LAS DUDAS DE LOS JUEGOS CENTROAMERICANOS Y DEL CARIBE EN VERACRUZ
Columna sin nombre
Pablo Jair Ortega
www.columnasinnombre.com
pablojairortegadiaz@gmail.com
17 de AGOSTO de 2014
Pablo Jair Ortega
Columna sin nombre
2014-08-17
Quiérase o no, pero el cambio de titulares en el Comité Organizador y la cancelación de las Villas Olímpicas, causan más dudas que certidumbres en el hecho de cómo están preparándose los Juegos Centroamericanos y del Caribe, que tampoco es cualquier Festival Infantil de Primavera.
Como ejemplo podemos tener al reciente mundial de futbol celebrado en Brasil. Su inauguración fue criticada por ser mala, aburrida, sin imaginación ni realce, y por no reflejar el entusiasmo y alegría que se supone caracterizan al brasileño bailador y la brasileira cachonda. Un evento como el Mundial de Futbol tiene encima a la prensa y espectadores de casi todos los países del planeta, pero su espectáculo de arranque fue de purititita hueva.
Los Juegos Centroamericanos y del Caribe (los que se suponen serán los mejores de la historia) son, ni más ni menos, parte importante de la antesala para los Juegos Olímpicos que también se celebrarán en Brasil durante el 2016, específicamente en Río de Janeiro.
Y si bien en la entidad veracruzana no se ven las protestas de nivel carioca que nos acostumbramos a ver a la par de los partidos internacionales, el fondo es el mismo: el uso de recursos públicos para crear y adecuar espacios, pero que están resultando en anuncios como la reciente cancelación de las Villas Olímpicas; espacios donde serían hospedados cientos de atletas que llegan a distintas ciudades veracruzanas. A saber: el puerto y ciudad de Veracruz (sede oficial), Xalapa, Boca del Río, Córdoba y Tuxpan (subsedes).
Usted puede guglear las palabras “Juegos Centroamericanos y del Caribe” y se dará cuenta que existen cientos de noticias relacionadas a los sucesos deportivos: clasificaciones de los atletas, juegos de preparación, torneos previos, etc., lo que nos da cuenta de lo que significan seriamente tales juegos para la comunidad deportiva. Son miles de atletas centroamericanos y caribeños los que se están preparando sin saber cuál es la realidad de los avances en Veracruz, pues dan como hecho que ellos vendrán y ya está todo listo para su recepción.
Misma seriedad la aludió el presidente Enrique Peña Nieto en su reciente visita exprés a Coatepec: durante la inauguración del libramiento recordó que Veracruz está preparando un evento internacional de gran magnitud, en referencia a los Juegos Centroamericanos y del Caribe.
Por decirlo así: Veracruz tiene en sus manos una de las cartas internacionales del país para presentarse como organizador de juegos y eventos mundiales de gran magnitud. No es el Tajín, no es Tlacotalpan, no es cualquier competición intersindical o intergremial, patito o pedorro: es el evento deportivo al cual se le está apostando en el sexenio de Peña Nieto, para que en un futuro México pueda pedir ser sede de Olimpiadas o Mundial de Futbol.
Por eso causa extrañeza el anuncio de la cancelación de las Villas Olímpicas, porque no hemos sabido, al menos en la historia reciente, de una situación similar. La experiencia del uso de las mismas contradeciría incluso el argumento de que saldría más barato hospedar en los hoteles a los miles de atletas, cuando al menos ya en Xalapa están pensando en pedirle ayuda a Coatepec para hospedaje, lo que abre otro problema, otra situación que hay que resolver a menos de tres meses que inicie la justa deportiva.
Y es que según datos del regidor Martín Espinoza Roldán, de la Comisión de Turismo del ayuntamiento xalapeño, se cuenta con mil 300 habitaciones disponibles que podrían ser insuficientes para albergar a los competidores, sus médicos, cuerpo técnico, familiares y turistas que deseen acudir al magno evento el próximo mes de noviembre. Buena suerte, porque Coatepec a duras penas tiene tres hoteles presentables, con buenos servicios, restaurantes, pero todos con pocas habitaciones.
El asunto también involucra un cambio de logística y de operativos para cuidar la integridad de los atletas, pues en una villa olímpica suponemos que al concentrar a la mayoría de la comunidad deportiva, se tiene un control en los accesos y una vigilancia más adecuada; en los hoteles se tiene que diseñar una nueva estrategia para cuidar a los atletas y personas que los acompañan, pero que se antoja difícil --no imposible-- por la dispersión de los lugares en donde van a ser hospedados los atletas.
Lo peor aún es el caso de la capital veracruzana: con recursos públicos se le expropió al Tecnológico de Xalapa algo así como 10 hectáreas para la edificación de las Villas Olímpicas a cambio, según versiones, de mejoramiento de infraestructura en el plantel; pero ahora, dichas instalaciones están siendo anunciadas para renta/venta de compañías constructoras con terreno regalado (y falta ver a quién se le ocurriría vivir ahí teniendo como vecinos a los de Antorcha Campesina, expertos invasores y cuya vía de “demandas” es joder a terceros).
Tampoco se sabe --si es que acaso hay difusión-- de obras que se estén realizando en las otras subsedes. Al menos el año pasado, tuvimos la oportunidad de trabajar unos meses en Córdoba y lo único que habían construido era el reloj gigante que instalaron en el parque principal. Fuera de eso, nada había arrancado.
Y tampoco creemos que sea completa responsabilidad de los organizadores de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, porque al final de cuentas tienen a la Organización Deportiva Centroamericana y del Caribe (Odecabe), que en última instancia tiene la facultad de cancelar o mover la sede de los juegos a otro estado o país; aunque lo anterior, a menos de 3 meses, es más que un suicidio político al tolerarse el evidente retraso de obras y anuncios como la cancelación en el uso de las Villas Olímpicas.
Veracruz va a ser el centro de atención de buena parte del mundo. Eso no debe perderse de vista, pues los veracruzanos debemos mostrar que estamos más allá de las fiestas tradicionales y podríamos presumir de tener la capacidad para conducir acontecimientos mundiales. Suena difícil, pero no imposible.