Tiembla y no se hincan
Arturo Reyes Isidoro
Prosa Aprisa
2014-11-24
La presión social no cede. El próximo miércoles se cumplen dos meses de la desaparición de los 43 normalistas de Guerrero. Aparte de las manifestaciones que seguramente se darán en el país, que podrían superar las del pasado 20 de noviembre, ayer los compañeros de los desaparecidos emplazaron al presidente Enrique Peña Nieto a que renuncie en seis días, es decir, el próximo sábado, porque si no, las movilizaciones en su contra crecerán en todo el país, advirtieron.
En el extranjero, tampoco le va nada bien a la imagen del país y con ello a la del presidente. El presidente de Uruguay, José Mujica, “Pepe”, hoy por hoy el ejemplo mundial de la austeridad en persona, dijo que “a la distancia”, es decir, desde como ellos nos ven, México parece un estado fallido.
En entrevista con Foreign Affairs Latinoamérica, señaló: “A uno le da la sensación, visto a la distancia, que se trata de una especie de Estado fallido, que los poderes públicos están perdidos totalmente, están carcomidos. Es muy doloroso lo de México”.
Dijo que la desaparición de los estudiantes se debe a la corrupción, instalada como una “tácita costumbre social” y que “México”, esto es, el gobierno, está obligado a aclarar el caso “caiga quien caiga, le duela a quien le duela y tenga la consecuencia que tenga”.
El rumbo que toman las cosas debe preocupar ya. No se trata de crear un estado de alarma, pero cada vez más los indicadores sugieren que estamos próximos a un estallido social de gran dimensión de consecuencias incalculables, por lo que todos, desde el ámbito que nos corresponda, debemos contribuir a que no se llegue al extremo, en especial los gobernantes, quienes para ello debieran demostrar con hechos que están dispuestos a cambiar y que ya lo empezaron a hacer.
El presidente, como nunca, necesita que lo ayuden, en lo inmediato a calmar la situación, a mediano plazo a reconstruir la credibilidad y la confianza ciudadanas perdidas, y a largo plazo a reencauzar el rumbo del país. Necesita que sus propios colaboradores y los demás gobernantes del país, estatales y municipales, desde sus ámbitos desactiven la inconformidad conduciéndose en forja ejemplar, que los ciudadanos vean que por fin actúan con apego a la ley, con honestidad, con transparencia, sin impunidad, sin corrupción, sin abusar del poder ni del erario público.
Pero tiembla y no se hincan.
La semana pasada se caracterizó por la más grande manifestación de protesta ciudadana en todo el país en lo que va de este siglo, exigiendo que aparezcan vivos los 43 normalistas desaparecidos desde hace dos meses, pero también mostrando el hartazgo por la impunidad, la corrupción, el abuso del poder y todos los vicios que han caracterizado a los gobiernos federal, estatales y municipales.
A la inseguridad propiciada por los mismos cuerpos policiacos, como quedó plenamente demostrado en Guerrero, se sumó, de nuevo, otro acto con todos los visos de corrupción como lo fue el caso de la ya famosa “casa blanca” que habría construido una empresa ligada a contratos del Gobierno del Estado de México cuando el hoy presidente Enrique Peña Nieto era gobernador y que estaba en vías de ser propiedad del matrimonio presidencial pero que ya ostentaba como suya.
Aparte de que el origen de dicha propiedad y mansión no queda claro desde la explicación oficial pero que Carmen Aristegui y un equipo de reporteros documentó plenamente, que hace pensar en un gran caso de corrupción, el escándalo también fue por el costo del bien inmueble, 86 millones de pesos, 7 millones de dólares, con un lujo ofensivo para los millones de pobres y miserables que pueblan el territorio nacional.
La toma de calles por parte de millones de mexicanos debiera ser un aviso y una advertencia del cansancio popular por ver cómo desde el gobierno mismo se sigue abusando del poder y que estamos en la antesala de un estallido popular de grandes dimensiones si las propias autoridades no se someten al orden, actúan con apego a la ley y dejan de seguir gobernando dentro de la corrupción.
