El priismo veracruzano, callado, sin chistar
Arturo Reyes Isidoro
Prosa Aprisa
2012-01-25
Por lo menos hasta ahora, en el terreno político partidista oficial, algo es evidente: el priismo veracruzano, o está conforme y se supone contento, o todavía está muy azorrillado luego del paso del huracán de la Fidelidad, o no se da cuenta de lo que pasa, o no le interesa, o es muy agachón, o está totalmente sometido, o está muy politizado y aquilata muy bien el valor de la disciplina, o es ejemplo de democracia y se da cuenta que su partido está tomando decisiones que responden a los verdaderos intereses de la militancia, o el pasado dirigente estatal Héctor Yunes Landa lo dejó bien planchado, o sigue anclado en el pasado cuando no se le bajaba de borrego, o lo que sea, pero contrario a los priistas de otros estados, está callado y acepta sin chistar, por ejemplo, la lista de candidatos a diputados y senadores que la cúpula partidista está imponiendo.
En otras entidades, los priistas se han rebelado a lo que consideran imposiciones de candidatos y ha habido hasta renuncias a la militancia como en Chiapas mientras que en Morelos las protestas están al por mayor. Mucho se atribuye a la ruptura de la alianza con Elba Esther Gordillo la inconformidad de militantes del tricolor de varios estados, pero en Veracruz, por lo menos no a la luz pública, no pasa nada.
En el pasado inmediato fue más que evidente que ninguna hoja del árbol tricolor se movió si no fue por voluntad del gobernador Fidel Herrera Beltrán, populista hasta los huesos, habilidoso, dueño de un gran verbo cautivador, negociador a costa de lo que fuera para imponer su voluntad o lograr sus objetivos, en pocas palabras todo un costal de mañas, pero lo cierto es que no solo rescató y dio vida de nuevo al priismo, que cuando llegó al poder el control político en el Congreso local y en la mayoría de los municipios ya estaba en manos de la oposición, sino que reposicionó a su partido y cumplió con lo que había prometido de entregar el poder a un sucesor de su militancia, derrotando en todas las líneas al mismo poder central federal, el de la Presidencia de la República en manos de un panista que también se asume como presidente de su partido.
Curiosamente, ahora el nuevo gobernador no es populista e incluso no le interesa ser popular, no tiene la experiencia del otro, nunca tuvo militancia activa que se sepa pues nunca antes ocupó ni siquiera un cargo en un comité seccional, pero, tiene que reconocerse, mantiene tranquilos a los priistas del estado. Más todavía, conforme se van desarrollando los acontecimientos, todo parece confirmar lo que publiqué en “Prosa aprisa” del pasado 18 de enero (“La lista ‘palomeada’ del PRI”): “Si se diera por cierto que la lista ya la “palomeó” Peña Nieto, entonces habría que entender que decidió otorgarle un voto de confianza al jefe político del Estado, Duarte de Ochoa, pues las candidaturas serían sus candidaturas, las que ha prohijado y ha venido alentando, pero ese voto de confianza significaría entonces también un gran compromiso y una gran responsabilidad, pues si los candidatos propuestos ganaran sería gran mérito suyo, pero si perdieran tendría que cargar también con los trastos rotos y con los costos y sus secuelas, como confiarle a futuro que decida otras candidaturas”.
Pero acaso también está pesando a su favor el poder de su padrino de bodas, el dirigente nacional del PRI, Pedro Joaquín Coldwell, pues parece ser que Duarte de Ochoa no tuvo ningún problema para imponer como dirigente estatal a Erick Lagos Hernández, por lo que le estarían dando toda la confianza en su partido pero también toda la responsabilidad de cara al proceso electoral de este año.
Leo Zuckerman maneja que el PRI ha cambiado en estos años, como publicó el lunes (“¿Podrá Peña controlar al PRI?”) en su colaboración habitual de Excelsior. “En su libro La Presidencia imperial, Enrique Krauze retrata con claridad la compleja relación del Presidente con el PRI a lo largo del régimen autoritario. Los mandatarios utilizaban garrotes y zanahorias para controlar a los cuadros partidistas. Se trataba de un sistema sofisticado pero, al final del día, los presidentes tenían el poder suficiente para disciplinar a los priistas y sacar adelante su agenda gubernamental”. Recordó también que: “Durante el régimen autoritario, el candidato presidencial priista palomeaba las listas de los políticos que llegarían con él al Congreso. Naturalmente había jaloneos. Pero el candidato tenía los instrumentos para imponer las candidaturas que quisiera. Si decidía que había que darle tantas diputaciones y senadurías al magisterio, porque así convenía a sus intereses, pues tenía las herramientas para imponer su voluntad. Hoy, a diferencia del pasado, estamos viendo cómo un pacto que quería el candidato presidencial del PRI lo echaron para atrás los propios priistas”.
Yo sigo pensando que habrá que esperar a que Peña Nieto tenga todo el poder presidencial para comprobar si en efecto el PRI cambió y ya no se impondrá la voluntad centrista, o si retomará el garrote y la zanahoria y los cuadros partidistas, incluidos dirigentes, alcaldes, diputados, senadores y gobernadores, tendrán que volver a someterse y solo la voluntad presidencial será la que decida. Por lo pronto, insisto, tiene que reconocerse que Javier Duarte mantiene en paz al priismo veracruzano: ni una toma de comité distrital, ni un bloqueo de calles, ni una declaración de inconformidad, ningún reclamo.
Mónica Mendoza, en prensa del PRI
En efecto, la publirrelacionista Mónica Mendoza se ha hecho cargo ya de la Coordinación de Prensa del Comité Directivo Estatal del PRI, aunque por lo menos hasta ayer en el directorio oficial continúa apareciendo como titular el periodista José Valencia Sánchez. Tal vez se hará una reestructuración de toda la dirigencia y se esperará a tener todos los nombres de los nuevos integrantes para actualizar el directorio. Lo cierto es que Erick Lagos llegó a la dirigencia estatal con su fiel escudero de prensa Ricardo Bravo Guzmán, hijo de un viejo colega de los Tuxtlas, Ángel Bravo, pero donde manda capitán… Mónica llegó directamente enviada de la Coordinación General de Comunicación Social, donde laboraba. La tarea que le espera no será nada fácil porque aunque le echen la mano de alguna otra área ella tendrá que dar el frente y capotear a la siempre exigente prensa veracruzana, además de que la oposición no solo ha ganado terreno sino que se ha posicionado también en los medios. Pero además, será la responsable en parte del éxito o el fracaso pues la delicada tarea mediática estará bajo su cuidado. Ahora habrá que esperar para ver si le dan apoyo o qué tanto apoyo le dan y si le otorgan independencia para actuar. Se le desea que tenga éxito.