+ Arrieros somos, por el C.P. Renato P. Vázquez Chagoya
Zona Sur
Renato P. Vázquez Chagoya - 2013-08-04
Ya no es secreto a voces. Ya es una realidad.
El dengue es un mal endémico en la región y en estos tiempos húmedos, de lluvias frecuentes, se agudiza la incidencia de casos de dengue clásico y hemorrágico.
Las autoridades de salud de todos los niveles, están alertando a la población para que de manera urgente eliminen de sus patios, de sus casas, cacharros con agua limpia estancada, que es el lugar donde se incuba la larva y nace el mosco transmisor.
Uno se pregunta cuáles son esos cacharros y recipientes de que nos advierten para ser eliminados. En esa lista no están muchos objetos que pueden contener líquidos: floreros con agua, botellas de refresco vacías, llantas viejas, maceteros sin salida de agua, recipientes de plástico deteriorados, y otros más, que usted tiene en su casa.
Y no es cosa de ignorar el llamado de las autoridades sanitarias ni de los expertos. Mucha gente está muriendo por creer que “a mi no me va a pasar nada”.
Y si cerca de su domicilio existen charcos con agua limpia y sucia, es el momento de eliminarlos, porque el mosco está mutando y puede incubarse en otros medios que no sea el agua limpia.
Y sí, haga caso de las indicaciones que se están emitiendo al público y “no se duerma en sus laureles”. Actuar ahora puede salvarle la vida
Como ya padecí el dengue, rayando en los niveles de dengue hemorrágico, le diré que para la recuperación es necesario consultar oportunamente al médico, comer adecuadamente, tomar mucha agua y guardar reposo.
La primera recomendación no debe pasarse por alto por ningún motivo.
Actuar ahora puede salvarle la vida
Prohíben consumo de alcohol en la vía pública
Como ya era un problema de tipo social para Coatzacoalcos, que jóvenes y adultos ingirieran bebidas alcohólicas en el malecón, las organizaciones civiles (nada de gobierno), emplazaron a los coordinadores del Mando Único, a impedir que el consumo se haga en la vía pública, en lo que respecta al municipio.
Para el efecto, informó el coordinador del Mando Único, que a partir del primero de septiembre, la persona que sea sorprendida ingiriendo bebidas alcohólicas en la vía pública será remitida a la autoridad municipal para que sea ésta la que aplique las sanciones correspondientes.
Tal medida no es contraria a las disposiciones legales, ya que en el Reglamento de Comercio, Industria y Prestación de Servicios, se contempla que se equipara a una falta administrativa la ingesta de bebidas alcohólicas en la vía pública. Tan es así, que en los expendios llamados depósitos, cuando se sorprende a una persona ingiriendo bebidas alcohólicas en su cercanía inmediata, se les castiga con la clausura.
Independientemente de lo anterior, se comentó que la quinta parte de los delitos cometidos en Coatzacoalcos, tienen su origen en personas alcoholizadas; que los delitos de violencia familiar y escándalos públicos, la tercera parte proviene de personas alcoholizadas y que casi la quinta parte de los accidentes automovilísticos, también participan personas con cierto nivel etílico.
El efecto principal que se observará a partir del primero de septiembre, es que todos podrán desplazarse tranquilamente por la ciudad, sin ser molestados por grupos que en la vía pública ingieren bebidas alcohólicas y por lo mismo, no se presenciarán actos denigrantes, degradantes y bochornosos de los bebedores al hacer sus necesidades fisiológicas en la vía pública o en lotes baldíos.
Se comenta que tal medida favorecerá a los establecimientos dedicados a la venta de bebidas alcohólicas.
Por nuestra parte, sostenemos que las vías públicas se hicieron sólo con un único propósito: Que los vecinos las utilicen para su libre y tranquilo tránsito. No para otra cosa, sino para desplazarse con tranquilidad, seguridad y comodidad.
Y también sostenemos, que los expendios de bebidas alcohólicas están precisamente para eso, para el expendio y consumo de esas bebidas.
Cada cosa en su lugar.
¿Ese será el concepto más amplio de cero tolerancia?
Si en nuestro país todo funcionara para lo que es, otra cosa seríamos.
La otra demanda: legalización de la marihuana
Ante la postura de algunos “intelectuales” mexicanos de que se legalice el consumo de la marihuana en nuestro país, han saltado disímbolas opiniones al respecto.
“A mí qué me importa que sólo se incremente el 1% de adictos, si entre ellos está un hijo mío que se quede en la adicción. No estoy de acuerdo y me preocupa”, manifiesta la Contadora Pública María Esther González Medina.
Linda Mora se pregunta: “Si el Distrito Federal es el primero en autorizarla, ¿Qué trato se le dará al Chapo Guzmán ahí y qué trato se le dará saliendo del D. F.? También se pregunta: “¿Quién la producirá y quién la distribuirá?”
María Esther, abunda: “Mi angustia de que se apruebe es que en estadísticas, porcentajes bajos no importan, pero en la vida real es distinto. Si llega ser uno sólo de mi familia, nos pega y acaba a la misma familia, pero como sociedad tenemos que convivir, exponernos y lidiar con todas sus consecuencias. Es preocupante la frialdad con que lo manejan”.
