Reúne Cumbre Tajín 2015 el arte de los sanadores y la voz ancestral de los Abuelos Totonacas
La Abuela María Isabel habló en lengua Totonaca a un gran grupo de personas, quienes la escuchan con atención y respeto
Zona Norte
COMUNICADO - 2015-03-23
Las puertas del Kantiyán están abiertas en el Parque Temático Takilhsukut; al interior de esta Casa de los Abuelos se escuchan voces. La Abuela María Isabel habló en lengua Totonaca a un gran grupo de personas, quienes la escuchan con atención y respeto, el cual está conformado por sanadores de diversas partes de México y del mundo, que llegaron a compartir su don con los visitantes de Cumbre Tajín 2015.
Aquí, la palabra ancestral se encuentra con la experiencia de quienes curan las dolencias del cuerpo y el alma. Los Abuelos y las Abuelas se turnaron la palabra para transmitir sus enseñanzas, indicando que es necesario compartir la luz de los dones.
La Abuela María Isabel afirmó que “nuestro don nos hace ser buenas personas. Si nosotros hemos encontrado nuestro don, vamos a tener un corazón noble”.
Por su parte, la Abuela Sabina, indicó: “Lo que estamos haciendo es florear lo que nuestros Abuelos nos han dejado. Por ello, pedimos por este espacio al Creador, para que ustedes sigan en esta tierra, aprendiendo, compartiendo, y pedimos por su regreso a casa y por sus familiares”.
Los sanadores, que practican curación con obsidianas, iridología, flores de Bach y chakras, shirodara, descarga de estrés, tensión y trauma del cuerpo, tarot y astrología, entre otras terapias, escucharon con atención a los mayores, quienes les hablan con emoción y cariño.
Posteriormente, el director general del Festival, Salomón Bazbaz Lapidus, agradeció a todos su participación en Cumbre Tajín y explicó que la Casa del Arte de Sanar, perteneciente al Centro de las Artes Indígenas (CAI), que cuenta con clases todo el año, donde los Abuelos y los maestros transmiten los conocimientos ancestrales de los herbolarios, las parteras y los sobadores, y mucho más.
Los sanadores agradecen el cálido recibimiento y se ponen de pie mientras los Abuelos entonaron, primero en Totonaca y después en español, diversos cantos sagrados. El ambiente fue emotivo, pues todos los curanderos se mostraron conmovidos.
Al finalizar, los participantes se despidieron de los mayores, quienes los abrazaron y les dieron su bendición para continuar con las actividades del día. Ellos salieron del Kantiyán con energía renovada y pura.
Mientras tanto, el Abuelo Ramón Santiago, de 58 años, comentó: “Nosotros les aconsejábamos para que esto no se pierda, la medicina tradicional, para que ellos sigan enseñando a los alumnos o niños pequeños; que no se termine todo lo que nos dejaron los bisabuelos. Esto viene desde ellos, es una cadena. Y les damos este encargo, invitándolos a no perder esta tradición”.
El Abuelo Ramón sonríe con tranquilidad y retoma la idea del don, mencionada previamente por la Abuela María Isabel. Él remarca que éste es descubierto por la partera en el momento del nacimiento de cualquier persona, y es ella quien lo comenta con los padres.
Sin embargo, a veces no le hacen caso, por lo que el niño, al crecer, se enferma y no encuentra sanación en ningún lado, hasta que el curandero le indica que debe retomar ese don o estrella con la que nació.
Una vez que se ha recordado esto, es necesario hacer una promesa para estar protegido y tener esa fuerza para sanar. Esta ceremonia es conocida como La Malintzeada. Después, se puede comenzar a trabajar.
También hizo énfasis en la importancia de la fe para lograr la sanación de cualquier enfermedad, lo cual se refleja en el altar dedicado a San José que se encuentra adentro del Kantiyán.
A un costado, puede apreciarse la imagen de don Juan Simbrón Méndez, guía espiritual y moral Totonaca, fallecido el pasado 23 de febrero. Al respecto, manifestó: “El Tata, que Dios lo tenga en paz, ahí está. Para nosotros, él aquí vive todavía, existe en el corazón de todos. Toda la gente que lo conoce y que no lo conoce aquí lo va a ver. Y va a sentir en el corazón que está vivo, está presente”.
El Abuelo Ramón invitó a la gente a pasar al Kantiyán para platicar con los mayores y “cargar y descargar” en el altar lo que cada uno necesite. Él se despide transmitiendo un mensaje de alegría y calidez: “Nosotros nos sentimos muy contentos, orgullosos, de que la gente venga de fuera y nos haga preguntas. Estamos en la mejor disposición de platicar. Si alguien viene, yo le voy a contestar bien, porque es la manera en que tratamos a la gente que nos visita: con buenas intenciones, con buen corazón”.
Durante todo el Festival de la Identidad, el Kantiyán se encuentra abierto, como el corazón de los anfitriones Totonacas, quienes transmiten la calidez y la fraternidad para compartir la sanación con todas las culturas de mundo.