La transparencia pasa por el nexo: Estado-Crimen Organizado ¿hay manera de eliminarlo?

CLAROSCUROS: José Luis Ortega Vidal

Zona Sur

José Luis Ortega Vidal - 2016-05-12

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Cuestioné en una entrega anterior de Claroscuros la falta de transparencia en el manejo de los recursos asignados para campañas de candidatos a la gubernatura de Veracruz.

Se aprecian extremos, argumenté: los dos punteros gastan mucho y los desahuciados parecen gastar muy poco lo que nos remite a la pregunta ¿se lo están clavando?

Hay un caso intermedio: MORENA, con Cuitláhuac García Jiménez, quién aparece entre los punteros y pelea –en serio- por un primer o segundo lugar… ¡sin gastar en propaganda!

El hecho de ser un partido nuevo, con pocos recursos asignados en comparación a sus rivales al frente de la batalla: los primos Yunes y sus aliados, no exime a MORENA y al hijo político putativo de Andrés Manuel López Obrador de dar cuentas claras desde hoy y hasta el final de la campaña.

Ahora bien, es tan importante el destino del dinero como su origen.

Sabemos que el OPLE asignó una partida presupuestal a cada uno de los once partidos que concursan y a la única candidatura independiente registrada.

Pero: ¿eso es todo?

Desde luego que no.

A toda realidad –siempre- corresponde una superficialidad y una profundidad.

La clase política, por definición, está interesada en mantenernos en lo superfluo.



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Surge una pregunta obligada, producto del contexto nacional e internacional que rodea a los comicios en 12 entidades federativas de las que Veracruz es “la cereza en el pastel” por los más de 5 millones de votantes que representa: ¿y el narco?

En Tamaulipas, por primera vez en su historia el PRI quita de su lista de candidatos a 3 personajes que –afirmó Manlio Fabio Beltrones- tienen nexos con el crimen organizado.

¿Son los únicos en los comicios de 12 gubernaturas y congresos locales como el de Veracruz?

¿Cuánto dinero está corriendo por debajo de la mesa y cuánto correrá antes y durante la elección para operar las históricas mañas del PRI, en primer lugar, pero del resto de partidos que sólo son –de izquierda a derecha- émulos de aquel?



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Citó a José Gil Olmos, articulista de PROCESO, en su comentario del 11 de mayo:

“Actualmente el PRI gobierna en nueve de las entidades en disputa: Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Hidalgo, Quintana Roo, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas. El PAN en dos ganadas en coalición: Puebla y Sinaloa. Mientras que el Movimiento Ciudadano-PRD-PAN gobierna Oaxaca.

De todos estos estados el PRI tiene dificultades para ganar en Veracruz, Tamaulipas, Tlaxcala, Puebla y Aguascalientes. En los dos primeros porque, como ya lo vimos, el crimen organizado está haciendo mella y los gobernadores traen detrás de sí la sombra de los cárteles de la droga. En Puebla el gobernador Rafael Moreno Valle es un cacique que le apuesta a ganar usando todos los recursos públicos para entrar a la lista de aspirantes a la candidatura presidencial del PAN, mientras que en Tlaxcala no se ve mucha presencia priista y en Aguascalientes tampoco pinta.

Veracruz y Tamaulipas son, quizá, los dos estados que más le importarían al PRI mantener por el porcentaje de población electoral y por su situación estratégica geográfica. Además porque ahí nunca ha perdido como tampoco en Durango, Hidalgo y Quintana Roo.”



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En el caso específico de Veracruz hay presencia actual e histórica de tres cárteles: el del Golfo, con el que tenemos frontera porque nació en Tamaulipas.

Los Zetas, surgidos justamente del Cártel fundado por Juan García Abrego quien heredó el poder de su familiar: Juan N. Guerra y lo traspasó a Osiel Cárdenas, preso en Estados Unidos y fundador de la última letra.

Y el Cártel Jalisco Nueva Generación, cuyos antecedentes se ubican en la historia de Ernesto “Don Neto” Fonseca (84 años y preso), Rafael Caro Quintero (Prófugo) y el capo de capos en la historia de México: Rafael Félix Gallardo (Preso).

Félix Gallardo (70 años, preso, nacido en Bellavista, cerca de Culiacán, Sinaloa) fue fundador del cartel de Guadalajara y el primer mandamás del trasiego de cocaína hacia Estados Unidos.

Sus dominios, durante su mejor época –los años 70´s y parte de los 80´s- pasaron por Veracruz, donde tuvo propiedades clave para operar los envíos que desde Colombia le hacía su cómplice Pablo Escobar y hacerlos llegar a Estados Unidos.

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Este es un tema delicado pero viene a cuento porque a la hora de hablar de seguridad todos los candidatos aseguran que la traerán de vuelta a Veracruz y tal afirmación es falsa.

Ya lo hemos dicho y lo repetimos: en el Veracruz actual no enfrentamos un fenómeno de policías contra ladrones sino un problema coyuntural/histórico: de falta de empleo, de corrupción histórica al interior del gobierno y entre la sociedad, de falta de opción educativa, de sustitución del Estado por el poder del Crimen Organizado; de Estado fallido; de sustitución de las instituciones no sólo hoy, sino a lo largo de décadas.

Añadamos la tradición caciquil en suelo veracruzano que hoy es relevada por el poder de los jefes de plaza del crimen.

Anexemos los intereses nacionales e internacionales del crimen que se mueven en Veracruz.

Buena parte de la violencia que vivimos corresponde a la guerra entre cárteles.

Otra parte importante surge de la parte podrida de nuestras instituciones corroídas por la corrupción y por la delincuencia.

Hay un sector delincuencia al que el licenciado César Vázquez Chagoya –veterano policía, además de periodista- llamada “la pelusa”, es decir pequeñas bandas sin mayor estructura pero protegidas por la impunidad y dedicadas al robo, extorsión y secuestro, fenómeno que se nutre de narcos acorralados y de “pelusos”; todos ligados a la parte corrupta oficial.

De nuevo cuño, tenemos el caso de los jóvenes que cada día se suman a la delincuencia como parte de un fenómeno cultural complejo: que incluye la apología del delito, la disfunción familiar, la pérdida de valores y el abandono del Estado en todos los aspectos que le corresponden para el cuidado de una y otra generación. Sin perspectivas de vida que deben ofrecerles sus familias y el Estado, los jóvenes optan por las drogas, el falso enriquecimiento rápido y la muerte.

Mientras un pequeño grupo de mexicanos se enriquece a grados cruelmente absurdos, más de la mitad de la población padece hambre y este fenómeno se traduce en violencia.

Nuestra estructura industrial producto de la Revolución -PEMEX por citar un caso- ha colapsado y se puso en manos de la voraz iniciativa privada.



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De esto no se habla en los discursos electorales y cuando hay referencia al combate al crimen no hay propuestas que convenzan.

Quedamos así con la misma pregunta que da seguimiento al rubro de la transparencia:

¿Hay dinero del crimen organizado en las campañas?

Más aún:

¿Cuál ha sido el trato con los representantes del narcotráfico en Veracruz?

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