Durante la primera parte de su gobierno, el presidente López Obrador tenía tal control sobre la Cámara de Diputados, que le alcanzó para sacar todas sus iniciativas sin ningún problema.
Así pues, preguntamos: ¿por qué no propuso su reforma constitucional en materia eléctrica en dicho momento?
Durante su periodo como presidente electo, AMLO pudo detener la firma del T-MEC, para revisar a fondo el capítulo en materia energética, no lo hizo y consintió, tácitamente, lo acordado por los negociadores del peñato con EU y Canadá.
Justamente, las letras chiquitas del señalado acuerdo comercial, son el principal obstáculo para que el Estado Mexicano recupere el monopolio de la generación de electricidad y de la distribución de combustibles, por lo tanto, no se comprende porque la 4T, no protestó en tiempo y forma, estas circunstancias adversas a sus propósitos. Tuvo su oportunidad.
Por donde se le vea, la imposibilidad del mandatario de imponer su visión en el tema de los energéticos (más allá de compartir o no su enfoque), es una gran derrota para su ideario. Ante el descalabro, él mismo comentó que se lo ‘encargaría’ (la reforma eléctrica), a quien abandere la candidatura presidencial de MORENA en 2024.
Sin duda, al tabasqueño le falló (de a feo), el timing político, como dice el clásico: fue suya y la dejó ir, ahora, el que acuse de traidores a los opositores es un ardid, porque no son sus aliados, en todo caso, la principal traición vino de su subconsciente.
Con relación al título de esta reflexión, en efecto, el rey Salomón dijo: “Después de la soberbia viene el quebrantamiento; y antes de la caída la altivez de espíritu” (Prv.,16:18)
El asunto es simple, no hay que ser un politólogo para entender.