Medios de combate
Atanasio Hernández
CONTRACOLUMNA
2020-05-11
“¿Qué derecho tiene un señor o señora de creer que por escribir una columna tenemos que creer que es verdad lo que dice?”.
José Saramago
Con el “advenimiento” de la 4T, de distintas maneras México regresó al siglo XIX. Es cierto que la modernidad tecnológica marca diferencias muy profundas, pero en el terreno de la política los discursos sobre el proyecto de país deseado se polarizan en dos extremos similares a los de hace 150 años: liberales y conservadores.
Así, como en el siglo antepasado, intereses opuestos enmarcan la lucha entre “neoliberales” y “neoconservadores”, que trasciende al mundo de las ideas a través de los medios de comunicación.
Los periódicos fueron antes el campo de batalla y vehículo para que cada bando tratara de formar una opinión pública favorable. No había diálogo, sino confrontación, pues sus diferencias eran irreconciliables. De ahí que para “ganar” la razón, políticos y periodistas hicieran a un lado los criterios de veracidad, objetividad o cualquiera otro de estos ideales y acudieran a la opinión calumniosa, la mentira y el engaño.
Su antagonismo se resumía, como ahora, en dualidades a elegir: buenos o malos, fifís o chairos, honestos o corruptos… La Cuarta Transformación vs La Mafia del Poder.
Esos periódicos eran medios de combate, pertenecientes, subsidiados o apoyados de cualquier modo por alguna de las facciones de manera abierta. Su vida, generalmente, fue corta.
Mucho pasó desde entonces. Junto a la Revolución, la consolidación del ahora Partido Revolucionario Institucional (PRI) y su “dictadura perfecta”, diría Vargas Llosa, surgieron los medios masivos convertidos en negocio: la radio, la televisión y luego la Internet… La alternancia del poder minó a los empresarios y periodistas que se enriquecieron como “soldados” del otrora partidazo.
La condición de los periodistas cambió también. Su respetabilidad y sobrevivencia del oficio se convirtió en una condición de desempleo o empobrecimiento paulatino que les ha obligado a ser “multichambas” o entregarse a cualquier empresa siguiendo fielmente las reglas dictadas por la casa, que antes se conocieron como “línea editorial”.
La disminución de los periódicos en número, personal y tirajes; el estancamiento de los espacios informativos en radio y televisión –que en provincia son limitadas– y el surgimiento cotidiano de periódicos virtuales y portales de noticias abarató su chamba, pues hoy cualquiera puede tomar una fotografía, escribir una mamarrachada, grabar su opinión y compartirlas en las redes sociales, blogs u otras páginas.
De ahí que surjan y se mantengan sitios de noticias que sirven a intereses determinados, principalmente partidistas, pues cuestan muy poco (si se compara con la edición de un impreso), implica una nómina relativamente baja y cumplen con el objetivo de golpear al enemigo.
En Xalapa, por ejemplo, portales de noticias como “Sin Muros” o “Claudia Guerrero” están abiertamente al servicio del Partido Acción Nacional (PAN). Surgieron durante el gobierno de Miguel Ángel Yunes y se han dedicado a atacar a los gobiernos de Morena desde el primer día. Del otro lado, una facción del PRI tiene los suyos, con golpeteo similar. Subsisten también los que defienden a uno u otro, de acuerdo con su interés comercial o la cuota mensual recibida.
La cuestión es que este periodismo de combate avanza y refuerza las acciones emprendidas desde las granjas de bots de las que tanto se ha hablado últimamente, que buscan desprestigiar a los políticos, activistas y hasta simpatizantes de uno de los bandos con base en falacias. Este “periodismo” es de miedo.