El legado de AMLO
JAVIER ROLDÁN DÁVILA
La insoslayable brevedad
2022-01-24
Testa-miento: uno testa y la otra miente
Quizá la más grande obsesión de buena parte de los Tlatoanis, es el nombramiento de su sucesor, sobre todo, cuando se tiene confianza en ganar la elección.
En este sentido, Carlos Salinas de Gortari y Andrés Manuel López Obrador, tienen una gran similitud: los dos diseñaron un plan transexenal en aras de que sus reformas se profundizaran, el primero falló, el segundo está en el intento.
En la historia posrevolucionaria, se pude afirmar que no ha existido una candidatura tan bien diseñada como la de Luis Donaldo Colosio Murrieta, Salinas lo prohijó y lo llevó con la precisión de un reloj suizo para coronarlo como presidente, una bala dio al traste con el objetivo y de paso truncó el pretendido salinato.
Ahora, el tabasqueño parece haber aumentado la preocupación sucesoria ante su frágil salud, circunstancia que lo llevó a mencionar que tiene ‘un testamento político’ para que las tareas de la 4T continúen al considerar la posibilidad “de una pérdida de mi vida”.
Sin embargo, piensa que podrá terminar su gobierno en septiembre de 2024.
Eso es lo deseable, no quisiéramos imaginar la inestabilidad que provocaría la ausencia del presidente, MORENA no está consolidado institucionalmente y sin la guía del patrón, se desataría una guerra tribal por ver quién arriba a la silla y quién sería el candidato(a) presidencial, la ola expansiva de esta disputa tendría impacto negativo en el país completo.
El mandatario, como un acto de responsabilidad con México, debe cuidar su salud y entregar la banda presidencial, que se olvide del asunto del testamento, porque una cosa debió aprender de la historia: el Maximato no se vigila desde ultratumba.