Entre un gobernador que quiere hacer en los últimos seis meses de su periodo lo que no hizo en seis años y un gobernador electo que quiere “ejercer” el poder anticipadamente, al que le urge ya justificar lo que probablemente no va a poder hacer en dos años lo que prometió en campaña, se ha desatado en el ámbito político estatal y nacional una competencia despiadada de descalificaciones e insultos.
Desde luego que en la arena política cada uno tiene sus partidarios y otros, que no “van ni con melón ni con sandía”, que también le atizan a los acontecimientos, aportando ya sea el carbón o la lumbre, para que todos salgan “chamuscados”, buscando ganancia política.
Lo de menos es que sólo quedaran entre ellos las descalificaciones y los insultos. Lo malo es que la población se desorienta y también toma partido, con o sin conocimiento de causa, originado “sabrosas” discusiones y hasta enfrentamientos con insultos y descalificaciones, que siempre lo hemos dicho, no son razones ni argumentos.
Desde luego que en estos duelos nadie gana.
Los únicos que ganan son los políticos, que tarde o temprano se ponen de acuerdo para no ver afectados sus intereses y los demás quedamos “golpeados y raspados”, viendo frustrados que los círculos del poder se entienden y bien.
En este duelo de insultos y descalificaciones ambos gobernadores, el vigente y el electo, ya rayan en la exageración y los sentimientos que muestran va más allá de la razón que un dirigente o funcionario público de mediana posición debe mantener, máxime uno que es u otro que va a ser, gobernador del Estado.
Hay, sin embargo, las voces que llaman a la prudencia y a la concordia en beneficio de los veracruzanos, que participando o no en la política electoral, están pidiendo respeto para todos.
Tenemos que sumarnos a éstos últimos y buscar que por lo menos, “los de abajo” sumemos esfuerzos para que las crisis y fenómenos sociales que nos están afectando, no nos agarren más desunidos y no encontremos soluciones.
Por favor, como diría mi abuelita “ya chale”.
Petroleros desprotegidos
El trato que están recibiendo trabajadores y jubilados, así como sus familiares, de Petróleos Mexicanos en el servicio médico que proporciona la empresa a éstos derecho habientes, permite suponer que están cayendo en la mayor de las indiferencias sindicales y patronales.
El aplazamiento de citas médicas porque se carecen de especialistas o porque se fueron de vacaciones, o porque están de permiso, o porque están haciendo su “ronda en hospitalización”, aplazan con consecuencias graves el tratamiento a que deben someterse quienes tienen derecho a una atención oportuna y eficaz.
Si usted tiene necesidad de que le subroguen el servicio médico con algún especialista, también se encuentra con el problema de que “no han sido aprobados los presupuestos” y, el enfermo que se friegue.
No se diga de la carencia de medicamentos en las farmacias y el desprecio absoluto a remediar la carencia, cuando se te dice que las compres sin derecho a reembolso como se acostumbraba. Y, cuando hay reembolso, se le limita sólo a adquirir medicamentos “genéricos” o “similares.
Lo peor no es la indiferencia, sino el daño permanente y hasta trágico a que están sujetos quienes prestan o prestaron un servicio como obreros, especialistas o profesionistas en la “empresa productiva del Estado”, porque sus directivos –que no conocen lo complejo de la industria petrolera – alegan que no es objetivo de la misma, el servicio médico. Aducen que el objetivo principal es el negocio del petróleo y sus derivados. Nada más. Lo demás es secundaria y no necesario.
Y si los derecho habientes pretenden recurrir a quien está obligado a promover su defensa y la prestación de los servicios de salud, se encuentra usted con algo peor: La ausencia de responsabilidad, compromiso y vocación de los representantes sindicales, que sólo están cuidando “el hueso” y no responden ante nadie, sólo ante el líder sindical, que también sólo está recibiendo la brisa del trono que está disfrutando temporalmente, no vaya a ser que sus bases estén sobre pura arena.
Se oye que un grupo de profesionistas están recabando 35 mil firmas para presentar su protesta ante Petróleos Mexicanos para exigir un servicio adecuado a las necesidades humanas y hacer pública su inconformidad, a fin de corregir tales deficiencias.
Lo conveniente sería, desde ya, una acción legal que obligue al patrón y al sindicato a que asuman su responsabilidad y responden a este agravio contra la clases trabajadora.
PODER CON PIES DE BARRO
A finales del mes de mayo, locatarios del mercado “5 de Febrero”, con presencia de funcionarios del ayuntamiento minatitleco, eligieron como su nuevo secretario general al señor Oscar Ortiz, y como tal rue recibido por el alcalde Héctor Cheng Barragán.
Días después el mismo alcalde Héctor Cheng Barragán recibió a la señora Matilde Villarreal García, alegando que no estaba en la ciudad,, quien calificó de ilegal tal elección, argumentando que no se oponía a la renovación de la directiva, siempre y cuando se hiciera en la forma y en el tiempo que está señalado según sus estatutos y costumbres.
Ello dio pie a que nuevamente se convocara a la elección de una nueva directiva, donde sólo se inscribió la planilla encabezada por Oscar Ortiz y claro, resultó ganadora.
Matilde Villarreal García venía detentando la secretaría general del mercado desde hace más de 15 años y parecía inamovible.
Ya en el último trienio del ingeniero Ignacio Hernández Berrueco, Matilde y su difunda mamá ya la disputan la directiva a la también difunda Anita Aguilar Aguilar.
En este enfrentamiento político salieron “raspados” tanto el presidente municipal como la señora Villarreal García.
El primero, porque el presidente Cheng Barragán se vio en la necesidad de sentarse con dos directivas distintas, obligándose a recibirla con ese carácter. Aquí cabría preguntarse si el regidor o el director de comercio no informaron adecuadamente al alcalde, exponiéndolo a una situación bochornosa o, en un acto de autoritarismo hicieron una elección a modo a sus intereses políticos.
La señora Villanueva García, en el caso de no haber participado en la renovación de una nueva directiva demostró, una de dos, o estar cansada de estar en esa función o, haber sido rebasada por los intereses generales de los locatarios, demostrando con su ausencia, prudencia.
Lo que sí, es que no se puede estar jugando con el poder, sin haber planeado adecuadamente los pasos a seguir.
De por sí, el horno no está para bollos.