El muerto, el arrimado y…

Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

2016-11-15

Será al medio día de este martes cuando el gobernador Flavino Ríos Alvarado dirija un mensaje por radio y televisión a los veracruzanos con motivo de la presentación del sexto y último Informe de Gobierno.
Lo hará desde su despacho del Palacio de Gobierno, luego de que ayer lo desalojaron los alcaldes que lo tenían tomado.
Mientras, a temprana hora, antes de que inicie la sesión de la Legislatura, el Secretario de Gobierno, Genaro Mejía de la Merced, entregará el Informe a la mesa directiva de la Cámara de Diputados.
El sábado pasado hizo un mes que Flavino asumió la gubernatura en forma interina. No se lo esperaba. Qué cosas de la vida. Ese 12 de octubre se despertó y se levantó ciudadano pero se acostó y se durmió ya como gobernador. Así son las circunstancias en la política.
Hay quienes se pasan toda su vida buscando llegar a la gubernatura y nunca lo logran –el senador Héctor Yunes Landa, por ejemplo, sin rubor alguno afirma que nació para ser gobernador, aunque el cargo se le niega– y él, así sea por corto periodo, en forma inesperada la alcanzó.
Sigo pensando que fue atinada su designación por las muestras que ha dado, ya en el ejercicio del poder, de su madurez política, de la templanza de su carácter y de su experiencia tanto administrativa como legislativa, que ha evitado que se desborde más la tensión política que le heredó su antecesor Javier Duarte.
Entrando le empezaron a estallar las bombas que, de otro modo, le hubieran explotado a su sucesor Miguel Ángel Yunes Linares.
Poco se ha reparado en que de alguna forma sirvió de pararrayos al panista, pues en él se ha descargado el coraje y la frustración social por todos los pendientes que le heredó Duarte.
Varios explosivos le estallaron y otros los desactivó, como el de la basificación de miles de trabajadores, una medida impopular por haberlo hecho, pero que malsanamente la había decretado Duarte sólo con el propósito de complicarle la llegada y la gestión de gobierno a su odiado enemigo, sin pensar ni medir las consecuencias económicas que traería.
A su llegada a la gubernatura, no se alocó ni se sintió todopoderoso. Incluso decidió no remover a nadie, seguramente para no crear más inestabilidad faltando 48 días para que concluyera la administración, y sólo hizo movimientos por renuncias que le presentaron.
Una medida sana que tomó, por la crispación política que había, fue la de no subirse al ring y no prolongar más el pleito absurdo de sus antecesores Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte con el gobernador electo Miguel Ángel Yunes Linares.
Ante la inminencia del proceso de entrega-recepción, se mostró dispuesto a dialogar con su sucesor pronunciándose porque prevaleciera la urbanidad política entre los dos grupos.
Ha pagado lo que ha podido con lo que encontró; empezó a atender a los veracruzanos tanto en el Palacio de Gobierno como en sus propias comunidades; abrió de par en par las puertas del Palacio de Gobierno; y empezó a gobernar no con base en ocurrencias o locuras como lo había estado haciendo Duarte, cuando lo hacía.
Ante el reclamo y la toma del Palacio de Gobierno y de la Casa Veracruz por parte de alcaldes del PRD y de algunos del PAN, por pagos pendientes, aunque algunos lo hicieron en forma agresiva y ofensiva hacia su persona, evitó responder y con toda prudencia evitó cualquier confrontación, buscando siempre el diálogo.
Se espera con interés su mensaje de este martes.
Gómez Pelegrín, al mal tiempo buena cara
Algo que admiré en Antonio “Toño” Gómez Pelegrín como Secretario de Finanzas y Planeación (Sefiplan), cargo al que renunció ayer, fue que llevaba hasta sus últimas consecuencias el dicho aquel de que al mal tiempo buena cara.
Cuando aceptó entrar al relevo de Mauricio Audirac Murillo el 17 de marzo de 2015, la Sefiplan ya era una bomba de tiempo. Siempre me pregunté, y luego le pregunté, por qué había decidido complicarse la vida.
Hizo lo que pudo y lo mejor que pudo y aguantó vara. A Javier Duarte evitó que se le derrumbara el gobierno porque se constituyó en un muro de contención echándose las broncas encima. Su buen carácter y su disposición al diálogo calmaron muchas veces el ánimo de acreedores y prestadores de servicio.
Hace 17 días, el domingo 30 de octubre, cuando coincidimos en Boca del Río me comentó que en su actuación había privilegiado el pago a los trabajadores para no afectar a sus familias, ya que había prioridad de prioridades (en una declaración al respecto dijo que asumía la responsabilidad que le tocara por ese hecho).
Me explicó que una de las medidas para aliviar la presión en las finanzas estatales era despedir a por lo menos 20 mil trabajadores, un 10 por ciento de toda la burocracia estatal, lo que no veía fácil.