Por eso extraña el despliegue que hizo el secretario de Gobierno, Erick Lagos Hernández, con motivo de su comparecencia el viernes pasado ante la diputación local para glosar el Cuarto Informe de Gobierno, que constituye también otro abuso de poder y de los recursos públicos que todos pagamos, que en nada ayuda al presidente, a calmar la situación, y que compromete la imagen del Gobierno del Estado.
Los medios informativos documentaron por escrito y con imágenes el derroche y dispendio que hizo para autoproclamarse, cuando se trataba de una simple rendición de cuentas a lo que lo obliga la ley
Cual si se tratara de una comparecencia imperial, llenó el área interna y externa de pendones autoproclamándose, movilizó camiones de pasajeros, pagó taquizas, contrató un grupo musical para que amenizara, instaló baños públicos portátiles frente al Congreso, movilizó a cientos de acarreados a los que se les paga por acudir, pagó servicio de coffee break (agua, galletas, café, refrescos), algo similar a lo que hizo el año pasado y que adentro mismo del gobierno se comentó entonces que su enorme despliegue había costado 15 millones de pesos al erario público, es decir, a nuestros bolsillos porque se trata de dinero que pagamos con nuestros impuestos.
La reportera Ángeles González Ceballos, del portal alcalorpolitico.com escribió que mientras todo eso se veía afuera y en el patio del Congreso, lleno de acarreados aburridos que hacían todo menos escuchar lo que decía, el secretario negaba que hubiera un presupuesto en bolsas y sobres secretos para promocionar su imagen en busca de la diputación federal. Incluso al término de su comparecencia, entrevistado por los reporteros, negó que hubiera acarreados.
Cabe preguntar: ¿cuánto costó todo?, ¿de dónde salió el dinero para pagar este derroche?, ¿quién lo pago?, ¿lo costeó el secretario de su bolsa?, ¿alguien se lo patrocinó y quién fue y a cambio de qué?, ¿Por qué la Contraloría General del Estado no ha iniciado ninguna investigación?
El propio presidente Enrique Peña Nieto, obligado por las circunstancias, ya no pudiendo ignorar el reclamo de millones de mexicanos, había aceptado ese mismo viernes por la mañana que la sociedad ya está harta. Cómo no lo va a estar viendo escenas como la del viernes en el Congreso local.
En momentos en que el presidente priista está ya muy madreado y lo que necesita son actos de solidaridad que lo ayuden y fortalezcan, actos que traten de acercarlo de nuevo con los mexicanos que votaron por él pero que han dejado de creerle por todo lo sucedido, en Xalapa, el segundo funcionario más importante del gobierno del estado le echa más leña al fuego y contribuye más al repudio general, y de paso compromete a su jefe el gobernador pues todos pensarían que él avala este dispendio y derroche de recursos públicos. No se extrañe que a la próxima marcha de protesta se sumen más, cientos, miles más de veracruzanos.
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Mañana le tocará comparecer al secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita; su área siempre es de interés y será interesante escuchar qué dice. Se espera, como mínimo, que su comparecencia se dé en medio de la austeridad, que con ello mostrará respeto a los veracruzanos y ayudará a la imagen del Gobierno del Estado… Mañana, el actor colombiano Robinson Díaz, acompañado de Alberto Barrero, presentará en Xalapa su show “El Cabo”, a las 19:00 horas en la sala “Emilio Carballido” del Teatro del Estado. La presidenta del DIF municipal, Mariana Yorio de Zúñiga, informó que lo que se recaude se destinará al trasplante de médula ósea de la joven Marianel Guadalupe Lazcano Luna, quien lleva 70 quimioterapias y para poder erradicarle la leucemia que padece necesita esa operación. Seguramente los xalapeños apoyarán la noble causa asistiendo a la función.