior y que él sí será la solución.
Y nos volvemos receptores de ofrecimientos que a la media hora se nos olvidan, porque es difícil de creer que los que ofrecen “redimirnos” de todos los males que padecemos sean capaces y tengan la solución a tantos problemas que nos aquejan.
Lo que no nos dicen
Los aspirantes no nos dicen que han sido funcionarios públicos donde tuvieron la oportunidad de resolver los problemas y que por interés de grupo o del gobernante en turno, se vieron impedidos a resolver la problemática que les tocó atender.
No nos dicen que en su tiempo “fueron separados”, por no decir “corridos” de los puestos en que se desempeñaban.
No nos dicen, que su desempeño en la función pública fue mediocre o, que obedecieron a intereses de grupo o del que mandaba, subordinando su integridad y su capacidad a las “condiciones imperantes”.
No nos dicen, que medraron del erario público y que aun sabiendo que les era imposible desempeñarse con integridad, eficiencia y total capacidad, prefirieron quedarse y callar y no renunciaron... sea guantaron.
No nos dicen que tanto en un partido como en otro, la intención no es beneficiar a la población, sino la de conservar los privilegios de sus correligionarios o de sus partidos, por detentar y seguir detentando el poder.
No nos dicen que en “su equipo de trabajo o de promoción” pululan seres que un tiempo fueron nefastos y contrarios a los intereses de la población.
No nos dicen, que han tenido que callarse lo que saben en aras de permanecer en el ambiente político y de mantener su propio coto de poder.
No nos dicen que no tienen la menor idea de cómo van a gobernar nuestro Estado –aspirantes a la gubernatura – y a representar a nuestro distrito –aspirantes a diputados –, si son elegidos.
No nos dicen… no nos dicen…
¿Hay que creerles?
Desde luego que todos los aspirantes –a la gubernatura y a las diputaciones – tienen sus méritos y tienen sus desventajas.
No podemos descalificar, así de tajo, lo que cada uno ofrece ni sus cualidades.
Lo que sí tenemos que hacer y es nuestra obligación para decidir, es recurrir a un análisis de sus personalidades, de sus propuestas y sobre todo de sus intenciones.
Habrá, los que nos ofrezcan y hablen muy bonito. Hay que escucharlos, pero hay que estudiar si en su vida pública y privada confirman y garantizan lo que ofrecen.
Habrá otros, que serán más parcos –aunque esto es difícil en nuestros políticos – y sean más prudentes a la hora de ofrecer. También tenemos que saber qué han hecho y hasta recurrir a sus detractores para conocer aunque sea superficialmente su personalidad.
Estamos obligados a conocer de cada uno de ellos, su trayectoria profesional, política y social.
Por ejemplo, un aspirante a gobernador debe reunir por lo menos, un ejercicio político en la funciones del gobierno del Estado, debe ser o haber sido representante popular a nivel diputación local, o federal, o más calificado, como senador.
Un buen candidato debe ser líder o cabeza de grupo o de grupos, en que sustentar sus liderazgo, su carisma y su capacidad emprendedora.
No debe bastarnos su apariencia, aunque esto sea determinante, porque una persona que no se cuida menos nos va a cuidar.
Hay signos externos de la persona del aspirante, que nos indica cómo van a ser con los demás. No se crea de alguien que promete resolverle sus problemas, cuando no se cuida él mismo y no cuida a los suyos.
Analice a los aspirantes y analice su trato con los demás. Esto le dará un buen diagnóstico de su actuación privada y política.
Un aspirante distante o déspota con los demás, sencillamente no será un buen gobernante.
Y, por favor, confíe… No todo está perdido para nosotros los ciudadanos.
Aspirantes como hongos
En donde los aspirantes crecen como hongos, es en las diputaciones locales.
Cual más se siente con tamaños y méritos suficientes.
Se ignora de dónde sacaron que “son merecedores” de representarnos en la Legislatura del Estado.
Se ignora aún más, quién o quienes los postulan y qué representan.
Nada más en el distrito de Minatitlán ya la cifra alcanza la docena y para que no “se sientan” no los nombraremos ni por orden alfabético ni por orden de importancia, porque al fin y al cabo ni todos son importantes ni dejan de serlo… según ellos.
Aquí en este caso la selección será más fácil. Los conocemos y tenemos conocidos que los conocen y los tratan. Pregúnteles.
Desde luego, que varios aspiran por el “currículo”, para que digan que fueron pre o candidatos de algún partido.
Otros sueñan por la codiciada remuneración que nuestros diputados perciben y otros “detallitos” que les benefician.
Hay quienes aspiran porque es el camino a las presidencias municipales, según la última costumbre que se ha impuesto.
Los hay más audaces. Creen en un golpe de suerte y a pie juntillas sienten que van a desplazar a los que actualmente detentan el poder.
Observe bien a los aspirantes, averigüe si son buenos vecinos, si son buenos ciudadanos, si son buenos compañeros, si son personas responsables y sobre todo, si son personas solidarias.
Como les digo, tenga esperanza de que algún día nos toque alguien bueno.