Los efectos del carambolazo de Buganza
Arturo Reyes Isidoro
Prosa Aprisa
2015-07-16
De entrada, es bueno para los electores que tengan opciones para escoger candidato para la renovación de la gubernatura en 2016, y es bueno para la democracia que haya competencia y que gane el que mayor aceptación ciudadana tenga.
Rechazada en un principio por algunos por ser sólo de dos años, por una sola vez, ahora todos la quieren. El porqué merece un análisis aparte.
El destape de Gerardo Buganza Salmerón como futuro candidato independiente el martes modifica los escenarios.
Hasta ahora se vislumbran como candidatos competitivos y con posibilidades de sustituir a Javier Duarte de Ochoa, a Miguel Ángel Yunes Linares por el PAN, a José Francisco “Pepe” Yunes Zorrilla y a Héctor Yunes Landa por el PRI, a Buganza como independiente y, posiblemente, a Rocío Nahle García o a Cuitláhuac García Jiménez por Morena. Quién de ellos va ser el próximo gobernador sólo el electorado lo habrá de decidir.
Institucional como es, resulta difícil de creer que Buganza no haya platicado e informado de sus proyectos inmediatos y futuros a quien hasta ahora es su jefe político, el gobernador Javier Duarte de Ochoa.
Lo interesante sería saber en qué términos lo platicaron, pero conociendo como se conoce a Buganza, a diferencia de Tomás Ruiz González quien dice que hará lo que le diga Duarte, Gerardo seguramente no fue a pedirle permiso ni a consultarle sino a informarle de su decisión tomada y a darle las gracias, que al final quedaron tablas. Vida nada me debes, vida estamos en paz, le debe haber dicho, como dijera Amado Nervo en su célebre poema “En paz”.
Porque los cargos del cordobés en el gabinete de la prosperidad no fueron gratuitos. Buganza fue determinante, con el voto de todos sus seguidores agrupados en su fundación Generando Bienestar, para que Javier Duarte derrotara en 2010 a Miguel Ángel Yunes Linares. Sin sus votos hubiera perdido el PRI. Duarte le devolvió el favor y lo colocó en la Secretaría de Gobierno a pesar de la oposición de Fidel Herrera Beltrán quien, además, siempre buscó que lo echaran del cargo (como a Tomás Ruiz o a Adolfo Mota). Están tablas, pues, y ahora cada quien opta por su propio camino.
Se me antoja una pregunta: ¿Javier Duarte, en agradecimiento, lo apoyará a su vez en su aspiración? Con otra más: ¿Vislumbran en la prosperidad que Héctor Yunes Landa, quien se cobijó con ellos y al que adoptaron, ya no puede crecer más pero que además va en descenso desde que se ligó a los prósperos, y van a optar por una nueva baraja que les puede ser más rentable? Porque cosa de ver que no lo despidieron de inmediato del gabinete y desde adentro no lo rafaguearon mediáticamente.
La tarde y noche del martes cuando varios actores políticos priistas comentaron conmigo el destape de Buganza, la percepción que me quedó es que no le dan mayor importancia e incluso me quedó la impresión que están pensando que es un priista más al que podrán ordenar qué hacer y qué no, esto es, que lo podrán controlar fácilmente. Los advierto muy confiados. A mi juicio, se equivocan y se pueden llevar una sorpresa mayor si no lo toman en serio.
La forma en que se destapó y el contenido de su mensaje fue un carambolazo de varias bandas. Lo hizo en un medio de la ciudad de México, con lo que tal vez quiso mostrar el nivel de su alcance mediático y de sus relaciones con la llamada “gran prensa”, pues por segundo día ayer Ciro Gómez Leyva le volvió a dedicar unas línea en su columna, y bien.
