+ Columna del C.P. Renato P. Vázquez Chagoya, director del Semanario Sotavento
Zona Sur
Renato P. Vázquez Chagoya - 2015-12-07
En la comparecencia que el secretario de Gobierno del estado de Veracruz, Flavino Ríos Alvarado hizo el pasado viernes en la Legislatura local, resalta su aseveración de que “La violencia es una percepción sicológica de la sociedad”.
Resulta señor secretario, que la violencia, con esas afirmaciones, viene precisamente del Estado que de alguna manera usted representa.
¿Cómo decirnos que la violencia es una percepción sicológica, cuando estamos sufriendo diariamente asaltos, robos, “levantones”, secuestros y ejecuciones en todo el estado de Veracruz?
Su afirmación en sí es una manifestación de violencia hacia los ciudadanos que están sufriendo en carne propia las actividades de grupos delincuenciales que asolan a la población.
Señor secretario, ¿es percepción sicológica el secuestro de la esposa de su sobrino? ¿Es percepción sicológica el secuestro de un familiar de su colaborador Ricardo Orozco Alor?
¿Sabe el secretario de Gobierno que en Minatitlán muchos negocios que cerraban sus establecimientos después de las ocho de la noche, están cerrando a las seis o las siete de la noche, a consecuencia de la “percepción sicológica de violencia”?
¿Sabrá el secretario de Gobierno de Veracruz, que cuando el Estado deja de pagar a proveedores y prestadores de servicio está incurriendo en actos de violencia contra la actividad comercial, industrial y de servicios y por lo tanto, en contra de la sociedad, máxime cuando de los más altos niveles del gobierno declaran que no deben nada?
¿Sabe el secretario de Gobierno que cuando el Estado incumple con sus compromisos políticos y económicos con la población está incurriendo en actividades de violencia?
¿Sabrá el señor secretario de Gobierno que ese tipo de afirmación enerva y molesta a la ciudadanía, que está indefensa y desprotegida, como es el caso de la Universidad Veracruzana, de Pensiones del Estado y de los pensionados del gobierno, que han tenido que manifestarse para exigir el cumplimiento del Estado?
¿Sabe el señor secretario de Gobierno, que la omisión de pago que hacen los ayuntamientos a sus proveedores y prestadores de servicios, es una forma violenta de tratar a la sociedad, que a través de sus actividades buscan la mejoría económica y social, máxime si los adeudos provienen de gobiernos municipales? Caso como el ayuntamiento de Coatzacoalcos, que heredó del anterior cuantiosos adeudos y que aún hoy, a pesar de lo que afirme públicamente el presidente municipal que ya las pagó, viene a sumarse a las innumerables mentiras dichas a la sociedad.
Tenemos que decirle al señor secretario de Gobierno del Estado, que las críticas, ataques y descalificaciones que los ciudadanos hacemos al gobierno y a sus funcionarios, entonces, deben considerase “percepciones sicológicas”. No más no menos.
Por favor, señor secretario, no nos falte al respeto.
Estábamos mejor cuando estábamos peor
Aquí en Minatitlán parece que esa máxima se cumple.
Empezaremos a decir que originalmente existían en la ciudad dos líneas de camiones. La primera fue la Río Portada, Curva y Anexas, que cubría el lado Este de la ciudad, circulando por la avenida Hidalgo, la calle Díaz Mirón, la Primero de Mayo, la 18 de Marzo, nuevamente la Hidalgo, hasta llegar al malecón para reiniciar su recorrido, en sentido inverso.
Existían los circuitos hacia la Portada Norte y hacia la Curva. Tal como lo señalo en el párrafo anterior, el que iniciaba por Díaz Mirón era el Portada Norte y el que iba por 18 de Marzo era el que iba a la Curva.
