Otro membrete más
Arturo Reyes Isidoro
Prosa Aprisa
2014-08-28
En uno de sus memorables discursos, el que pronunció el 6 de diciembre de 1972 en Aguascalientes, uno de los politólogos, ideólogos e historiadores mexicanos más brillantes del siglo XX y el más grande que ha tenido el PRI en su historia, demandaba una sana resistencia que apoyara a su partido en el avance político de México.
Acuñó entonces aquélla histórica frase patrimonio hoy del lenguaje político mexicano: lo que resiste apoya. “No queremos luchar con el viento, con el aire”, decía.
Corresponsabilizaba a la oposición (su mensaje entonces estaba dirigido al PAN, aunque sigue teniendo vigencia para todos los demás partidos) de que no hubiera un cabal sistema democrático en el país, aunque no dejaba de reconocer la parte que le tocaba al PRI.
“Frecuentemente se dice que hay imposición, cuando lo que ocurre es que falta la oposición”, señalaba. Apuntaba en forma contundente: “La oposición o es natural, se apoya en sí misma, o carece de sentido y se convierte en parodia”. Confiaba en que los partidos minoritarios asumieran sus responsabilidades ante la nación.
Una de las más grandes inteligencias que ha tenido México diría meses más tarde, el 9 de junio de 1973, en un acto en la ciudad de México, que la conciencia que la Revolución Mexicana tenía de su propia fuerza la obligaba “a buscar en las diferencias ideas que la enriquezcan o ideas que la ayuden a efectuar una fecunda autocrítica”.
Era contundente: “¿Qué panorama presenciamos al respecto? La oposición ni siquiera cumple el papel elemental que en cualquier régimen político le concierne: resistir para apoyar. No resiste y, por lo consiguiente, no nos apoya”.
Más de cuarenta años tiene ese ideario político y el avance político en México con respecto a la oposición, o con la mayoría de la oposición, continúa estancado, está estancado; hasta podría afirmarse sin ningún titubeo que va en franco retroceso en comparación con las reformas que se viven en otras áreas de la vida pública del país.
El más vivo ejemplo lo constituye un nuevo membrete que acaba de surgir llamado “Partido Encuentro Social”.
El pasado 17 de agosto la prensa dio cuenta que en un acto celebrado en la ciudad de México Gonzalo Guízar Valladares y Juan José García Espinoza habían rendido protesta como presidente y secretario general, respectivamente, del nuevo “partido” en Veracruz. ¿Quién los eligió? ¿Cuándo? ¿En dónde? Indudablemente el suyo se trató de un caso de abierta y auténtica antidemocracia: el pueblo no participó en su elección. Son producto del más vil dedazo, de la más descarada imposición. Carecen de legitimidad ciudadana, pues.
Pero tan pronto tuvieron poder partidista enseñaron el cobre: participarán con candidatos propios en los 300 distritos electorales del país, declaró Guízar, o sea, van por el hueso, eso dijo en lugar de haber informado a los veracruzanos cuál es su ideario político, cuáles son sus principios (¿los tendrán?), sus valores, cuál es su contenido programático; de haber anunciado que surgen para defender las causas populares y cómo lo van a hacer.
Según él, nacieron “para reivindicar y dignificar la política, orientada en valores, principios; creemos en un partido independiente, íntegro", dijo vía telefónica desde la capital del país. Puro cuento.
¿Y cuál fue su primera acción como representante de “un partido independiente” cuando regresó al estado? Ir al clásico besamanos con el gobernador Javier Duarte de Ochoa, priista, según se difundió una fotografía oficial el día 19 de agosto, posada, en un feliz abrazo y teniendo como fondo la fotografía oficial del presidente Enrique Peña Nieto, priista para más señas. A ese grado de sumisión y entreguismo inmediato ni siquiera llegó la dirigente estatal del PRI, Elízabeth Morales García, cuando asumió la dirigencia de su partido.
“El acuerdo en lo fundamental no excluye la diferencia en lo esencial”, decía también Reyes Heroles. No que sea o tenga que ver como enemigo al gobernador, pero su papel como presidente de un partido opositor (se supone) debe ser el de resistir para apoyar, esto es, debiera haber ido a su encuentro con un voluminoso expediente de asuntos pendientes del pueblo veracruzano y con un catálogo de propuestas de solución, incluso de ideas como las que pedía Reyes Heroles para enriquecer a las instituciones y ayudar a una fecunda autocrítica para bien de todos.
¿Fue a informar que así como abandonó el PRI de Fidel Herrera Beltrán cuando no le cumplió su capricho de imponerlo como candidato a presidente municipal de Coatzacoalcos acaba de abandonar también al PAN de Miguel Ángel Yunes Linares porque no tiene claro cómo seguir medrando de la política? ¿A esos valores, a esos principios, a esa integridad se refiere?
(Presidente y secretario general, por lo demás, que están plenamente identificados con el senador priista Héctor Yunes Landa, por lo que no sería nada raro que hayan venido a trabajar disfrazadamente para su causa e incluso sean el colchón y a la vez la plataforma de lanzamiento del legislador en su aspiración de ser gobernador en caso de que el PRI no lo postule, lo que es legítimo si lo hacen en forma abierta.)
Pues ya está. Tenemos un nuevo partidito, satélite, ¿un “Partido Encuentro Social” rojo? Una carga, sí, para el erario público, es decir, para nuestros bolsillos, para nuestros impuestos.
Pero no queriendo quedarse atrás en la competencia por tirársele al piso al gobernador priista, otro remedo de partido político llamado Partido Alternativa Veracruzana invitó al ejecutivo estatal a encabezar su asamblea estatal el domingo pasado.
No me imagino al Partido Acción Nacional o al de la Revolución Democrática en la ciudad de México pidiéndole a Enrique Peña Nieto que vaya a encabezar sus asambleas internas y menos que sus dirigentes se dediquen a cantarle loas como hizo acá sin ningún rubor Alfredo Tress, dirigente de las siglas alternativas.
Don Jesús ya lo decía: el PRI, sus gobiernos, necesitan que lo apoyen pero resistiendo, pero el señor Tress muy digno dijo con respecto al máximo representante del PRI en Veracruz que “queremos ser sus aliados, no sus empleados”, que como se guisan las cosas políticas en la aldea jarocha equivale a lo mismo.
Contrario al otro membrete, este dirigente anunció que como partido estatal no participarán en las próximas elecciones a diputados federales (porque legalmente no pueden), pero que darán su apoyo “al candidato que más convenga a los intereses ciudadanos”. ¿A cuáles cree? Acertó: a los del PRI. No cabe duda, sólo es un grupo, que no un partido en toda la extensión de la palabra, que medra a la sombra del poder y de nuestros impuestos.
Otro gran priista, Luis Donaldo Colosio, minutos antes de que lo asesinaron en Lomas Taurinas, Tijuana, el 23 de marzo de 1994, en lo que fue su último discurso político dijo: “Nosotros no le tememos a la competencia política. Lo que sí rechazamos es la incompetencia política”.
Y es la que los persigue. Con sus muy contadas excepciones individuales, en Veracruz, como ya lo señalaba don Jesús Reyes Heroles, la oposición es sólo una parodia, no es natural, no se apoya en sí misma, carece de sentido. Lo peor: nos cuesta a los veracruzanos, indebidamente vive, y muy bien, a costa de nuestros impuestos.