Pero quizás imbuido por el festivo carácter de quien fue su suegro, aquel célebre personaje alvaradeño, Octavio “El negro” Ochoa y Ochoa, quien llegó a ser líder continental de ganaderos y quien viajaba con los presidentes de la república de su época, como Adolfo López Mateos, quien traía la sonrisa y el chiste a flor de labio, ese domingo Gómez Pelegrín sonreía e incluso creo que hasta se reía de que lo habían tenido atrapado los alcaldes en el Palacio de Gobierno hasta altas horas de la madrugada.
—Toño…
—¡Ya sé, me vas a preguntar por qué acepté el cargo! —me atajó de inmediato.
—No. Eso ya te lo he preguntado —le dije mientras él permanecía a la expectativa—. Quiero que me confirmes si es cierta la versión que tengo de por qué lo hiciste.
—¿Cuál? –reaccionó sorprendido.
—Que porque ya no te aguantaban en tu casa.
Soltó la carcajada.
—Sé incluso que tú completaste el dicho aquel de que el muerto y el arrimado a los tres días apestan.
Más carcajadas. Acercó entonces al gobernador Flavino Ríos Alvarado y platicó:
“Sí, el dicho completo es: el muerto, el arrimado y el marido jubilado a los tres días apestan”.
¡Chin! Y ahora lo rebotan de nuevo como jubilado a su casa.
Se ha ido del cargo y lo van a extrañar los empleados de Finanzas, porque era toda amabilidad y atención con ellos, a quienes cada que podía los pasaba a saludar a sus oficinas.
Siendo titular de Finanzas a mí me sorprendía encontrarlo sábados o domingos comiendo con su familia en un modesto restaurante de mariscos por mi rumbo, nada de lujo, un negocio para consumidores de clase media. Austero, pues.
La llegada de Clementina
Cayó bien y envió buena señal el nombramiento ayer de la nueva Secretaria de Finanzas y Planeación, Clementina Guerrero García, hasta el pasado día 8 titular de la Secretaría de Administración y Finanzas de la Universidad Veracruzana.
Aunque llega con el sello yunista, se convirtió en la séptima Secretaria de Finanzas del presente sexenio a punto de fenecer, que durante cinco años, nueve meses y 12 días encabezó Javier Duarte de Ochoa, y ahora está bajo la responsabilidad del gobernador interino Flavino Ríos Alvarado, quien la nombró y le dio posesión de su nuevo encargo.
En efecto, Antonio Gómez Pelegrín estaba teniendo ya problemas con su salud y en lugar de nombrar al Subsecretario de Ingresos Arturo Jaramillo en su lugar, Ríos Alvarado, en un gesto político que abona a su capacidad negociadora y a su disposición para que la entrega-recepción de la administración se haga con la mayor transparencia, acordó con el equipo entrante que de una vez tomaran el control de la Secretaría de Finanzas, ante lo que el gobernador electo Miguel Ángel Yunes Linares determinó que Clementina lo hiciera.
Al dejar la UV, en un mensaje a sus compañeros universitarios hace una semana, se describió: “Quienes me conocen saben que soy una mujer de trabajo; mi carrera profesional no está marcada ni por una vida partidaria ni por la construcción de discursos huecos o promesas inviables o alejadas de la factibilidad para su concreción. Soy firme en mis convicciones, frontal para defender lo que considero que es justo y me precio por ser una impulsora de la transparencia y de la rendición de cuentas; esto no cambiará en la nueva responsabilidad que asumiré. Por el contrario, me implica fortalecer mucho más mis valores para servir de la mejor manera posible a Veracruz”.
Aunque el gobierno del Estado es otra cosa, la nueva funcionaria enfrentó también desde la Secretaría de Administración y Finanzas de la UV la crisis financiera consecuencia del fuerte adeudo que tiene con la casa de estudios la administración a la que ahora ha pasado a servir, y algo destacable es que siempre se pagaron sueldos y prestaciones a los trabajadores.
A Clementina la recuerdo desde joven al lado del entonces rector Emilio Gidi Villarreal, con quien crearon la Contraloría de la UV, a la que regresó a servir de nuevo en 2012 ya en el rectorado de Raúl Arias Lovillo. Se le desea éxito.
¿La chamaquearon?
A menos que hoy aparezca en público Javier Duarte de Ochoa, para mí que chamaquearon a la presidenta de la Cámara de Diputados, Mariely Manterola Sáinz.
Alguien abusó de su inexperiencia y le metió un borrego. Lo que me extraña es que no obstante que candorosamente declaró que una persona que no quiso dar su nombre llevó a su oficina un presunto oficio de Duarte donde dejaba sin efecto su solicitud de licencia y volvía al cargo, ella lo tomó en serio.
Tan lo tomó en serio que no obstante que aceptó que no llevaba nombre al calce y que la firma no correspondía a la de Duarte contenida en los documentos que enviaba cuando era gobernador, ¡lo turnará a sesión este martes!
A ella y al presidente de la Junta de Coordinación Política, Sergio Hernández, les urge un asesor político y legal con mucha experiencia que les evite en el futuro que hagan el oso. El anónimo de ayer ni siquiera lo hubieran ventilado ante la prensa, porque era eso, un anónimo.