El servicio médico de la UV, ¿al Seguro Popular?

Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

2014-05-05

El 2 de septiembre de 2013 escribí sobre quien ese día asumiría la rectoría de la Universidad Veracruzana, Sara Ladrón de Guevara (“UV, del autoritarismo al gobierno colegiado”).
Apunté entonces: “Llega, sin duda, animada de los mejores propósitos. Su propuesta –“Tradición e innovación”– que planteó a los miembros de la Junta de Gobierno de porqué aspiraba al cargo, abre la esperanza de un futuro prometedor para nuestra alma máter”.
Un párrafo fue: “Qué bueno que Sara, académica que seguramente ha sufrido la mala situación, ofreció en su propuesta ‘recuperar la calidad que el servicio médico algún día tuvo’. ‘Debe ofrecerse un servicio adecuado, oportuno y humano a nuestro personal’”.
En el espacio de esta columna he señalado saldos positivos que ha tenido en los ocho meses que lleva en el cargo, pero los trabajadores académicos estamos viendo –y viviendo– cómo su ofrecimiento con respecto al servicio médico no sólo no ha mejorado, sino que cada vez está peor.
Recién que asumió su responsabilidad, hubo cambio del servicio de farmacia. Pensamos que era parte de lo que había ofrecido. Pero ahora, a partir del mes pasado, de nuevo se volvió a cambiar sin que se diera a la comunidad una explicación de porqué. De farmacias de prestigio que nos surtían nuestros medicamentos hemos llegado ya a la de similares.
El motivo no nos lo dicen las autoridades responsables de hacerlo, pero en la farmacia última que nos daba servicio no tienen empacho en informarnos que cuando les paguen lo que les deben volverán a atendernos. O sea, más bien dicho la empresa dejó de surtirnos porque no le pagan.
Pero si ese es ya un problema serio, hay otro peor: cada vez más se nos dice también que las autoridades de la casa de estudios sacaron del cuadro básico tal o cual medicamento, y por lo tanto también se nos deja de surtir.
A eso se aúna que con el paso del tiempo varios médicos especialistas han dejado de trabajar para la UV y nos han dejado de atender porque, igual, tienen problemas para cobrar, pues les demoran mucho tiempo, muchos meses en pagarles. Los pocos que quedan nos dan recetas cuyos medicamentos luego no nos los surten.
Al paso que vamos, no sería raro que un buen día nos notifiquen que ya estamos inscritos en el Seguro Popular.
La semana pasada solicité medicamentos que tengo prescritos por médicos oficiales de la propia UV, y algunos me los cambiaron. Me dijeron que servían para lo mismo de los que nos dejaron de surtir, pero cuando chequé por Internet me encontré con la terrible sorpresa de que están contraindicados para mi salud.
En el módulo del servicio médico intenté hallar una explicación del porqué de todo, y el responsable no me dio una explicación convincente. Al final me dijo que si necesitaba tal o cual medicina ordenada por receta, entonces que la comprara con mi dinero y que luego me lo repondrían.
En realidad este es otro recurso que tenemos, pero lo malo es que para que paguen demoran seis meses o más, y algunos académicos no disponen de suficiente dinero para hacerlo de ese modo, a menos que desequilibre sus finanzas.
El buen servicio de farmacia y el surtido de medicinas se supone que fue una conquista laboral-sindical, que está pactado mediante convenio, pero tal parece que poco a poco se ha ido perdiendo y que vamos para atrás sin que, por otro lado, la dirigencia del FESAPAUV, el sindicato del personal académico, haga algo para parar la situación y revertirla.
Con motivo del pasado 1 de mayo se nos consultó si teníamos pensando ir a desfilar. Al menos en mi área, con alguna excepción, la respuesta fue negativa. Desfilar para qué, me pregunto. Se supone que tendríamos que ir a festejar conquistas laborales, pero cada vez las perdemos más; o a defenderlas, o a exigirlas, pero nadie protesta del sindicato.
El dirigente estatal Enrique Levet Gorozpe y la dirigente regional Irma Zamora Cortina, quienes se han entronizado en el cargo, sirven para nada y para lo mismo: no han levantado la voz, pero eso sí a él había que verlo el jueves al término del desfile posando para fotografías con las autoridades del Gobierno del estado y del PRI estatal como si realmente se preocupara por sus representados.
De la rectora sigo teniendo la mejor impresión y creo que nada mejor haría que con toda valentía nos dijera qué está pasando realmente, por qué, qué nos ofrece que hará para evitar más esta mala situación y en qué plazo, o si de plano la Universidad está en quiebra, con insolvencia, para entonces los trabajadores académicos ver cómo nos rascamos con nuestras propias uñas.
La próxima semana, el 15 de mayo, Día del Maestro, seguramente se nos enviará, eso sí, una carta con lugares comunes y bla bla bla. Yo de por sí, así como me la entregan año con año la envío al bote de la basura. Y todavía nos piden que firmemos de recibido como si fuera el gran documento del año. Sinceramente sería mejor que ahorraran en tinta y papel y ese recurso lo destinaran para que no nos quiten más medicamentos.
De que las cosas no están bien o del todo bien en la UV, económicamente hablando, lo que señalo es una buena muestra. Lo peor es que no sabemos hasta cuándo se va a tocar fondo y a qué costo final para la comunidad universitaria.
¿Por qué Silva Ramos?
Ya se sabe cómo en el simbolismo de nuestro sistema político y de gobierno, actos como el que se celebró el pasado 2 de mayo para recordar el tercer aniversario luctuoso del ex gobernador Agustín Acosta Lagunes, los utiliza el gobernador para balconear y proyectar a alguien de su equipo con el propósito de significar que tiene un futuro promisorio.
Esta vez el orador oficial fue el coordinador general de Comunicación Social, Alberto Silva Ramos. Sin duda, que Javier Duarte de Ochoa lo haya designado no significa más que un espaldarazo a su gestión, está diciendo que hace las cosas bien y que le gusta cómo las lleva, pero, además, puede estar avisando desde ya que le espera un futuro mejor.
¿Qué le esperaría, en todo caso, al tuxpeño?
Veracruz y Xalapa, con hoteles llenos
En lugar de con mi hija Ingrid, quería llegar a un hotel en el puerto el fin de semana. Pensé que las consultas que había hecho por Internet estaban mal. Pero no. No hubo una sola habitación disponible en Veracruz en este puente. Estaban totalmente llenos los hoteles. En Xalapa, igual. Un familiar mío necesitaba también habitaciones de hotel y no encontró una sola, ni una. No, no fue un anuncio de Harry Grappa. Lo constaté. Bien. Esa es otra realidad de Veracruz.