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+ Columna del C.P. Renato P. Vázquez Chagoya, director del Semanario Sotavento

Zona Sur

Renato P. Vázquez Chagoya - 2016-02-03

La información detallada más antigua que se tiene sobre las Festividades de la Virgen de la Candelaria, es un cartel cuyo encabezado reza “Las Fiestas fin de siglo XIX y principio de Siglo XX”, que fue obsequiado a Casa de Cultura de Minatitlán, Ver., por el fallecido vecino de la colonia Santa Clara, Don Cristóbal Gil.

Según lo que se describe en dicho cartel, las fiestas iniciaban el primero de febrero de 1901 con una función religiosa, como era costumbre, con la ejecución de melodías por las bandas de música en distintos puntos de la Villa de Minatitlán, con el toque de campanas de la iglesia, con la tradicional mojigangas con “las músicas al frente” y, por supuesto, una lujosa cabalgata. También se elevaron globos, se quemó el toro encohetado y se hicieron los 21 disparos con el cañón que el alcalde encargó a la república de Transval. Y desde luego, con la solemnidad requerida, el izamiento de la bandera nacional en el mástil del quiosco del parque. Al final del día, habrá de cajón, bailes de piezas y de sones.

Para el 2 de febrero de 1901, “el día grande”, el festejo se realizó cuando las bandas de música se embarcaron en pequeños vapores, que engalanados de flámulas y gallardetes, al primer disparo del nuevo cañón, se deslizaron sobre las aguas del río Coatzacoalcos, con el acompañamiento de los acordes de las bandas de música y el estruendo de los cohetes lanzados al aire. Todas l a embarcaciones lucieron el pabellón mexicano. También las campanas de la iglesia se echaron al vuelo y se elevaron dos globos. A mediodía, a bordo del vapor Mixtán selecto grupo de gentes partieron hacia Coachapa, donde se bailó y se tomó un lunch que ofreció el capitán de la embarcación. En la noche se efectuaron los bailes de piezas y de sones y, a las once de la noche se encendió un castillo y se elevó un globo. A las nueve de la noche inició un baile de piezas de salón.

El tres de febrero, a las cinco de la mañana, las alegres dianas y sonoros pasodobles despertaron al vecindario, inclusive a los trasnochadores. El cañón rugió porque en el Transval las campanas alegres y bulliciosas anunciaron la aurora, como alondras prisioneras. La comisión (organizadora), en compañía de las bandas filarmónicas se embarcó en los vaporcitos y lanchas para proceder al embalse del bravo ganado que se lidió a partir de las cuatro de la tarde.

No variaron mucho las festividades para el cuatro de febrero de 1901. Hubo variantes en cuanto que a las once de la mañana, en el llano de Tacoteno hubo una carrera de caballos, entre “Relámpago”, propiedad de don Manuel Escalante y del hacendado Don Norberto Luna, contra el alazán “Centella, propiedad de hábil ganadero don Manuel Esteves.

El cinco de febrero de 1901 se celebró el primer aniversario de nuestra Carta Magna en el siglo XX, festejándola de inusitada manera. Al despertar la aurora en el Oriente, el cañón dejó oír su voz potente, las campanas sus metálicos sonidos, las bandas filarmónicas sus suntuosas notas, los cohetes sus fuertes estallidos y la muchedumbre todas las vivas y las hurras a la Constitución y a los constituyentes.

La comitiva compuesta de los empleados federales, del Estado y Municipales, y el pueblo en masa, se detuvieron frente al edificio que ocupaba la Jefatura Política y a las seis de la mañana, el ciudadano Alberto Ladrón de Guevara, jefe político en esa fecha, se izó el pabellón nacional. A los señores José D. Tapia y Manuel P. Hernández, se le encomendó el uso de la palabra en tan solemne momento.

A las once del día se elevaron globos y se hicieron los disparos de ordenanza. En la tarde, hubo un paseo cívico y también hubo discursos alusivos a la fecha. En la noche, además de los dos bailes en el zócalo, hubo un suntuoso baile de salón. Lucieron las señoritas asistentes un hermoso lazo tricolor como cinturón y los caballeros, igual adorno en la solapa del frac. A las once de la noche se encendió el más hermoso de los castillos, mandado a construir y se elevaron globos.
El cartel lo firma “La Comisión”.

