¿El problema es de hombres?

Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

2015-03-18

Si los proveedores del Gobierno del Estado y los prestadores de servicios a los que se les adeuda 1,500 millones de pesos (esa cifra han manejado ellos en diversas declaraciones de prensa), en algunos casos desde 2011, quieren acceder de inmediato con el nuevo secretario de Finanzas y Planeación, Antonio “Toño” Gómez Pelegrín, para tratarle su caso, deben llegar con una serie completa de billetes de la Lotería Nacional por delante, de preferencia de un premio gordo, de Sorteo Magno.
Jugar para ver si se saca la lotería y se gana los centenarios es el mayor hobby ¿o debilidad? del nuevo flamante funcionario, quien, por ejemplo, el 10 de Mayo, el 16 de Septiembre o el 25 de Diciembre juega fuerte pues compra series completas. Pero ahora parece que se acaba de sacar un premio ¡sin haber siquiera comprado un cachito!, ¿o acaso se ganó la rifa del tigre?
Acaso ayer Javier Duarte de Ochoa puso sobre la mesa su último as, el que lo puede poner a salvo de un futuro muy complicado que tiene por delante debido al manejo, o mal manejo, de los recursos públicos por parte de su administración. El jueves pasado, en una segunda comida con columnistas, ésta en la Casa Veracruz, adelantó que el nuevo titular de la Sefiplan sería un hombre con experiencia, de mano fuerte para aplicar políticas económicas restrictivas, de ajuste y contención del gasto público, y que contara además con el visto bueno de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Ayer supimos quién cubrió esos requisitos.
¿El problema de la Secretaría de Finanzas y Planeación es de hombres? En promedio va ya más de un titular por año. Todavía no se cumplen cinco años de gestión y se nombró ayer al sexto secretario, incluyendo uno encargado (Tomás Ruiz González, Salvador Manzur Díaz, Carlos Aguirre Morales, Fernando Charleston Hernández, Mauricio Audirac Murillo y ahora Gómez Pelegrín). ¿Es que acaso cada uno y todos en conjunto fallaron y no fueron capaces de sacar al buey de la barranca?
En realidad, aunque sin tratar de justificar a ninguno, cada uno y todos han cargado con una pesada herencia: una deuda inicial de 25 mil millones de pesos que dejó la administración del gobernador Fidel Herrera Beltrán, que en parte para tratar de administrarla, que no de pagarla, se incrementó con más deuda contraída al grado que oficialmente hoy se reconoce que anda en los 41 mil millones de pesos, aunque los críticos del gobierno, la oposición oposición y uno que otro diputado del PRI manejan una cifra mínima de 80 mil millones de pesos y hasta de más de 100 mil millones por los diversos pendientes que se tienen con particulares.
De todos, el de mayor experiencia que llegó al cargo fue Tomás Ruiz, con fama bien ganada de bombero para casos difíciles, casi imposibles, como lo demostró cuando por encargo del entonces presidente Vicente Fox se hizo cargo de la Lotería Nacional y logró cuadrar las cuentas y malos manejos que, según denunció en aquel tiempo la prensa, comprometían seriamente a la “señora Martha” (Sahagún de Fox).
Aquí he narrado ya la versión de que Tomás hizo en Veracruz un trabajo de excelencia económica y financiera. Se puso el overol, limpió y cuadró todo y puso el carro de Finanzas sobre rieles como para que transitara por buen rumbo y llegara con éxito a la meta sexenal. Hasta que se lo descarrilaron. “¡Yo no voy a ir a la cárcel por ustedes!”, habría sido la frase con la que inició su salida de la dependencia y del gobierno. Ya para entonces la deuda había crecido 5 mil millones de pesos más.
En realidad quienes lo sucedieron llegaron para administrar las deudas, la escasez de recursos y la pobreza de las arcas públicas, en medio del reclamo de proveedores y prestadores de servicios, pero también de maestros, trabajadores, estudiantes, etc., quienes se han venido quejando de que de plano no les pagan o no les pagan a tiempo sueldos y prestaciones, becas y otros apoyos. De la gravedad de la situación habla el hecho de que dos funcionarios de la Sefiplan tuvieron que renunciar porque se afectó su salud: Fernando Charleston Hernández y Sergio de la Llave Migoni, este último como Subsecretario, cargo en el que apenas duró 73 días –abril-junio de 2014– porque su médico le dijo que se fuera cuanto antes pues la tensión y la presión ya le habían afectado algunas funciones motoras.
A la difícil situación que ya se vivía se sumó un golpe demoledor, al menos mediáticamente, cuando la Auditoría Superior de la Federación (ASF) dio a conocer el resultado de la Cuenta Pública 2013 y entonces se supo que existen serios cuestionamientos al manejo de los fondos públicos federales entregados a la administración estatal, pero también se filtró que hubo irregularidades en el manejo de recursos al menos de los años 2011 y 2012 y que por ello hay denuncias penales ante la Procuraduría General de la República en contra de funcionarios y exfuncionarios.
En ese entorno llegó ayer a la Sefiplan como titular Toño Gómez Pelegrín, cuya primera y última y acaso única tarea será apagar la licuadora (“cuenta concentradora” le llaman en lenguaje económico burocrático oficial) y empezar a separar lo más cuidadosamente posible que pueda, con una cuchara larga, lo que quede de los tomates, la cebolla, los chiles, el ajo, los trate de rearmar y los ponga en su lugar, pues de acuerdo a lo que declaró el gobernador Javier Duarte de Ochoa el 19 de febrero pasado como reacción a las observaciones de la ASF, no ha habido mal manejo de recursos sino que todo “tiene que ver con cuentas en donde teníamos que haber depositado estos recursos y se hicieron en otras”. Toño necesita entonces o agradecerá que aparte de series de billetes de lotería le regalen también una potente lupa para buscar y seguir las huellas con el propósito de saber a qué cuentas equivocadas fue a parar el dinero, ya sea para devolverlo, o aplicarlo si es que todavía se puede, o en última instancia para comprobar que, en efecto, no se hizo mal uso de él y ahí está.
Menuda tarea tiene Gómez Pelegrín. Ayer se ha de haber despedido de su familia por mucho tiempo, acaso para regresar a dormir hasta la noche del 30 de noviembre de 2016 pues tiene que limpiar y cuadrar todo, lo mismo que hizo Tomás aunque ahora con más y mayor grado de dificultad. Quién sabe si estará consciente del peso de la loza que se echó encima, pues de lo que haga o deje de hacer dependerá el futuro político y personal de varios funcionarios y exfuncionarios que han tenido que ver directa e indirectamente con el manejo de recursos públicos, pues tanto José Francisco Yunes Zorrilla como Miguel Ángel Yunes Linares, qué cosas, uno del propio PRI y el otro del PAN, estarán al acecho, si no es que ya lo están.
Qué cosas también. La administración empezó con puro fidelista y está concluyendo con alemanistas: Flavino Ríos Alvarado, Ramón Ferrari Pardiño, Ricardo García Guzmán, Tomás Ruiz González y ahora Antonio Gómez Pelegrín. ¿Es que acaso el exgobernador Miguel Alemán Velasco decidió hacer uso de sus buenos oficios ante la Federación y echarle una manita al gobernador Duarte para mantener a flote y salvar el barco?
¿Qué irá a pasar ahora con las 200 personas con las que llegó Audirac a la Sefiplan, algunas por cierto para maltratar al personal hasta el grado de la humillación? Ayer por la tarde noche el personal de la dependencia hizo fiesta.