LO QUE LA GENTE VE: El más trompudo traga más pinole

Columna de Livia Díaz

Zona Norte

Livia Díaz - 2012-04-13

En la última novela de Omar Delgado Vásquez, y que obtuvo el octavo premio nacional de narrativa, el Caballero del Desierto, se convirtió en un llanero solitario del nuevo western México Norteamericano, en el que la lucha es por la razón.

Hay lugares en los que hay que sufrir y batallar mucho para no perder la cordura, la zona fronteriza es la más volátil.

En un momento, algo puede provocar un incendio en el corazón de un hombre.
Soldados, de uno o de otro bando, ya sea que se cuenten en las nóminas del estado o en las de organizaciones privadas, pueden dejar de actuar como tales y ser vencidos por un interés personal, solo que, a su alrededor, andan como satélites, unos que sacan mucho provecho con sus debilidades mundanas.

Tal como son tratados en la actual literatura mexicana, los actores de las epopeyas, que apenas traza una noticia, profundizan en sus actos, quizá para darnos un poco de respuestas de los porqués, es que todavía somos muy sociales y todo queremos saber, lo que alcancen nuestros ojos a ver, lo buscamos leer, y nos informamos en radio pasillos, o consultamos aquí y allá, a los mexicanos aún no se nos quita la curiosidad.

Salta a la vista que de la curiosidad provienen las respuestas que se vuelven leyendas, por una especie de transmisión en la que cada receptor adapta a su propia realidad y capacidades la transmisión de los hechos y su traducción y retransmisión, ya lleva un poco de cada quién agregado, sumado y con algunas que otras correcciones y aumentos de hechos en el guión.

Desconozco los elementos por los que una novela de estas características es considerada para un premio.

Al personaje principal pude verlo en su noche y en su día, en la fabricación de sus conjeturas y en la idea de sus argumentos, para presentar un escenario árido, que a pesar de ser ubicado en muchos sitios a lo largo de una frontera tan larga como la que hay entre Baja California y Tamaulipas, sigue siendo igual de mismo.

Tuve el gusto de contar con la colaboración del autor en el Diario de Tantoyuca, adonde en el 2009 realizó entregas para las páginas de cultura. Se de la pulcritud de sus escritos, de la investigación que realiza, de su elaboración y persecución de sus propios textos, y sé que es a quién, por una vena natal le viene la intensidad al buscar la perfección.

Así que el lector de esta novela en esos sentidos no se va a sentir defraudado, ni va a reparar en ello, ni encontrará recovecos, retruécanos, ni tampoco le será difícil leer este trabajo que publicó siglo xxi editores. Se le olvidará todo esto y disfrutará con enterarse de los dislates en el corazón de una persona por el dolor que lo lleva a buscar una venganza. Además de notar la pérdida del hombre en el hombre, la ausencia de la humanidad en el actuante de su propia vida y que se mueve entre nosotros, disfrazado y esquivo, en su propia realidad, y al que, síntoma de la maldad, no va a ver como es por mucho que se talle los ojos; mientras en la búsqueda del hombre en la fama, tampoco podrá verlo aunque lo tenga cerca, porque su santidad es de iluminado alimentado por los ideales de quienes crean en ellos, así que, quienes no tengan puesto el sentimiento en su leyenda, ni admiración en sus actos, seguirán ignorando su existencia.

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