Policías de Agua Dulce dan su versión y acusan agresiones de periodista y seminarista

+ Acusan que detuvieron a la pareja porque se encontraban cometiendo faltas a la moral, pero salió a relucir influencias como reportero.

Zona Sur

Violeta Santiago - 2015-05-28

Luis Alberto López Rodríguez, Juan Carlos Hernández Pérez, Lauro Cortés Gómez y Martín Pérez develaron la otra historia en torno a los hechos que fueron publicados este miércoles en medios regionales y que hacen referencia a una detención, abuso de autoridad y encarcelamiento de un reportero y un seminarista, por la noche del viernes 22 de mayo.

Los uniformados comenzaron explicando que uno de ellos, de nombre Juan Carlos Hernández Pérez, no se encontraba en el lugar al momento de los hechos, puesto que desde el 15 de mayo se encuentra de vacaciones y regresa hasta este 15 de junio, no obstante, su nombre se incluye en la denuncia que el joven agredido presentó en Coatzacoalcos.

Versión policial

Los entrevistados —que fueron grabados— indicaron que la noche del viernes regresaban del paralelo junto con la patrulla 01, luego de haber recibido un reporte de una mujer privada de su libertad sobre la carretera Costera del Golfo. Al no encontrar rastros, regresaron a la ciudad, pero permanecían en alerta debido a que se indicaba la presencia de vehículos con personas armadas.

Luis Alberto López se refiere que al pasar por la calle Transístmica, a la altura de la calle 16 de Septiembre, de la colonia Díaz Ordaz, a un costado de la “ex varillera”, alrededor de las 23:45 horas del viernes, notaron que había una camioneta estacionada y con las luces apagadas, por lo que el hecho les generó sospecha.

Los tres uniformados que estaban en la patrulla 016 procedieron, según su narración, a acercarse hasta la unidad, temiendo que tal vez ahí se encontrara la mujer presuntamente secuestrada, de forma que encendieron las luces altas para ver el interior de la unidad.

En palabras del oficial de la patrulla 016, López Rodríguez, sobre el asiento se encontraba el joven comunicador, mientras que el seminarista involucrado se hallaba en una situación comprometedora.

Por el supuesto delito de faltas a la moral, los uniformados procedieron a intervenir a Héctor Jair Negrete, el comunicador, y a Fernando Salazar Casango, estudiante de teología o seminarista.

Sin embargo, los tres elementos que se encontraban en el lugar explicaron que al momento de hacer la detención, el joven se excusó argumentando que era periodista, por lo que los policías solicitaron una identificación: “No presentó ninguna credencial ni IFE” —comentaron— “así que dijo ‘vamos a mi casa’”, indicaron, haciendo una alusión a un soborno.

Los policías dijeron que no quisieron aceptar el ofrecimiento porque, si era periodista, temían que después los denunciaran por extorsión, de forma que señalaron que se los llevarían a la cárcel municipal: “Una vez ingresado, nosotros deslindamos responsabilidades, ya las cosas las ve el juez calificador”, explican los gendarmes, no obstante, obtuvieron como respuesta: “A mí no me puedes llevar porque soy reportero de TV Azteca”.

“Sus derechos estaban garantizados, pero aunque sea reportero está cometiendo una sanción administrativa”, se refieren los policías denunciados y luego agregan que comenzaron a escuchar por parte del joven que le hablaría a un tal “pollo”: “Ahorita le voy a hablar al pollo y van a tener problemas”.

Los policías se miran entre sí cuando se les pregunta si saben a quién se refería el comunicador. “No”, contestan. “No sabemos realmente a qué se dedica y a mi familia quién la va a defender”, indica Martín Pérez. “A como está la delincuencia...” inicia Lauro Cortés, haciendo alusión a que desconocía a quién llamaba el reportero y que temía otra cosa.

Al ver la situación, según esta versión, bajo la amenaza de que “hasta el Ayuntamiento va a tener problemas”, las cosas comenzaron a salirse de control y decidieron esposar al seminarista acompañante, no obstante, cuando el policía Lauro Cortés Gómez, de 60 años de edad, intentaba colocarle la segunda esposa, presuntamente Salazar Casango lo pateó en la pierna izquierda, le dio un golpe a la altura del pecho —donde traía el arma de fuego, cruzada— y le rompió la camisola.

Al narrar esta situación, el policía de larga experiencia y con el pelo cano, señala con tristeza que cómo un seminarista —aspirante a sacerdote— podría atacar a un anciano y que le relataría los hechos al padre Miguel, párroco de Agua Dulce; lo dice mientras se pone la camisola rota.

