+ Columna del C.P. Renato P. Vázquez Chagoya, director del Semanario Sotavento
Zona Sur
Renato P. Vázquez Chagoya - 2015-12-28
Una de las deidades mesoamericanas más antiguas que existe como Dios del Fuego, desde hace 2,200 años, cuyo culto fue de los más extendidos, representa a un anciano lleno de arrugas y en ocasiones con grandes barbas, que calienta sus manos frente a un brasero, o bien, que porta el brasero sobre su cabeza. Huehueteótl, que así se llamaba al dios viejo del fuego, fue reverenciado durante más de diez siglos, no siendo difícil que el ritual donde se expresaba su creencia hubiese persistido, deformado en parte y despojado de su religiosidad, durante la época colonial hasta nuestros días.
Dentro de las múltiples fiestas del México antiguo, la última festividad del año estaba dedicada a Xiuhtecutli, el dios del fuego —cuyo nombre en náhuatl significa "Señor de los años—, llamado también Izcozauhqui, el de la cara amarilla y Huehueteótl, el dios viejo. Esta fiesta se celebraba a mediados del último mes del año mesoamericano.
Hacían una estatua del dios del fuego, formándola con varas y vistiéndola con ricas mantas, papeles y plumas. De cara, le ponían la máscara de un viejo, labrada en turquesa y en la cabeza una corona de la que sobresalían dos grandes plumas, una a cada lado de las sienes, a manera de cuernos.
Esa estatua se llamaba Milintoc. Enseguida la sentaban delante de una hoguera que encendían a media noche. Al día siguiente, quemaban frente a ella aves y animales que los niños habían cazado previamente y a cambio, los viejos sacerdotes les daban un tamal y pulque. Los adultos bebían, comían y cantaban frente a la estatua del viejo hasta la medianoche.
El último día del año, volvían a hacer la estatua de Milintoc, con su máscara de anciano, esta vez hecha de conchas, y las barbas y ojos, formados con piedras negras. Los niños y jóvenes volvían a llevar sus pequeñas presas cazadas en días anteriores, quemándolas en una hoguera que ardía frente a la estatua del dios viejo del fuego.
Cada cuatro años, el último día del año, hacían otra ceremonia en honor de Xiuhtecutli, en la que sacrificaban a varios esclavos vestidos con las insignias del dios viejo. En esta ceremonia también perforaban las orejas de niños y niñas para que pudiesen portar aretes u orejeras. Para que los niños crecieran se les tomaba la cabeza entre las manos y se les levantaba y a los magueyes y tunales los podaban con el mismo fin. Es de notarse que esto mismo se sigue haciendo entre nosotros, principalmente el "Sábado de Gloria".
Actualmente, la quema del viejo se realiza el último día del año y frecuentemente es acompañada por una farsa teatral, en la que participan niños y adultos, cuyos personajes principales son el mismo viejo, el cura, la viuda, el diablo, el doctor, las lloronas profesionales, los amigos del viejo y otros más.
En algunos lugares es costumbre dar lectura al testamento del viejo o cantar en estrofas satirizantes, para burlarse de personas conocidas, de políticos, de la situación social y de temas de interés general.
El viejo, por supuesto, es un muñeco, normalmente del tamaño de una persona que lleva la máscara de un anciano, hecho con ropas viejas, rellenas de aserrín y cohetes, que se quema a la medianoche del día 31 de diciembre.
Para algunos antropólogos la "quema del viejo" puede consistir en una pastorela, aunque anotan también que puede tener reminiscencias olmecas, debido a que presuntamente la connotación popoluca puede tomarse como "vejestorio", "viejo inútil", que puede traducirse como "tiempo transcurrido" o "tiempo computado".
Como quiera que sea, la quema del viejo es una ceremonia extraída de nuestros ancestros más antiguos, que resume el recuento de los días pasados, los tiempo vívidos, que nos permiten señalar la terminación de un período y el inicio de otro. Lo que pasó y lo que viene. Lo que se ha ido y lo que esperamos.
Quemamos con el fuego, lo que ya no queremos, nuestros errores, nuestras equivocaciones, nuestros sentimientos más negativos, nuestra parte obscura.
Purificamos el pasado y renovamos con energía, esperanza y fe, el futuro. Nuestro tiempo por venir. La expectativa de un tiempo y una posibilidad mejor. La renovación de nuestras capacidades y virtudes.
Y pedimos, sobre todo, que la felicidad alcance a los que queremos y apreciamos, para poder participar de ese gozo.
Una limosna para este pobre viejo,
Que anda todo roto,
que anda todo roto,
Por comer totopo.
Una limosna para este pobre viejo,
Que anda todo viejo,
Que anda todo viejo,
Por comer pellejo.
Sobre aviso no hay engaño
El pasado jueves 24 de diciembre de este año, como “regalo” de Navidad, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, que es la encargada de fijar los precios de los combustibles que vende Petróleos Mexicanos, informó que el precio de los combustibles “registrarán una reducción de 3.0%, debido a que la SHCP aplicará un nuevo esquema para determinar el costo de los combustibles de acuerdo con el mercado”.
¡Vaya!, piensa uno, hasta que el gobierno nos va a beneficiar.
Pero, no se crea, porque “del nuevo esquema” nos trae desalentadoras noticias.
También informa Hacienda que: “A partir de enero de 2016, el precio de las gasolinas y diésel en México registrará una reducción de 3.0 por ciento, ya que Hacienda aplicará un nuevo esquema para determinar el costo de los combustibles de acuerdo a las condiciones del mercado”.
Y aquí viene lo peor: Hacienda explica que los ajustes se harán mensualmente y para ello se aplicarán variaciones de menos 3.0 por ciento o más de 3.0 por ciento, respecto a los precios de 2015, con el objetivo de evitar la volatilidad de los precios.
En enero los precios podrán bajar en las once mil estaciones de servicio hasta 13-16 pesos por litro en la gasolina Magna, que representa una reducción de 41 centavos. La Premium se venderá en 13.98 pesos, es decir, 40 centavos menos y el Diésel se venderá a 13.77 pesos por litro, es decir, 43 centavos menos que el actual.
Pero… con los ajustes de “nuevo esquema” el precio de la gasolina Magna y Premum, respectivamente, pueden llegar a 13.98 y 14.81 pesos por litro. Y el Diésel puede llegar a costar por litro 14.63 pesos.
Por lo que el aviso de que la gasolina va a bajar no es más que un paliativo que nos darán en Enero, para después darnos una “palo-activo” en perjuicio de nuestra economía.
La promesa de que los precios de los combustibles se ajustarían según se fueran ajustando los precios internacionales del crudo, no fue más que una pantalla para hacernos creer que el discurso oficial era otro.
La realidad, nos dice que nos volvieron agarrar de “santos inocentes”.
Con tantas mentiras, corrupción, simulaciones y engaños, el gobierno excede su soberbia y su prepotencia.
El gobierno mismo está cerrando los caminos de la cordura y de la razón entre los ciudadanos y está creando más violencia de Estado que después no podrán resolver.
¿Estaremos a tiempo, todavía?