Luis Vásquez nos remite a la experiencia de Holanda. Un país de primer mundo y muy rico, que legalizó hace varios años cierta cantidad de consumo personal por semana.;
“¿Qué sucedió? Al legalizarse, los adictos fumaban todo el tiempo. Se despertaban y andaban con su cigarro todo el día. Llegó el grado que muchos dejaron de trabajar y el gobierno tuvo que comenzar a tratarlos como enfermos, darles servicios sociales, casa, comida, ropa, servicios médicos. En pocas palabras, se convirtieron en parásitos del gobierno. Ahora cambiaron las leyes y redujeron la cantidad de consumo”.
“¿Ahora qué pasará en México? Aquí es un país tercermundista, en que el gobierno nunca da los apoyos como en esos países. Si se legaliza y los adictos dejan de trabajar, ¿quién los va a mantener? ¿Creen que el gobierno les proporcionará todo lo que necesitará esa gente? Por supuesto que no, ¿y de dónde van a obtener dinero para su vicio? Robando, asaltando y qué más”.
“Yo se que mucha gente, he conocido a algunos que son personas muy rectas y formales, personas honradas y trabajadoras, que tal vez no cambien sus hábitos por el vicio, pero ¿y los demás? ¿Los que no trabajan y se dedican a la vagancia y delincuencia?”
Lo de menos, es que cada quien aplique su libre albedrío y su personalísima responsabilidad en eso del consumo de la marihuana, pero…
¿Qué nos obliga al 99 por ciento de la sociedad mexicana a soportar los comportamientos agresivos y degradantes de un drogadicto?
Tampoco debemos olvidar que a lo primero que destruye, como dice María Esther, es a su familia y a la sociedad toda, porque empezamos a vivir a la defensiva y con zozobra. Nunca alcanza ningún recurso para que adicto satisfaga su dependencia y menos, se logre su rehabilitación. Y la primera que se desatiende ante ese problema de dependencia, buscando su seguridad, es la familia, porque la sufre, porque ya ha sido saqueada, amenazada, agredida y violentada.
Y lo que nadie toma en cuenta, que el consumo de la marihuana puede convertirse en un padecimiento incapacitante.
Los promotores del consumo del tabaco, argumentan que el cigarro es la única dependencia que no es incapacitante. El individuo puede seguir trabajando, con sus capacidades casi intactas para su desempeño laboral. No así las otras dependencias, que inducen al individuo a los estados alterados, que pueden distorsionar o modificar su objetividad al realizar una labor, incluso, atentando contra su propia integridad personal. Sin embargo, las consecuencias de fumar ya se están viendo con alarma en los círculos médicos y políticos…
Uruguay parece ser el primer país que autorizaría su legalización, pero con tantas medidas restrictivas que seguirá operando el mercado negro.
Vean si no:
+ Se permitiría el cultivo de hasta seis plantas, sólo para el autoconsumo.
+ Podría haber clubes de producción, con el cultivo de hasta 99 plantas y máximo 45 socios.
+ Se expendería la marihuana en las farmacias, sólo hasta 40 gramos mensuales por familia.
+ Los consumidores deberán estar inscritos en un Instituto de Regulación y Control de Cannabis.
+ El referido instituto podrá expedir permisos a empresas privadas para el cultivo de la marihuana a discreción.
El columnista Sergio Sarmiento, asegura que los que más se oponen a la legalización de las drogas, son los narcotraficantes, porque sería el fin de su negocio. Otros que se oponen, créalo usted, “son las instituciones burocráticas y de policía creadas al amparo de la guerra contra las drogas. La legalización significaría el fin de los empleos y privilegios de sus funcionarios. Sostener que estas instituciones actúan por la salud y bienestar de la población, y para impedir el abuso de las drogas por los jóvenes, es hipócrita”.
Por su parte, Vito Lozano, presidente del Foro de Abogados del Estado de Veracruz, se pronunció porque se combata el tráfico y el consumo de drogas de manera frontal o, definitivamente “llevará a nuestro país a un estado caótico de carácter social”. Opinó que ni la marihuana ni ningún otro tipo de droga se debe legalizar y que las drogas sólo con prescripción médica deben suministrarse a los pacientes. Grave aún, dijo “que a pesar de que se diga que se puede meter en tratamiento a esas personas adictas, la verdad es que también se les tiene que seguir suministrando cierta cantidad de la droga para evitar que se mueran”.
Este caso podría equipararse a la legalización del alcohol. En Estados Unidos hubo una prohibición donde “florecieron” muchos negocios a la sombra de la clandestinidad, en el primer tercio del siglo XX. Las autoridades norteamericanas, sólo pudieron frenar tales actividades ilegales, autorizando la fabricación, distribución y venta de bebidas alcohólicas. Lo que ya se tenía y propiciaron, fue la dependencia de miles de ciudadanos al consumo del alcohol.
No ignoremos los índices de alcohólicos en México.
O sea, que la legalización del consumo de las drogas no es asunto fácil.
Es un tema que debe razonarse con detenimiento y escrupulosamente.
Ante los problemas de dependencia, debemos tener la cabeza fría y buscar proteger en lo más que se pueda a la población en general.
No hay de otra, si queremos sobrevivir como sociedad.