El presidente está jugando con fuego, gasolina y pólvora
Bernardo Gutiérrez Parra
Desde El Café
2021-07-01
No se debe mentir impunemente, dijo este miércoles Andrés Manuel López Obrador que ha mentido de manera impune en sus conferencias matutinas. Esto al anunciar su nuevo programa de variedades llamado “Quién es quién en las mentiras”, conducido por la hasta ayer desconocida Ana Elizabeth Vilchis, que presentará una vez por semana las presuntas falacias que dicen los medios de
comunicación y periodistas.
Pero quiero detenerme en el “No se debe mentir impunemente”, frase que le quedaría perfecta al Papa Francisco, a San Francisco de Asís o a San Martín de Porres, pero no a un mentiroso patológico como López Obrador que dice en promedio 80 mentiras en sus mañaneras y hasta ayer llevaba más de 40 mil.
Impunes y llenas de sevicia han sido sus mentiras sobre las medicinas para los niños con cáncer que siguen sin llegar. Cada vez que por alguna razón tiene que tocar el tema que ya le fastidia, dice que las medicinas ya llegaron, que van a llegar o que vienen en camino como ha asegurado en varias ocasiones.
Pero a los padres de esos niños ya no les doran la píldora.
Este miércoles y por más de siete horas, casi cien de ellos bloquearon el acceso principal al aeropuerto internacional de la Ciudad de México demandando lo de siempre; medicamentos para sus hijos. Y a gritos pidieron la renuncia del subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell.
De ahí trasladaron su plantón al Circuito Interior hasta donde llegó Adalberto Javier Santaella (chaparrito, calvo, encorvado y con lentes en la punta de la nariz; típico ejemplo del añoso burócrata mexicano) que se presentó como Coordinador de Abasto del INSABI.
Este señor sacó de una gruesa carpeta unos documentos que amparan la entrega de medicamentos oncológicos a las bodegas de 25 estados por parte del gobierno federal. ¿En cuáles estados?, eso no lo dijo.
El funcionario agregó, también con papelito en mano, que se ha comprado el 72 por ciento de los medicamentos oncológicos y guardó como secreto de Estado la fecha en que se comprará el 28 por ciento restante.
Pero reitero lector, los padres ya no creen en cuentos. “Créanme que en veinte días o en un mes nos van a volver a ver aquí (protestando) porque no van a llegar estos medicamentos”, dijo a los reporteros Omar Hernández, padre de uno de los niños afectados. Y tiene razón.
Si en efecto están en las bodegas de 25 estados ¿por qué no los surten a los hospitales y clínicas?
Lo cierto es que López Obrador está entrampado porque ni hay medicamentos ni tampoco manera de comprarlos, por lo menos con la urgencia que se necesitan.
Si por esas cosas que tiene la vida los hospitales de esos 25 estados amanecen surtidos este día, lo primero que se le cuestionará al gobierno es por qué cometió el acto criminal de guardar esos medicamentos en lugar de repartirlos con premura.
Pero lo más seguro es que todo siga igual.
¿A qué mentira recurrirá López Obrador cuando le vuelvan a preguntar sobre el tema? ¿Por qué jugar así con la vida de los niños y con el sufrimiento de sus familias?
Este miércoles fueron cientos los padres que salieron a las calles a exigir al gobierno ayuda para sus hijos y no “los veinte que lo hacen siempre” como dijo Hugo López-Gatell. Hubo protestas en Guerrero, Oaxaca, Puebla, Zacatecas, Chiapas, Michoacán, Jalisco y Veracruz, sólo por mencionar algunos estados.
¿Qué va a pasar con esos padres si los sigue engañando de manera vil y soez, sobre todo cuando el grueso de la sociedad se está poniendo de parte de ellos?
La solución la tiene Andrés Manuel en sus manos pero su terquedad le obnubila el cerebro. PISA, la farmacéutica que surtía esos medicamentos fue cerrada en agosto del 2019 por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS). El motivo: “inconsistencias en sus procesos de producción”, que López Obrador tradujo en “actos de corrupción” que no se han podido probar.
Por las pistolas del presidente PISA continúa cerrada, los niños se siguen muriendo y López Obrador sigue y seguirá mintiendo.
Aguas, al menospreciar a esos padres, al dejar a su suerte a los niños y al politizar la tragedia que sufren, el tabasqueño está jugando fuego, gasolina y pólvora. Que no se llame sorprendido si un día la combinación le estalla en plena cara.
bernardogup@hotmail.com