Aunque ambos intervenidos fueron ingresados a la cárcel municipal, los policías expusieron que los dos detenidos salieron tras pagar una multa reducida —frente a las cuotas normales— por orden del Secretario del Ayuntamiento, Agustín Hernández Monroy.

“Nuestra detención fue legal, pero de qué sirve que uno haga las cosas bien”, comentan al unísono los uniformados, quienes pronto enfrentarán un proceso legal en su contra. “Yo respondo como jefe de la patrulla”, se refiere Luis López y expone que ellos querían ingresarlo a la cárcel para ponerlos a disposición del Ministerio Público por las lesiones contra el oficial de 60 años. “Los vamos a poner a disposición por agredir a mi compañero”, diría López Rodríguez durante el camino, no obstante, según, “él (el juez calificador) dijo que por orden del secretario no procedía”.

“Nosotros ni lo conocíamos”, concluyen los entrevistados, ante el señalamiento de que las agresiones en contra de Jair Negrete fueron por su trabajo periodístico; los policías explicaron que desconocían que había un reportero de TV Azteca en Agua Dulce y aún menos que alguna vez hubiera sacado notas sobre la policía municipal. Ellos concluyen en que los entregaron en la comandancia porque agredieron al policía Lauro Cortés y que las represalias fueron porque familiares del comunicador se enteraron del hecho que detonó la detención, relacionado a las faltas a la moral.

Versión del reportero

En una entrevista telefónica, Jair Negrete, exreportero de TV Azteca y actual vocero de las Obras Misionales Pontificio Episcopales de México, expuso su versión de los hechos, además de responder algunas otras preguntas planteadas.

Jair comienza su relato indicando que eran entre las 10:30 o más de las 11:00 cuando sucedió el hecho. Indicó que andaba con Fernando Salazar Casango en una camioneta de redilas con un costal de verduras y que iban rumbo al seminario: “El seminario está ubicado hacia la salida, justamente atrás del cecytev (...) nosotros íbamos para allá. Tocamos pero nadie nos abrió. Llevábamos una camioneta vieja de redilas (...) ya no llevábamos gasolina”.

“Al llegar por la subidita la camioneta se empezó a jalar. Pasamos el Cecyt, la camioneta se venía apagando, una patrulla se cierra de frente, ponen las luces y nos empiezan a agredir verbalmente” (sic), continua su relato.

“Buenas noches oficial, identifíquese”, comenta que le preguntó a Luis Alberto López y según, este respondió: “Tú no me tienes que decir lo que tengo que hacer. A ver cabrones, qué andan haciendo”.

El joven comunicador indicó que comenzó una serie de agresiones entre solicitud de dinero y delitos como conducir alcoholizado o orinar en la vía pública, además de otros señalamientos sobre los seminarios y orientaciones sexuales. “Evítese hacer ese tipo de acusaciones porque son muy graves”, le respondió Negrete, respecto a insultos.

“¿Cuántos policías eran?”, se le preguntó y respondió: “Eran, este, tres. Uno abordó la patrulla en el camino”. Sobre los nombres, indicó que una fuente se los proporcionó, razón por la cual se incluye el nombre de un policía que argumenta estar de vacaciones desde el 15 de mayo. Se le vuelve a preguntar y dice: “Eso me lo comentaron ahora, pero me dijo el abogado que eso se va a ver en el careo”.

Sobre el policía agredido, Lauro Cortés, negó que el seminarista lo hubiera agredido. No obstante, en audios que él mismo grabó se escucha la voz del oficial de la patrulla 016 señalando: “Los vamos a poner a disposición por agredir a mi compañero”. Sin embargo, él comenta: “No es cierto, el juez calificador le dijo (a su papá) a ver enséñanos la lesión y dónde está para que te revisen y el policía se negó a hacer eso”.

Ante la pregunta de que por qué no denunció inmediatamente y esperó hasta el martes, indicó: “Por cuestión de los abogados, la asesoría jurídica; la CEAPP se enteró al momento.” El caso ha tomado fuerza en la región debido a que el joven argumenta que la detención tuvo que ver con su trabajo como reportero y no se debió a otro tipo de hechos. “¿Sigues siendo periodista en activo?” “Sigo publicando para dimax.tv; sí, sigo ejerciendo, pero ya es sólo información general”. En el portal en cuestión, no se encontraron notas firmadas con su nombre, al usar el servicio de buscador de la página. “Y en el semanario “La voz”, periodismo religioso”, agregó como medio.

Sobre el hecho de que él se identificara o lo identificaran como reportero de TV Azteca, el joven respondió: “Yo no dije medio, yo dije soy periodista y entonces dijeron ‘es el reportero de tv azteca el que saca notas en contra de nosotros’”.

