Claudia, esa desconocida

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Sergio González Levet

Sin tacto

2024-09-19

 


El 1º de octubre de este año, dentro de doce días, los mexicanos podremos por fin asistir a la epifanía que significará conocer al pensamiento real y personal de la primera mujer que será Presidenta de la República.




Hasta ahora, la doctora Claudia Sheinbaum Pardo ha sido la reina del acatamiento, la emperatriz de la sumisión, la copia fiel del original, ante la figura omnímoda del presidente Andrés Manuel López Obrador, que es además el líder moral del partido que es un partido, aunque que él socarronamente le llama Movimiento… de Renovación Nacional (miren, ahí perdió la oportunidad de renombrarlo y ponerle Movimiento de Cuarta Transformación Nacional, aunque el acrónimo hubiera quedado como “Mocutrana”, que suena más bien ridículo, como la 4T).




Pero Claudia Sheinbaum solamente se ha dedicado a repetir, estenográficamente y a la letra, las declaraciones y ocurrencias que el Mesías Tropical estuvo vociferando durante todo su sexenio. Fue un discurso espejo el de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México y fue una copia a nivel atómico de las palabras que salían de la profusa boca del Patriarca, auto-asignado como único propietario de la autoridad moral del país.




¿Qué pensará Claudia Sheinbaum Pardo? ¡Averígüelo Vargas!




Hasta ahora, el honorable pueblo mexicano, el conjunto de las ciudadanas y los ciudadanos de este país, no ha tenido ni una oportunidad mínima de asomarse a los productos de la mente, a las ideas propias, de la próxima mandataria nacional.




El sentir personal de la doctora en ingeniería en energía, es el secreto mejor guardado del país. Nadie lo conoce, nadie lo imagina siquiera porque nunca se ha manifestado. Siempre ha estado embozado por la repetición de las opiniones del jefe máximo del morenato, que es a quien sobre todo se ha ocultado.




Muchos piensan que el 1º de octubre, cuando le impongan la banda tricolor, se revelará finalmente la verdadera personalidad de la por hoy Presidenta Electa. Otros, más conservadores… -perdón, más mesurados-, opinan que la transformación de Claudia en Doña Claudia llevara algún tiempo, tal vez hasta los dos años que le tomó al presidente Lázaro Cárdenas quitarse de encima la influencia abrumadora de Plutarco Elías Calles.




El poder transforma, y un poder tan concentrado como el que tendrá la doctora Sheinbaum, puede transformarla mucho.




O tal vez se mantenga, ay, como la dócil seguidora del que ella califica como el “mejor Presidente de la historia de México”.




Ya veremos.




 




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