#ArrierosSomos: MÉXICO EXPORTARÁ SOLDADOS

+ Columna del C.P. Renato P. Vázquez Chagoya, director del Semanario Sotavento

Zona Sur

Renato P. Vázquez Chagoya - 2014-09-29

Al participar en la Asamblea General de la ONU, en Nueva York, este septiembre de 2014, el presidente Enrique Peña Nieto informó que México decidió participar en las Operaciones de Mantenimiento de la Paz (OMP), que emprenda la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Señaló Peña Nieto que la participación de México será decidida ante “un mandato claro del Consejo de Seguridad” de la ONU, en operaciones de paz, de índole humanitaria, gradual, y a través de personal militar o civil, para superar conflictos, acciones de reconstrucción, asistencia humanitaria y de seguridad.
Esta determinación del Ejecutivo nacional, daría por terminada la vigencia de la Doctrina Estrada, también llamada de “No intervención”, originada hace más de 80 años, cuando apenas se gestaba la conflagración bélica conocida como “Segunda Guerra Mundial” y las condiciones mundiales eran muy diferentes a las actuales.
Esencialmente la Doctrina Estrada, cuyo autor fue Don Gerardo Estrada, secretario de Relaciones Exteriores durante la presidencia de Pascual Ortiz Rubio (5 de febrero de 1930 al 4 de septiembre de 1932) , fue impuesta a los representantes mexicanos en el extranjero, mediante un documento enviado el 27 de septiembre de 1930, en el que substancialmente se observaba que “ningún gobierno debería juzgar –para bien o para mal– a los gobiernos o sus cambios de otras naciones, porque entonces se estaría violando su soberanía”.
Según los expertos la Doctrina Estrada estuvo en vigor desde 1930 hasta este 2014, en que el presidente Enrique Peña Nieto dio é “golpe de timón” y con ello se da por terminada “la tradicional política mexicana de No Intervención”.

Los intentos recientes

Se señala que el ex presidente Vicente Fox Quezada (2001-2006), a través de su primer secretario de Relaciones Exteriores Jorge Castañeda, se pronunció porque “México tuviera un papel más protagónico en este tipo de misiones”. Sin embargo, en el 2001, el General Ricardo Clemente Vega García, titular de Sedena, en la Cámara de Diputados, señaló que “las fuerzas armadas no contaban con preparación ni equipo, para actuar fuera del país” y que en su opinión “este tipo de operaciones requerían contar con al menos 800 individuos preparados con al menos un año de formación y entrenamiento especial. Puntualizó que el Ejército no tenía planes a corto plazo para dicha acción.
El mismo Vicente Fox Quezada, en el 2004, cuestionó la participación de las fuerzas mexicanas en los Cascos Azules de la ONU: “Al hablar de participaciones en el extranjero y hablar de cascos azules, hay que comenzar por estudiar y realmente poder abarcar las diferentes tareas (…) Pongo por ejemplo, un país que pueda mandar, el que usted guste, a una compañía, se tiene que ceñir y tiene que cumplir con las órdenes de un general que no es el nuestro. Hay que preparar y hay que ver todas estas cosas y yo creo que tenemos mucho qué hacer aquí adentro antes de ir hacia fuera”.
Sin embargo, en el mismo 2004, al integrarse la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití, México envió gente del entonces Instituto Federal Electoral (IFE) para realizar labores de capacitación electoral. La Sedena mantuvo la postura de que “no se debía sacar las tropas por razones de soberanía y nacionalistas”.

Se superan tradicionalismos

EL subsecretario de Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Juan Manuel Gómez Robledo, el cambio de postura de la política exterior tiene dos orígenes:
1.- El criterio del titular del Poder Ejecutivo en que México debe ser un actor de responsabilidad global y,
2.- La evolución de la opinión pública en este tema.
Abunda el subsecretario: “Se han venido experimentando reformas tan importantes que la política exterior no podía quedarse atrás”.
Gómez Rebolledo señala que desde el gobierno de Fox Quezada “El Ejército Mexicano estaba preparado. Hubo una participación en auxilio de la población civil de siete países, sin pasar por las Naciones Unidas. Los ejemplos más claros: el apoyo a Indonesia tras el tsunami y en el 2010 por el terremoto de Haití”.
Y, aunque el gobierno federal siempre niega la intervención del país en asuntos de otras naciones, se debe recordar que:
+ Se intervino con observadores militares en el periodo de 1947 a 1950, en Los Balcanes y en 194, en Cachemira.
+ En los años 1992 y 1993 se enviaron 120 policías a la República de El Salvador.