“¿A qué notas crees que se referían?”, se le cuestiona nuevamente. Primero argumenta no tener su disco duro y luego señala: “Reprobaron exámenes de confiabilidad finales de 2013 y 2014 (dijo no recordar bien); fosas clandestinas; un nota completa sobre las armas o la inseguridad, una nota general del miedo que existía sobre el toque de queda y ese tipo de cosas y la otra fue sobre los elementos de seguridad pública y la otra en relación con el alcalde”.

Sobre las notas manejadas, al respecto de los policías que deberían ser dados de baja, el joven respondió: “Eso vino de comunicación de la Secretaria de Seguridad Pública, algo así, cuando entró la Policía Naval”. “Aquí no entró la Policía Nava”, se le recordó, entonces, corrigió: “Bermúdez Zurita habló de manera general. No recuerdo si fue comunicado o de Bermúdez o fuente de Azteca”

Incongruencias: policías

El comunicador señala que el origen de las agresiones tuvo que ver con su trabajo periodístico, no obstante, señaló tener más de cinco años de no radicar en la ciudad. Sobre la casualidad de haber sido detenido esa noche, indicó que últimamente le habían enviado muchas solicitudes de amistad por Facebook y que tal vez por ahí lo checaban.

El joven relató que venían del seminario, ubicado entre la calle del Panteón y 16 de Septiembre, para ir a cargar gasolina, puesto que traía poca en su unidad. Tomando la calle Insurgentes e Independencia se hacen 650 metros a la gasolinera, mientras que recorriendo 16 de septiembre son 1.4 kilómetros, poco más del doble. Sobre tomar la ruta más larga, comentó en una entrevista que era “como un juego” y que si se quedaban sin gasolina, buscarían ayuda.

En la clínica del DIF municipal existe el registro del seminarista Salazar Casango, a las 00:45 horas, según informó la directora de la clínica, Rosa Elena Rodríguez Ortega. Certificó Luis Enrique González Morales. El joven comunicador declaró que, efectivamente, sólo su compañero fue certificado en el lugar, por lo que llegó a la Cruz Roja.

En la clínica de la Cruz Roja, señaló: “No nos quisieron certificar; dijeron que no expiden certificados. De ahí nos fuimos al hospital de Pemex”. Por su parte, el personal voluntario de la clínica señaló que llegaron tres personas por la madrugada para solicitar un certificado y señalaron que habían sido golpeados por policías. El personal les indicó que no tenían médico para certificar en el momento o que regresaran por la mañana, pero que podían ir con el Ministerio Público para que certificara un médico legista.

El joven mostró fotos de la camiseta interior rota, no obstante, la prenda superior se encuentra, aparentemente, en buen estado, según se observa en una fotografía tomada en la comandancia municipal. Por su parte, personal de la Cruz Roja narró que el joven se levantó la camisa para mostrar sus heridas y que la prenda no estaba rota.

De igual forma, personal de la Cruz Roja indicó que las heridas mostradas, más que golpes, son lesiones “típicas de los forcejeos”, tales como tallones o rasguños, especialmente al ser sometidos para ser trasladados en una patrulla. En un audio grabado por el mismo comunicador, se escucha cómo el seminarista se queja porque las esposas le aprietan y le explican que entre más mueva las manos más se cierran éstas.

La denuncia, a pesar de haber ocurrido en Agua Dulce, no fue interpuesta hasta varios días después ante la Fiscalía Regional, en Coatzacoalcos. “Ahí con Zamira, la subprocuradora”, se refirió. Sobre si la denuncia será colocada en relación a una agresión contra periodistas, señaló que todavía se verá “a qué especializada va, porque puede proceder contra servidores públicos”.

Los uniformados explicaron que buscarían apoyo con el departamento jurídico del Ayuntamiento, aunque afirmaron que, hasta el momento, no había tenido ayuda de ninguna instancia municipal. “Queremos que hable con la verdad y diga él por qué fue la detención”, puntualizan.

“Nos sirve de experiencia a nosotros como periodistas”, concluyó Jair Negrete, quien espera que en los próximos días evolucione el proceso judicial, en el que ambas partes desahogarán las pruebas correspondientes para sostener su versión y demostrar la veracidad de los hechos que cada uno sostiene.


Policías argumentan que realizaron una detención legal; los agraviados ya interpusieron denuncia por agresiones y abuso de autoridad.





El comunicador mostró las heridas que sufrió durante la detención.





La camisa fue rota, presuntamente, durante la detención.




En la pierna, señala el policía, recibió una patada por parte del seminarista




El policía, de 60 años, narró que recibió un golpe por parte del seminarista y que le rompió su camisola.




Uno de los denunciados indicó que no estaba en el lugar, puesto que está de vacaciones y mostró su boleta.

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