#ArrierosSomos: ¿NO QUE LOS BUENOS ÉRAMOS MÁS?

+ Columna del C.P. Renato P. Vázquez Chagoya, director del Semanario Sotavento

Zona Sur

Renato P. Vázquez Chagoya - 2014-10-20

Los profetas, los pronosticadores y los políticos profesionales, nos prometieron que sorteando eso de las “reformas” el futuro de México era de promisión, de cambios, de progreso y de felicidad.
Ya casi nos la creímos.
No crea que la historia empezó ahora.
Ya tiene su tiempo que las nubes de la tormenta se veían en el horizonte, pero ni así fuimos por el impermeable, ni por las botas ni por el sombrero, y dejamos que nos alcanzara el mal tiempo.
Ya venía desde hace tiempo. Empezó cuando los malosos se enfrentaban –según nos decían los boletines oficiales– y entre ellos se producían las bajas. Los civiles, según esos boletines, estábamos fuera de ese círculo de violencia.
Más de dos sexenios presidenciales fueron la incubadora para que el problema del “crimen organizado” nos alcanzara.
Pero, las autoridades decían que esos actos de violencia “no afectaban en nada la marcha del país. Tampoco afectada a nuestra imagen ni al turismo que llegaba del extranjero”. El pleito era interno, según esas fuentes.
¿Hubo permisividad de las autoridades para que el “crimen organizado” se incubara, se desarrollara, se fortaleciera y se volviera poderoso?
Los conocedores dicen que sí. Que muchos políticos son parte del “negocio”. Otros, más crédulos o más inocentes, creen otra cosa.
Sin embargo, la información que de los hechos se derivan, parece que los expertos le atinaron.
Y este fenómeno antisocial no es el único que afecta a nuestro país.
Existe la “complacencia” gubernamental para qué grupos identificados por su violencia comentan actos vandálicos, sin que reciban castigo alguno. Y sí a unos se les permite, ¿por qué a otros no?

Primero de diciembre de 2012

Se produce durante el cambio del gobierno federal.
Grupos vandálicos irrumpen en zonas comerciales del Distrito Federal, para cometer destrozos y actos violentos.
Las fuerzas del orden detienen a varios individuos que cometieron excesos y atropellos contra la integridad de bienes ajenos y agresión contra los cuerpos de seguridad.
Por “reformas” que se hicieron a modo en el Distrito Federal, esos inculpados son liberados pagando una fianza, también a modo.
Después, mientras se sigue el proceso, la presidenta de la Comisión de los Derechos Humanos del DF, pide que el gobierno “indemnice” a los señalados destructores y agresores. ¡Válgame Dios!
A consecuencia de la Reforma Educativa, el gobierno federal y los locales, permitieron desmanes, abusos, agresiones, secuestros y daños en distintos puntos de la república, de quienes se sienten afectados en sus derechos. No se conoce castigo alguno para quienes violentaron el orden y la paz social.
Se confirma: Si unos lo pueden hacer, ¿otros por qué no?
Y así nos vamos.
Llegamos a julio de 2013, y en Cocula, Guerrero, se produce el secuestro de 17 personas. Hecho que comete un grupo de hombres armados que viajaban en varias camionetas. El alcalde este pueblo confirmó el hecho. El gobierno del Estado desconoce el hecho porque no existe denuncia ante la Procuraduría General de Justicia del Estado, pero que formulará “una acta administrativa ministerial”, para investigar las versiones que existen sobre ellos. Más tarde el gobierno del Estado de Guerrero informó que los secuestrados no rebasan los seis.
Secuestros, levantones y extorsiones son hechos comunes en Guerrero, señalan los alcaldes de Teloloapan y Cocula, Guerrero.
Maestros de tres municipios de la región Norte de Guerrero reportan que son hostigados, asesinados y obligados a pagar cuotas.
La historia reciente ya usted la conoce.
En un reporte periodístico se dice que un comandante de la policía ministerial de Guerrero, declaró en el anonimato: “Aquí, la verdad, de todos estos cerros hemos sacado como 300 cuerpos en los últimos dos años”
Concluye el reporte: “Que nadie, ni locales, ni estatales, ni federales se atrevan a hacerse los sorprendidos”.

Las contradicciones evidentes

Se impulsó una serie de reformas con la promesa de que nuestro futuro será otro. Todos tendremos oportunidades. Todos disfrutaremos de la prosperidad. Todos tendremos un mejor vivir.
Hubo para lograr las reformas: Inteligencia, habilidad política, diálogo, convencimiento, argumentos y criterio suficiente para lograr acuerdos con todas las corrientes políticas, así como consenso entre quienes se verían afectados o beneficiados.
Fue ante el asombro de quienes -cada vez había un cambio de gobierno federa- l pensábamos: “Ahora sí va en serio. Ahora sí todo va cambiar”, logros aparentemente fáciles, viales y posibles.
Se habla de obras monumentales. De obras de trascendencia en nuestro territorio. De acciones rescatadoras en población en situación de desventaja social y económica. Existe un proyecto para la adaptación del Aeropuerto de la Ciudad de México, que se hará en varios años y que aumentará considerablemente su capacidad de operación de manera óptima.
Se calificó a los funcionarios federales, artífices de las reformas, como excepcionales.
Pero… esta fea palabra.
Ante los hechos de violencia, ese aparatoso, robusto y monumental cuerpo gubernamental, en todos sus niveles se está viendo lento, artrítico y sofocado. No hay criterio político, social o policíaco, que de luz sobre cómo, cuándo y quién dará solución inmediata y permanente a este problema.
Se pregunta Ciro Gómez Leyva, en Milenio, el pasado 16 de octubre del presente año:
¿En dónde quedó tanto talento político acumulado?

¿Seguirá este panorama?

Según van las cosas, seguirá ocurriendo el cierre de carreteras, de autopistas; toma de casetas de cobro y los manifestantes “apropiaran” el cobro del peaje; habrá manifestaciones violentas; atentados contra instalaciones gubernamentales; secuestro de autobuses, cierre y “ordeña” de gasolineras; robo de camiones de carga, asalto a los autobuses de pasajeros, secuestro de chóferes; bloqueo de bancos y centros comerciales, así como oficinas públicas; “clausurarán” comercios y cajeros, sin que haya una política clara que desaliente, suprima, detenga o evite los hechos violentos.
El panorama que nosotros entendemos –de urgencia– es que el gobierno federal, el estatal y el municipal, tendrán que coordinarse, “quitarse las máscaras”, hablar a “calzón quitado”, para analizar, proponer, discutir y resolver lo que mejor convenga para que estos estallidos de inconformidad y violencia vayan desapareciendo, que a todos nos afecta y frena el desarrollo, la seguridad y la tranquilidad de nuestras comunidades.
Y por favor, que ya no hagan “malabares mentales” tratando de justificar lo que no tiene razón y con honestidad, enfrentar su nivel de responsabilidad y sí, por desgracia, no pueden, no quieren o no tienen la capacidad para ello, por favor, encarecidamente, la población se los pide: ¡Háganse a un lado!, para que otras personas lo hagan.
No pedimos mucho: Cumplan con sus responsabilidades, y hagan válido ese concepto que se oye bien bonito y hasta orgullo da, cuando uno se identifica con él:“Los buenos somos más”.
No nos obliguen a preguntarnos:
-¿Buenos para qué?

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