+ Columna del C.P. Renato P. Vázquez Chagoya, director del Semanario Sotavento
Zona Sur
Renato P. Vázquez Chagoya - 2014-11-17
Con el inicio de los Juegos Centroamericanos y del Caribe que se están celebrando a partir del viernes pasado en varias ciudades del Estado, que empezó en la ciudad y puerto de Veracruz, después de emocionarme con la escenografía, la agilidad, coordinación, belleza y los sentidos mensajes de repudio a la violencia y a la exigencia de lograr, mantener y disfrutar de paz, es momento de clamar por la concordia, la armonía, la cordialidad y al respeto entre todos los seres humanos.
Sentido mensaje de Aranza, la niña totonaca, que más o menos en la parte medular de su mensaje, dejó grabado el grito de “Me niego a ser rehén de la violencia” y la solicitud que hizo a todos los mexicanos de invocar los mejores sentimientos para edificar un mundo de paz y amor.
Se criticó al gobierno del Estado de su realización, del costo y de la distracción de recursos que podrían satisfacer necesidades apremiantes y de urgencia.
Eso me recordó la actitud de los padres, de todos, que a pesar de que en sus hogares teniendo tantas necesidades que no se pueden cubrir de inmediato, distraen unos cuantos pesos para gastar en el transporte público, camiones de pasaje, para llevar a sus hijos a presenciar un desfile cívico, un avión que despega, un barco que llega o se va, unos payasos placeros, unos globos inflados con gas que “vuelan”, un juego de béisbol, de fútbol, de volibol o, cualquier otra distracción donde no tienen que erogar ningún dinero para presenciarlos.
Y no soy exagerado, sábados y domingos, puede usted apreciar en los súper mercados a familias completas empujando un carrito, con uno o dos artículos, y dando vueltas y vueltas disfrutando también del aire acondicionado, donde además pueden saludar y platicar con sus conocidos, porque posiblemente ya no tengan para más, brindando a sus familias la única actividad de distracción que se “pueden dar el lujo” de tener.
Yo también soy de la misma opinión de que el dinero invertido en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, debieron haber sido invertidos para resolver problemas y urgencias que nos aquejan, pero…
La aceptación o no de la celebración de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, es cuestión de enfoque.
Mi espíritu como el de ustedes necesitan de un compás de distracción, de tranquilidad y de paz. Todos necesitamos tenerlos aunque sea efímeramente para no vivir en el terror ni caer en la locura.
Porque las actividades formativas como son la educación, el arte y el deporte, son herramientas de entendimiento y reconciliación.
¡Que viva la fiesta deportiva!
¡Que vivan los Juegos Centroamericanos y del Caribe!
Nos merecemos y necesitamos ese lujo, ¡ahora!
LOS JUEGOS SON FORMATIVOS
Crecí en una familia donde la actividad es incesante, en una familia donde fuimos diez hermanos, que la vida empezó a restarnos ya adultos.
No había tiempo ni lugar para estar inactivos. Todos bajo la vigilancia de mi adorada madre Asunción Chagoya Rivera, que ahora tiene 94 años y de la autoridad de mi infortunado padre Palemón Vázquez Atilano, que murió joven a los 55 años, en 1971. Ejemplos puros.
Ellos fueron nuestros primeros “instructores” en los juegos.
Doña Asunción enseño a sus diez hijos a jugar a la canicas, al trompo, al balero y al yoyo, además de compartir y orientarnos en juegos de patio como el quemado, la cebolla y hasta saltar la cuerda, y esto, porque mi hermano mayor Carlos Alejandro en sus quince años fue fisicoculturista. También de los amigos aprendimos a jugar al escondite y otras diversiones.
Mi padre, además de trabajar en Pemex, de vender seguros, persianas y herrería, en sus horas de descanso a medio día nos enseñó taquigrafía, mecanografía, inglés y algebra; intentó enseñar a sus hijos varones a jugar basquetbol y según recuerdo, el que abrazó esa afición fui yo, que incluso formé parte del último equipo Minamex que existió en Minatitlán, fundado veinte años atrás, en 1939, precisamente por Don Palemón y sus amigos. Después a partir de 1962 y hasta su muerte en 1971, administró y condujo la Liga Infantil de Béisbol de Minatitlán, también conocida como Liga Pequeña de Béisbol.