Se anticipó al gran acto político que tiene programado para el domingo el senador priista Héctor Yunes Landa, con lo que anticipadamente le robó la atención de los medios, pero además, creo, fue el principio de una soterrada batalla por ganarse el apoyo del duartismo, si no es que ya se lo arrebató (según información que tengo, antes de su destape Buganza habría recibido a Héctor en la Secretaría a su cargo como parte del apoyo que le estaría dando la prosperidad al senador, por lo que debe haberse enterado de todo lo que piensa hacer éste).
Centró muy bien el objetivo inicial de su plan de ataque, pues pegó de entrada a su enemigo político Miguel Ángel Yunes Linares, otro fajador de peso completo, con lo que obligadamente los reflectores de los medios voltearon hacia él, esto es, logró llamar la atención e impactar. Le funcionó su táctica y además obligó a que Miguel le respondiera y se colocó en el centro de los comentarios.
Con ese golpeteo al panista, además, forzosa y necesariamente por su ya histórico pleito con fidelistas y duartistas, por lo pronto se ha ganado la simpatía de fieles y prósperos, pero también del panismo enemigo de Yunes Linares, y de muchos agraviados priistas de antaño a quienes Miguel afectó cuando fue dirigente estatal del PRI y Secretario de Gobierno.
En el lenguaje que utilizó, usó un término propio de Andrés Manuel López Obrador, “mafias”, tanto en contra del PRI como del PAN, que pega e impacta en ciertas corrientes, pero, además, como lo hizo Manuel Ávila Camacho en 1940 cuando era candidato a la Presidencia, se declaró creyente de Dios y confirmó que asiste a misa, o sea, que es un católico practicante, lo que debió haber agradado a la cúpula de la Iglesia católica, una fuerza nada desdeñable, y con lo que seguramente se echó a la bolsa ya a muchos fieles, por no decir que a miles.
Algo inédito en la historia política de Veracruz, y me atrevo a decir que del país, fue el hecho de que ventilara públicamente su estado de salud, que a muchos llama a la solidaridad humana, que lo presenta como un guerrero que, hasta ahora, va derrotando a una enfermedad casi incurable, si bien controlable, como es el cáncer.
Para las familias de buenos modales, debió haber caído bien que haya dicho que a diferencia de El Bronco de Nuevo León, el es educado y no malhablado, y que además es más que un Bronco.
Con un detalle más. En lugar de quejarse, como lo está haciendo la oposición en el estado, en especial el PAN, de que las recientes reformas a la legislación local electoral están poniendo trabas a las candidaturas independientes al exigirles más firmas de apoyo que las que pide la legislación federal, Buganza no se quejó y por el contrario dijo que en su tiempo libre, en tanto permanezca en el gobierno, se dedicará a conseguir las firmas necesarias.
Ayer me comentaron algunos funcionarios que una vez que trascendió la noticia de su destape, se dedicó a llamarles y a pedirles su apoyo, o sea, ya se puso a cabildear.
Con su anuncio, por lo demás, movió a la opinión pública (había dicho el gobernador en Poza Rica que iba a haber una sacudida de árbol), e incluso la dividió entre quienes lo ven con simpatía y quienes lo rechazan, y en las redes sociales lo tundieron. Un hecho indudable es que fue y es noticia, que logró atraer a la opinión pública, que su destape no pasó inadvertido y que de aquí en adelante tendrá también la atención puesta en él.
Las reacciones
Sobre las reacciones entre los principales aspirantes, Miguel Ángel Yunes Linares no bajó de una “auténtica vacilada” su destape y lo acusó de formar parte “de la banda que gobierna Veracruz y que tiene a los veracruzanos con pésimos servicios de salud, educativos y nadie le cree que sea independiente y a él lo usan como trapo sucio”. No se podía esperar menos.
Por su parte, el senador Pepe Yunes se limitó a expresar su “profundo respeto” por el destape, deseándole a Buganza “la mejor de las suertes”, y el que de plano se vio fuera de lugar fue Héctor Yunes al dar la bienvenida a la candidatura pero al pedir “piso parejo”, cuando que el cordobés no es de su partido ni le va a competir internamente.