La candelaria en la Revolución

Alfredo Delgado Calderón, en una Semblanza histórica sobre el son jarocho y la Candelaria en el Istmo Veracruzano”, señala:
“Durante los agitados días de la revolución mexicana se sigue celebrando La Candelaria, aunque ya no con la misma fastuosidad de los priemros años del siglo XX. Eulogio P. Aguirre nos cuenta que el rebelde Cástulo Pérez y su compadre Álvaro Alor en una ocasión, en vísperas del festejo, secuestraron a la banda de música que iba a tocar a Minatitlán y se la llevaron a sus campamentos asentados en la rivera del Coatzacoalcos, para poder celebrar ellos La Candelaria a su modo”.

“El fandango también estuvo presente en los campamentos revolucionarios, sobre todo en los alrededores de Hidalgotitlán y El Manatí, y en los campamentos de la Sierra de Soteapan”.
“El acta levantada luego del asesinato de Hilario C. Salas, asienta que sus asesinos después de cometer su fechoría asistieron a un fandango en El Aguacate, hoy municipio de Hueyapan de Ocampo. Las botas del difunto Hilario C. Salas le sirvieron a sus asesinos para zapatear en la tarima que vibraba en el fandango de esa noche”.

Acotaciones adicionales

Minatitlán, durante los primeros setenta años fue considerado como un lugar donde se disfrutaban los mejores fandangos de la región.

El ahora Premio Nacional de Cultura, Arte y Tradición, Antonio García de León, describe:
“Aquí estamos otra vez en Minatitlán, lugar que fue famoso por sus fandangos. Aquí recorrimos desde hace veinte años los barrios más bullangueros, con la tropa de don Arcadio Hidalgo, caminando a golpe de jarana y guitarra de son los rincones de esta ciudad en crecimiento. Quién no recuerda los fandangos de Santa Clara, donde Chagoya, donde llegaba la música y el tablado; o los fandangos de La Bomba, Tacoteno o aquel último que vimos en La Cruva, allá por 1972. Por aquellas callejuelas se arrimaban los músicos al tablado”.

Ya para 1988, García de León diría:

“Ahora podemos decir que el trabajo de algunos –principalmente de Juan Meléndez y del grupo Mono Blanco, herederos de tío Arcado– empieza ya a rendir frutos; los nuevos retoños están creciendo y pronto tendremos fandango de nuevo por todos lados, allí donde los viejos tablados se pudren atrás de las sinfonolas, en Jáltipan, en Acayucan, en Chinameca, en Coatzacoalcos”.
Lo anterior nos da pie para recordar que la festividad de La Candelaria toma impulso en gobierno municipal de Perfecto Aguirre Santiago (+), en el periodo 1986-1988.

Ya para 1992 la fiesta recobra su esplendor con un festejo coordinado por Casa de Cultura de Minatitlán, Ver., donde hubo la participación de los tres niveles de gobierno, de la Unidad Regional de Culturas Populares del sur de Veracruz, del Instituto Veracruzano de Cultura y de otros organismo y asociaciones, como el caso de Petróleos Mexicanos, la Asociación Deportiva Minatitlán, clubes de servicio y sociedades istmeñas.

Estos últimos eventos se distinguieron por incluir en la festividades la participación de productores primarios de satisfactores, a través de la vendimia de productos agropecuarios, carros alegóricos con la participación de sociedades istmeñas, hermanadas con las jarochas, encuentro de jaraneros, paseos en lanchas, verbenas populares, pelea de gallos, carrera de caballos, concurso de pandorgas, jaripeo, gastronomía y artesanías, conjugándose las tradicionales fiestas del istmo veracruzano con las del istmo oaxaqueño.

Tiemplo actual

A diferencia del tiempo en que se empezó a festejar a la virgen de La Candelaria en Minatitlán, en que sólo existía una iglesia, la actual de San Pedro, ahora existen además, la de Cristo Rey, la Providencia, la de Guadalupe, la Esperanza, San Judas Tadeo, Divino Niño y otras, y a partir del año 2011, por fin se dio el nombre de la Virgen de La Candelaria, a una capilla ubicada en la colonia Salubridad que antes llevó el nombre de Jerónimo Doctor.

Sabemos que la celebración en Minatitlán de estas festividades tuvo un origen de tipo mercantil en el siglo XIX, ignorándose si en algún tiempo, autoridades eclesiásticas o civiles acordaron designar a la Virgen de La Candelaria “Patrona de Minatitlán”.

Si lo hicieron o no, como popularmente se dice “ni falta que hace”, ya que la población la ha adoptado como tal.

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