Vacíos de poder
Arturo Reyes Isidoro
Prosa Aprisa
2016-12-20
En octubre pasado el escritor y ensayista liberal –le gusta remarcar este calificativo– Enrique Krauze publicó el primer libro que reúne una selección de artículos que ha escrito para diversas publicaciones, con el título Del desencanto al mesianismo 1996-2006, que incluye aquel famosísimo “El mesías tropical” en el que se ocupó de Andrés Manuel López Obrador.
Ahora, apenas recién salido de la imprenta acaba de llegar a las librerías el segundo tomo titulado Democracia en construcción 2006-2016, uno de cuyos primeros artículos, “El vacío y el poder”, me llamó poderosamente la atención por la actualidad que tiene, al menos para lo que está sucediendo en Veracruz, no obstante que fue publicado en septiembre de 2006.
Krauze se remite a dos episodios que recordaba Octavio Paz en un pasaje de su libro Posdata: En el primero de ellos, Hidalgo y su ejército de campesinos se encontraban ante la Ciudad de México: “La saben inerte y abandonada pero no se atreven a tomarla; dan marcha atrás y unos meses después el ejército campesino es aniquilado e Hidalgo fusilado”. En el segundo, Zapata ve con horror la silla presidencial, se niega a sentarse en ella, y dice: “Deberíamos quemarla para acabar con las ambiciones”. A los pocos años fue acribillado.
De ambas experiencias, escribe el también historiador, biógrafo y editor, Paz extrae una lección permanente: “En el contexto inhumano de la historia, particularmente en una etapa revolucionaria, a aquel que rehúsa el poder, por un proceso fatal de reversión, el poder lo destruye”.
En general, a lo que quiere llegar Krauze es que si se dejan vacíos de poder, otro lo llena. El ensayo era a propósito de la llegada al poder de Felipe Calderón y qué tendría que hacer para no sucumbir ante López Obrador, quien había ocupado el vacío que había dejado Fox, que al confundir lo público y lo privado (por el involucramiento de su esposa Martha Sahagún) había restado autoridad moral a la investidura presidencial.
Esos vacíos engullen a quienes a punto de tenerlo rehusan el poder, pero, opino, hay otros peores, como el que se acaba de dar en el Estado, que destruye o causa daño también a víctimas inocentes. Javier Duarte llegó a la gubernatura con un significativo número de votos así los haya obtenido con trampas o procedimientos electorales poco éticos, pero teniéndolo constitucionalmente medio ejerció el poder aunque para abusar de él y sacar provecho personal, dejando un gran vacío que lo llenaron en parte indebidamente su esposa Karime Macías, y en mucho Miguel Ángel Yunes Linares.
En “Prosa aprisa” narré que según me contaron testigos presenciales, Karime, quien no tenía ninguna representación legal pues al que habían elegido sus electores había sido a su esposo y no podía ser funcionaria tampoco, presidía reuniones de seguridad mientras el irresponsable de su marido o se dedicaba a jugar golf como si Veracruz no tuviera tantos y tan urgentes problemas que resolver, o se ocupaba en planear en qué invertir lo que se robaba para asegurar su futuro, según declaró uno de sus prestanombres. Su mujer trataba de llenar el vacío que dejaba.
Pero quien lo llenó por completo fue el entonces precandidato, luego candidato y más tarde gobernador electo Miguel Ángel Yunes Linares, quien aparte de su exitosa campaña a prueba de la peor guerra negra, sucia, de lodo que se recuerde en la historia de Veracruz, tan pronto obtuvo el triunfo en las urnas comenzó a recorrer el Estado para tratar de acordar con autoridades municipales acciones para tratar de resolver los problemas de sus demarcaciones, o para seguir escuchando a los veracruzanos a efecto de tener el mejor diagnóstico y buscar las mejores y más inmediatas soluciones como lo está haciendo ahora ya constitucionalmente en el poder.
