Si se han ganado algunas cosas, otras son para reflexionar, La Prensa, por ejemplo.
Llamado “El Cuarto Poder”, este peligroso oficio aumentó su caudal de comunicación gracias a las herramientas electrónicas que, en segundos, envían a cualquier parte del mundo imágenes, videos, notas escritas, todo a color, en vivo y a plena voz.
No cesa esta novísima manera de comunicación las 24 horas del día los 365 días del año; es una maravilla y se le reconoce: en la palma de la mano caben dispositivos de asombro que almacenan cientos, miles de fotografías y demás. Cualquier persona puede tener “su canal” en las plataformas You Tube y demás pues hasta los niños (víctimas de pederastas, este es otro asunto) “suben” sus videos donde según ellos están haciendo yoga y, por culturas diferentes a Latinoamérica, son dados a echar machincuepas, las niñas, en vestido y, al vérseles los calzones, se desata una serie de comentarios (todos anónimos) de lo más brutal. Pero esto, ya le digo, es otro asunto.
Los llamados “memes (neologismo acuñado por Richard Dawkins en El gen egoísta, por
la semejanza fonética con “gene”, gen en idioma inglés — y para señalar la similitud con «memoria» y «mimesis») les ha dado dura batalla a los “moneros”, excelentes caricaturistas mexicanos que por supuesto, antes de la era electrónica, daban y continúan dando cátedra en caricaturas alusivas a cualquier rubro.
De La Prensa se comenta que “las cosas grandes las pueden hacer pequeñas y, las pequeñas, grandes.
En la pasada contienda La Prensa tuvo como siempre una participación de avalancha: ahí cupo de todo, hasta los llamados “bots” que, por miles, son cuentas y nombres falsos electrónicos usados sobre todo para denostar. Campañas periodísticas involucradas, de costos millonarios, fueron contratadas para que, a lo largo y ancho del territorio nacional, acaso surtiera efecto a favor de tal o cual partido, esa caterva de vendidas plumas, etcétera.
Nada consiguió esa cierta Prensa y, si se fija uno bien, a muchos periodistas no les quedó de otra y, al ver el arrollador, abrumador triunfo más allá de memes, bots, campañas y demás, prevaleció la voluntad popular, es decir, aquí el Cuarto Poder valió gorrita, de campaña precisamente, ni un delantal vaya, ni una despensa siquiera. Lo que logra el hartazgo, señor.
Fijémonos entonces no en ese “milagro” que en decidido conjunto la ciudadanía pudo hacer, algo que, no nada más en votaciones se podría. Piénsele.