¿En qué se va a meter México?

La ONU se crea en 1945, al término de la Segunda Guerra Mundial, con el ánimo de estabilizar las relaciones internacionales y mantener una paz consistente. En 1948, por acuerdo del Consejo de Seguridad se aprobó la creación de una fuerza multinacional que observara el conflicto existente entre Egipto e Israel, surgiendo Los Cascos Azules, llamados así por el color de los yelmos.
Esta fuerza miliar recibe aportaciones de 193 países adheridos a la ONU y, al 31 de julio, el Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz se componía por 83,327 soldados y observadores militares en servicio, 11,420 miembros del personal de policía, 5,323 funcionarios civiles internacionales, 11,954 funcionarios civiles locales, 1798 voluntarios de la ONU y 122 países que aportan personal militar y policial.
Los objetivos principales, según la ONU, es el de mantener la paz y la seguridad. También se encargan de ayudar en los procesos políticos, en la reforma de los sistemas judiciales, el desarme y la reintegración de excombatientes y apoyando al retorno de los desplazados internos y los refugiados.

¿Qué piensan los especialistas?

Según especialistas en temas internacionales, la participación de México en Operaciones de Mantenimiento de la Paz de la ONU, no viola el contenido del Artículo 89 de la Constitución mexicana, que establece el principio de NO INTERVENCIÓN en los asuntos de otras naciones y que dicha participación sólo debe hacerse en el mero y puro ámbito humanitario, sin involucrarse en conflictos internaciones, que pudieron originar responsabilidades y producir consecuencias.
Insisten: Si se limita a actividades de índole humanitario, no viola la Constitución y que no habría contradicción a la Doctrina Estrada de la política exterior, porque no se entraría en el terreno de valorar o juzgar a otros gobiernos y no se violaría su soberanía.
Y todos los especialistas coincidieron que la participación de México en las fuerzas militares de la ONU –Cascos Azules–, según está planteado tiene una motivación de imagen pública y de credibilidad.
El internacionalista de la Facultad de Estudios Superiores de la UNAM, Eduardo Rosales tocó un tema que debe preocuparnos: “En este afán de protagonismo que ha mostrado el mandatario, no se debe perder de vista la normativa nacional ni caer en la toma de decisiones mediante presiones políticas de otros Estados, como el de la Unión Americana”.

¿Qué mexicanos participarían?

Si de proponer se trata, yo propongo:
+ Que envíen a puros funcionarios públicos –como dijo la abuelita: “Dijeron que a todos”– incluso los de elección popular, para que vayan “a orientar” a los países extranjeros de “cómo solucionar los problemas sociales” y de paso, aprendan algo.
+ Tendrán preferencia de viaje los exgobernadores y expresidentes de la república, sin retorno, para que “vayan a enchinchar a otra parte”, donde además, está visto y comprobado, les va muy bien.
+ También tendrán preferencia de viaje los expresidentes y ex ediles municipales, para que “aprendan a amar a Dios en tierra ajena”. También sin retorno, porque después le da por querer ser diputados.
+ Enviaría a todos los comentaristas políticos que todo critican, que tienen solución para todo pero que no dan a conocer las soluciones.
+ Habría una excepción: El gobierno tendría terminantemente prohibido enviar a Senadores y a Diputados, porque en menos de dos meses quebrarían a la ONU, por ocupar hoteles de súper lujo y consumirían comidas y bebidas en cantidades industriales.
+ Otra excepción: México no enviará a miembros de la CNTE ni a maestros de Oaxaca, porque en dos semanas contaminarían a los soldados de la Operación de Mantenimiento de la Paz y se declararían en “intenciones caídas”.
+ Y finalmente, el gobierno mexicano no debería mandar a nadie que se muera en el extranjero, porque saldría muy caro repatriarlo, ya que el gobierno adeemás tendría que dotar de casa habitación a la familia, darle trabajo a los miembros en edad de laborar, otorgarles una pensión a la viuda, dar becas a los hijos estudiantes hasta que terminen la carrera, darles un trabajo seguro y bien remunerado y entonces, todos los enviados a los Cascos Azules, se querrán morir, para no mantener a sus familias y dejarlos bien protegidos. Y más, si tienen dos o más “capillitas”.

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