PAN: uno malo contra otro peor
Luis Alberto Romero
Hora Cero
2018-10-08
En Veracruz, el Partido Acción Nacional se prepara para la renovación del Comité Directivo Estatal, en una contienda interna que no pinta nada bien para esa fuerza política, dado que sin importar el resultado, el próximo dirigente del albiazul en la entidad iniciará funciones sumido en el desprestigio por la sospecha de corrupción.
En el PAN, lo que se observa es la competencia por el liderazgo estatal entre un mal aspirante y otro peor; ambos, con la imagen dañada por los resultados de las auditorías recientes; y un tercero, Agustín Andrade Murga, con muchos años de militancia partidista, pero sin demasiadas posibilidades.
José de Jesús Mancha busca un segundo periodo al frente del partido, pero arrastra el desprestigio de los señalamientos lanzados desde hace un par de meses en el sentido de que habría sido beneficiado con la asignación de contratos de obra pública estatal.
Algunos medios informativos han consignado la entrega de nueve contratos a cinco empresas vinculadas con Mancha Alarcón; son 70 millones de pesos, una fortuna.
El problema es que algunas de las obras contratadas por el gobierno estatal a las empresas vinculadas con el dirigente panista en la entidad ni siquiera fueron terminadas.
El aspirante a repetir en la dirigencia del PAN ha dicho que nada hay de ilegal en los contratos de obra que le entregaron a las empresas con las que se relaciona; sin embargo, en términos de opinión pública, se trata de una imagen desgastada y manchada por la sospecha de actos de corrupción.
Hay quien afirma que la carta de presentación de Mancha, en términos de operación electoral, no es tan mala, dado que el partido ganó la mayoría de los ayuntamientos veracruzanos en disputa durante las elecciones locales de 2017; sin embargo, la explicación de ese resultado no se encuentra en el edificio panista, sino en Palacio de Gobierno.
Pepe Mancha ha resultado un buen negociador: sus empresas fueron beneficiadas con millonarios contratos; colocó en la presidencia municipal de Tuxpan a su primo Juan Antonio Aguilar Mancha; y en una diputación local plurinominal a su esposa, Monserrat Ortega Ruiz; en único problema es que ninguno de esos tres logros ha beneficiado realmente a su partido.
El otro aspirante a la dirigencia panista es el ex alcalde de Tantoyuca, ex diputado local y ex titular de la Sedarpa, Joaquín Rosendo Guzmán Avilés.
En un sector del panismo, sobre todo en la Huasteca Alta, Joaquín Guzmán no tiene tan mala imagen: ha logrado mantener desde hace dos décadas la hegemonía política en Tantoyuca, por cuyo ayuntamiento han desfilado lo mismo familiares que incondicionales. Todo un cacique local.
El problema es que su paso por la Secretaría de Desarrollo Agropecuario del Gobierno del Estado fue con más pena que gloria en cuanto a resultados; lo peor es que de dicho cargo, Guzmán Avilés salió sumamente desgastado y hasta señalado por una larga lista de observaciones derivadas de la auditoría al ejercicio 2017 por parte del ORFIS.
El órgano auditor veracruzano consignó irregularidades que podrían derivar en un presunto daño patrimonial en la dependencia que encabezó Guzmán Avilés.
En la auditoría a la cuenta pública 2017, el ORFIS dictaminó que “derivado del análisis efectuado a las aclaraciones y documentación justificatoria y comprobatoria presentadas, no fueron suficientes para solventar las observaciones que hacen presumir una falta administrativa grave y/o la existencia de un daño patrimonial a la Hacienda Pública Estatal, respecto de la gestión financiera de la Secretaría de Desarrollo Agropecuario, Rural y Pesca”.
Sobre ese punto, Guzmán Avilés ha declarado que el Orfis miente, en virtud de que el órgano auditor no concluyó la revisión; sin embargo, el señalamiento es contundente y dejó en evidencia un desaseado manejo de los recursos en la dependencia que encabezó el aspirante a la dirigencia estatal panista.
Ante dicho escenario, se puede anticipar que cualquiera de las dos opciones que se imponga en el proceso interno por la dirigencia del PAN (Mancha Alarcón o Guzmán Avilés) representará para ese partido un fuerte golpe a la credibilidad, en virtud de los escándalos por corrupción, en un caso, y de los señalamientos por el daño patrimonial, en el otro.
Son dos malas opciones por la dirigencia del blanquiazul; dos aspirantes bajo sospecha que buscan el comité estatal de un partido que por años habló del combate a la corrupción como su principal bandera. @luisromero85