La denominación de Portada Norte viene desde el inicio de la refinería construida por los hermanos Pearson y la denominación de Curva, viene desde quién sabe cuándo, porque en el cruce de la calle Primero de Mayo, paralela a la colonia del mismo nombre y la 18 de Marzo era conocida como la Curva del Chivo, en honor se dice de una persona que tenía ese apodo. Otros dicen, que porque esa persona vendía chivos. Prometo que averiguaré la versión correcta.
La otra línea que empezó a operar en segundo término fue el de la Cooperativa Santa Clara, que diseño originalmente dos circuitos. Uno que iba directamente por el Mango hacia el panteón de la Santa Clara y el otro, que iba directamente del centro al Hospital Civil.
Posteriormente, con el crecimiento y principalmente con la instalación del Hospital Regional de Petróleos Mexicanos, con el funcionamiento del Instituto Tecnológico y la operación del Complejo Petroquímico Cosoleacaque, ambas líneas se peleaban –literalmente- cubrir esos nuevos asentamientos humanos.
Los servicios se ampliaron hacia la colonia Cuauhtémoc, a la Gravera y hacia la colonia Salubridad. También hacia el Jagüey, hacia las colonias Insurgentes, Patria Libre y otras, según se fue dando el crecimiento de la ciudad.
Hubo circuitos interiores, como el de la Curva, Cuauhtémoc y anexas, La Bomba, Guayabal, etc…, que ahora dejaron de atenderse.
Las líneas camioneras han reducido sus circuitos y han dado paso al servicio de taxis y eso también tiene una explicación económica. Si el pasaje del autobús era de siete u ocho pesos por personas y el del taxi era de trece cincuenta, convenía más abordar un taxis que hacia la corrida directa y todavía se ahorraba uno algunos pesos.
Claro, que también los camioneros prefieren circuitos más largos, donde se supone existe una mayor población a la que hay que servir.
Como quiera que sea, los tiempos no permitido mejorar los servicios públicos de transporte, sino que sensiblemente se han reducido.
¿Dónde estás, tamarindo, dónde estás?
Hubo una época, que por el color de sus uniformes, a los agentes de tránsito les decían “tamarindos”.
Había agentes que cuidaban la conducta de los conductores, que no cometieran infracciones al reglamento de Tránsito y que procuraran proteger al peatón. Los encontrábamos en los cruceros de nuestras calles y moderadamente levantaban infracciones a quienes transgredían lo estipulado por el reglamento.
Todo ha cambiado, ya no hay agentes de tránsito en nuestras calles y sólo observamos a los miembros del Mando Único trepados en las camionetas-grúas, que andan al acecho de los conductores que por comodidad, por descuido o por conveniencia procuran “sacar ventaja” de la ausencia de los vigilantes viales, para estacionarse en lugares restringidos o prohibidos, para “levantar” los vehículos y cobrar el consabido “arrastre” y por consiguiente la multa o la “mordida”.
La ausencia total de autoridades viales en nuestras calles ha ocasionado que los conductores, según muy leal saber y entender, utilicen las calles según su conveniencia, de tal manera que el conducir se ha vuelvo caótico y eso sería lo de menos, se ha vuelto agresivo hacia los demás conductores, con el riesgo de ocasionar colisiones y por lo mismo, lesiones en la integridad de los pasajeros del mismo vehículo que ocasiona el accidente como el que es impactado.
Tenemos que rezarle a “San” Arturo Bermúdez Zurita, secretario de Seguridad Pública en el Estado, para que ordene a sus subordinados para que su dependencia de Mando Único rescate las funciones de autoridad vial para garantizar orden, seguridad y la integridad del patrimonio y de la sociedad en su conjunto.
Tiene en sus manos un filón que el gobierno del Estado puede aprovechar para aumentar la recaudación gubernamental, pero además, para que la ciudadanía goce de protección y seguridad en su andar peatonal y vehicular.
Bermúdez Zurita no debe hacer caso de las voces que reclaman reducción de multas por irregularidades en la manera de conducir. Deben permanecer y por salud pública, debe obligarse a que los vehículos se conduzcan adecuadamente para beneficio de todos.