En la colonia Primero de Mayo, aledaña a la refinería, tuvimos excelentes “instructores”. En béisbol, el tochito (una variante de fútbol americano), a especializarnos en trompo, balero, yoyo y canicas, además del tirador (resortera) tuvimos a nuestro tío Juan Brambilla, quien fue jefe de Almacén de la Refinería.
Ya entrenados por el tío Juan en el béisbol en un terreno cercano a su casa, cuya segunda base era un frondoso y hermoso árbol de mango, “nos enfrentábamos” a un equipo de niños que vivía en la “Curva del Chivo”, barrio contiguo a la actual escuela Primero de Mayo, que manejaba un prodigioso beisbolista como lo fue Don Juventino Gutiérrez Velázquez, a quien llamaban “Vistilla” o “Tío Juve”. También jugábamos con los niños “de afuera” de la colonia, vecinos de la colonia Obrera, que vivían pegados a la calle Primero de Mayo. Contra ellos jugué un tiempo de cátcher, hasta que un faul tip, se encontró con mi frente, ya que nunca tuvimos careta ni peto ni espinilleras, pues apenas nos proveía el Tío Juan de las cachuchas, cortesía de los proveedores de pintura de Pemex.
Inolvidable para los niños de mi época lo fue Don Guillermo MacBeath Farfain, que organizó un grupo de excursionistas, antes que existieran en Minatitlán los Boys Scouts, saliendo los domingos a pueblos cercanos, que también nos orientó sobre las bondades del ahorro, abriendo cuentas en los bancos, para que ahí depositáramos lo “que nos sobraba” del gasto escolar –que nunca ocurría– y que en sus tiempos libres, entre semana, voluntariamente enseñaba a un numerosos grupo de niños a nadar en la alberca de las instalaciones conocidas como Ademito, cerca de la Portada Norte de la Refinería.
Don Guillermo MacBeath era un hombre fuerte, que tenía también una familia numerosa –seis hijos, según recuerdo–, que dejó huella en nuestro ánimo y en nuestro espíritu, porque además de dedicar tiempo a la niñez, también la dedicó al deporte. Fue ampáyer de béisbol en distintos torneos celebrados en la ciudad y en la región. Y, si fuera poco, fue fundador con Isaac Sosa Bello del primer cuerpo de bomberos de la región. Desafortunadamente en comprar una pipa de agua para los bomberos se les fue el esfuerzo y el entusiasmo, porque no tuvieron eco de su iniciativa. Debe haber otras obras de ese espléndido ser humano, a quien le debemos algunos niños y jóvenes de mediados del siglo XX, parte de nuestra formación a través del deporte.
Ya en la Escuela Primaria “Artículo 123, Presidente Miguel Alemán”, quien nos indujo al fútbol soccer fue el Profesor Alejandro Castillo Arévalo y, la imitación natural de emular la hazañas futbolísticas de mis hermanos mayores Carlos Alejandro, Fernando Arturo y Guillermo Enrique, que jugaron en el original Piratas, que posteriormente me daría la oportunidad, ya en la Secundaria Minatitlán a jugar en el equipo del mismo nombre, organizando un torneo local, resultando campeones y obtener para la vitrina de mi familia el de “Campeón Goleador”. También me daría la oportunidad de organizar un torneo regional, donde participaron equipos de Acayucan, Jáltipan, dos de Coatzacoalcos y dos de Minatitlán, donde también el Piratas se coronó campeón. Y cuando fui a la ciudad de México a cursar la carrera de Contador Público, me permitió jugar en un equipo de primera fuerza, allá en Zacatenco, cuando aún tenía 16 años.
Aprendí con el Profesor Galo Hernández, a jugar volibol e infructuosamente intentó convertirme en corredor de 100 metros.
Por eso, soy partidario de la celebración de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, porque las actividades deportivas fueron importantes en mi formación y desarrollo, en el de mis hermanos y de mis vecinos.
Los deportes me dieron la oportunidad de conocer a seres excepcionales y a conseguir amigos perdurables y sobre todo, encontrar motivos de convivencia armónica y espíritu de superación.
Mis logros deportivos fueron limitados, pero contribuyó a hacer de mí –como alguien dijo en un libro–: No soy la gran cosa pero soy todo lo que tengo”, desde luego que se refería a las aptitudes, habilidades y capacidades.
Y con el deporte estoy agradecido.
Usted, quizá tenga mejores recuerdos.