Al margen de movilizaciones, acarreos y concentraciones masivas como la del sábado en Xalapa, la votación del próximo domingo para la revocación de mandato no llegará al 40 por ciento del listado nominal. Los miles de millones de pesos gastados en esta consulta servirán para maldita la cosa.
Se requieren más de 37 millones de votos para que el resultado sea vinculante. Ni siquiera se aproximará a la mitad. Lo saben el gobierno de la 4T y los adversarios de AMLO. Entonces, ¿para qué tanto brinco?
Los pocos o muchos mexicanos que participarán, se pronunciarán a favor de que Andrés Manuel López Obrador siga como presidente. Bien porque los obligan o por convicción. Sobre todo, empleados de gobierno y adultos mayores que reciben pensión y demás simpatizantes.
Los opositores no votarán, porque no les interesa o por intuir que ganarán los obradoristas. En lo personal no participaré a favor ni en contra de la revocación. Ya voté por AMLO tres veces, en 2006, 2012 y 2018.
Es una consulta inútil y costosa. Igual a celebrada para enjuiciar a los expresidentes. Bastaba y basta con aplicar la ley.
¿Y la reforma electoral anunciada por López Obrador? Es otra vacilada para llamar la
atención. No aprobarán los diputados la eliminación de plurinominales ni la reducción del presupuesto al INE y partidos políticos. Tampoco la desaparición de OPLES.
En cuanto a la reforma eléctrica, no pasará sin cambiarle ni una coma como insiste López Obrador. Los Estados Unidos y empresarios mexicanos se han declarado en contra. La polarización en el país va en aumento.
Los opositores insinúan que AMLO pretende instaurar una dictadura y el primer paso sería la ampliación de su mandato con el apoyo de las fuerzas armadas, que por ello promueve la consulta del domingo y quisiera una elevada votación en contra de la revocación y a favor de que continúe como presidente. Así, tendría pretexto para prolongar su régimen.
Esperemos el desenlace de la consulta del domingo.
De los últimos presidentes, Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y López Obrador, ninguno había sido tan duramente criticado como éste. Y ninguno alcanzó un nivel de popularidad tan alto en el cuarto año de gestión como el suyo.
También a Luis Echeverría y Carlos Salinas de Gortari el imaginario colectivo atribuyó ambiciones reeleccionistas en su momento.