Veinte días después de que rindió protesta, lo único que no ha dejado de hacer es gobernar, esto es, no está dejando ningún vacío, apremiado además por lo breve de su gestión de sólo 24 meses.
Admirado por unos, criticado por otros, odiado por algunos, lo cierto es que Yunes Linares ejerce el poder a plenitud, tanto que cuando aparece es noticia, tiene algo que decir o que anunciar y su presencia mediática es diaria, todo porque no deja vacíos de poder. El suyo, como bien lo definió el pasado viernes Ricardo Alemán en su columna “Itinerario Político” de El Universal, “en la más pura definición aristotélica” es un caso de uno de los más acabados animales políticos mexicanos.
Es fama que desde la Secretaría de Gobierno ya ejerció el poder estatal a plenitud durante el gobierno de Patricio Chirinos, pero lo cierto es que fue porque el propio Chirinos se lo permitió o bien lo instruyó a que actuara, en lo que se aplicó y se empeñó hasta sus últimas consecuencias, dando muestras desde entonces de un carácter que lo distingue por su firmeza y por no tener miedo a ejercer el poder ni a enfrentarse a otros tan poderosos como él o más en su intención de alcanzar las metas que se propone, característica que le es tan necesaria ahora cuando se necesita poner orden en todos los renglones de la vida pública de Veracruz.
Con el detalle de que ahora él es el gobernador, el responsable directo y cuando las condiciones son totalmente diferentes a hace 24 años y por lo tanto su forma de actuar en muchos aspectos tiene que ser diferente.
Una exigencia antes de que asumiera el gobierno y ahora ya en plenitud de él es que la Federación apoye al rescate económico del Gobierno que quedó en ruinas y en serias dificultades para hacer frente a los compromisos que le heredó la administración duartista, a lo que el gobierno central ha accedido sólo en parte y con excepciones de algunos apoyos como que la Marina Armada de México siga participando en tareas de seguridad pública, ante lo que ayer anunció una decisión a la que se venía negando, de contratar créditos bancarios de corto plazo para juntar los 7 mil millones de pesos que se requieren para pagar sueldos, aguinaldos, a pensionados y jubilados así como otras prestaciones.
Yunes Linares dio un calendario de pagos en lo que resta del mes y hasta el 5 de enero del año entrante y en conferencia de prensa pormenorizó todo lo que ha estado pagando y a quiénes, algo que había ofrecido que haría para tener informado al pueblo veracruzano, anuncios que, sin duda, han dado ya tranquilidad a trabajadores y a pensionados y jubilados así como a maestros, con quienes el gobierno anterior dejó muchos pendientes.
El gobernador ha insistido en el apoyo del Gobierno Federal, pero la respuesta no ha sido afirmativa en forma contundente. A ojos de los veracruzanos, en especial de los ahora beneficiados con sus primeras acciones, él es quien está sacando al buey de la barranca y si logra superar con éxito diciembre y enero sus bonos se irán hasta lo más alto y la base social que lo apoyó para que llegara al gobierno crecerá. Por su resuelta falta de apoyo, la Federación, que pudo compartir créditos con él ante el electorado veracruzano, le ha dejado toda la cancha. Lo está dejando crecer solo. Tarde o temprano le va a pesar porque después no lo podrán parar.
El Gobierno Federal, pues, ha dejado un enorme vacío de poder en Veracruz cuando más lo necesita porque vienen las elecciones municipales de 2017 y las locales y federales de 2018. Dejó a Duarte hacer y deshacer dejando al gobierno estatal en ruinas y le permitió su fuga y todavía se ha negado al rescate en forma decidida. Yunes está llenando ese vacío. En la Federación sus estrategas dirán que no van a apoyar a un gobernador de oposición para que crezca, pero éste le dirá a los casi ocho millones de veracruzanos que el merito de cumplirles todos los compromisos que le heredó un gobernador priista irresponsable son todos suyos. La respuesta se va a tener en las urnas y ya falta relativamente poco para saber en qué sentido será.